Ha sido oficializada la candidatura de Álvaro Uribe Vélez, quien aspira a ser reelegido en el cargo de Presidente de la Republica de Colombia, por otros cuatro años más, al cabo de tres largos años de una gestión que ha tenido como prioridad preparar todas las condiciones para la continuidad de su regresivo proyecto fascistoide, ultima carta del bloque oligárquico y pro imperialista dominante, para impedir el curso del proceso de transformaciones revolucionarias con múltiples expresiones en nuestra vida social, para derribar el neoliberalismo, el autoritarismo y la inequidad social.
El anuncio fue acompañado de una abierta acción clientelista de distribución de auxilios estatales por un valor de 7 millones dolares por todo el país, para comprar votos y adhesiones de modestos ciudadanos que demandan soluciones permanentes a sus angustiosos problemas de empleo, vivienda, salud, tierra, agua potable y educación y no han encontrado respuesta alguna durante este gobierno; y de la terrible muerte de la señora Gloria Lizcano de 55 años de edad, sencilla trabajadora de lo servicios domésticos, violentamente arrollada por el desmadre de la escolta personal del caudillo paramilitar, que se desplaza por la capital y el resto de ciudades, sin el menor respeto por las normas de convivencia urbana, como suele ocurrir con la costumbre paramilitar de masacres y homicidios.
En su propósito continuista le seguirá acompañando el actual Vicepresidente, Francisco Santos, representante de uno de los grupos plutocráticos con mayores privilegios sociales y propietario de una poderosa red de comunicaciones que incluye el periódico El Tiempo, el cual diariamente distorsiona la realidad social y política, negando el derecho a la libre y veraz información de todos los ciudadanos.
En el discurso que anuncia la pretensión reeleccionista, el Mesías paramilitar ha dicho que dará continuidad a su mal llamada política de Seguridad Democrática, que ha significado la más horrenda impunidad para los crímenes cometidos por los escuadrones de la muerte durante las dos últimas décadas. Son los paramilitares los que han gozado de los mayores privilegios jurídicos, políticos y económicos durante el actual gobierno. Eso permanecerá igual de darse su reelección.
Significa, también, la continuidad de la guerra civil interna que nos afecta. No habrá negociación y menos intercambio humanitario. Gran porcentaje del presupuesto público seguirá gastándose en más batallones, fusiles, tanques, aviones de guerra y bombas, que arrasan con la población civil. Ya las FARC han señalado que mientras el señor Uribe Vélez esté en la Presidencia no habrá ningún entendimiento con este siniestro personaje.
Significa, igualmente, la ampliación del problema del narcotráfico, porque seguirán las fumigaciones y la tolerancia del negocio de los capos del comercio de narcóticos.
Significa, de igual manera, la continuidad de la vulneración de los derechos humanos, de la libertad, de la democracia y la profundización del desplazamiento forzado de millones de colombianos y de la terrible crisis humanitaria que vive nuestra nación.
Las promesas para erradicar la pobreza, el hambre y el desempleo son irrelevantes, porque en Colombia, durante este gobierno, la gente sigue aguantando hambre, avanza el cierre de los hospitales públicos al tiempo que se consolida el negocio privado de la salud. El empleo sigue en abierto deterioro, mientras el Dane y los noticieros de televisión sostienen que es un triunfo el aumento del subempleo. Según datos del Banco Mundial, en desigualdad social solo somos superados por Haití. El 65 por ciento de la población colombiana está en el nivel de pobreza y el 18 por ciento en la indigencia, lo que significa que el Estado no existe para el 82 por ciento de los colombianos y colombianas. Así que es imposible convertir en realidad, durante el próximo cuatrenio, el sueño de cumplir las metas sociales de erradicación de la pobreza, como lo dice el discurso reeleccionista.
Los anuncios para desterrar la corrupción son propagandísticos ya que ésta mantiene su ritmo ascendente y en su paso arrolla al Estado Social de Derecho. La reelección se impulsará amarrando la clase politiquera con contratos, burocracia y privilegios estatales que significan mayor corrupción con los patrimonios públicos.
La Gran Coalición Ciudadana que se convoca para promover la reelección es un acto tramposo que desenmascara la falta de coherencia ideológica oficial y que intenta desplazar la Gran Coalición Democrática, que reúne lo más representativo de las organizaciones sociales y populares del país, que con su movilización ha dado al traste tanto con el referendo fondo monetarista como con el TLC, los más resonantes fracaso de este gobierno, junto con la ruina del Plan Patriota en el sur.
Lo único cierto de la convocatoria continuista es que el proyecto uribista hace aguas porque el reino feliz solo se vive en las oficinas encuestadoras e informadores al servicio del gobierno y en San José de Ralito, que de un momento a otro ha desaparecido de los medios de comunicación gubernamentales.
Tenemos, pues, ya PARACANDIDATO, que anuncia cuatro años mas de violencia, pobreza, corrupción y aislamiento regional, como lo evidenció la reciente Cumbre de las Américas. Entre los mandatarios de Iberoamérica solo Uribe Vélez sigue pensando que somos el patio trasero de los Estados Unidos.
horacio_duque_54@hotmail.com