Se busca un escultor, para diseñar el mejor trofeo en la historia del beisbol venezolano, para el primer Triple Coronado de nuestro glorioso beisbol

Si Dios me hubiera regalado la magia que esculpiera el embrujo del arte con mis manos torpes…

No escatimaría esfuerzos y sobre todo corazón, para crear el trofeo que enalteciera al primer venezolano que logra la Triple Corona en nuestro beisbol y que además batiera el record de jonrones que de Baudilio Díaz pasó a sus manos.

¡¡Y lográndolo!!

A los increíbles 42 años…

Lo que enaltece aún más su inigualable hazaña.

Los entendidos, llaman escultura al arte de modelar el barro, madera, al igual que tallar la piedra…

Todo material es valedero para esculpir ese sentimiento que brota del corazón, que se proyecta a las manos como algo mágico, dando vida a distintos tipos de emociones, a lo que todos llamamos arte…

El hierro, plomo, la cera como el bronce, logran también la magia añorada por las manos del hombre…

¿Pero qué pueden crear las manos simples de un abuelo, que desea darle su real dimensión al logro de nuestro pelotero Alex Cabrera?…

El mismo que en el lejano Oriente, fue bautizado como el gran Samurái, por los increíbles batazos logrados en dichas tierras…

Como primera medida…

Me iría para Caripito, y con preguntas a los lugareños, me llegaría al campo de beisbol donde dio sus primeros pasos nuestro gran Samurái…

Para recoger en ella, la necesaria tierra para intentar mi casi imposible escultura, ayudado por los futuros peloteros de nuestro suelo amado…

Me marcharía en busca de Miguelito Cabrera para que me diera algún bate de sus hazañas en el Norte, para lograr la madera gloriosa y necesaria que mis manos necesitarían…

Buscaría a Antonio Armas, Galarraga y Maglio Ordoñez, para que no me dejen solo con mi sueño.

Seguramente Luisito Aparicio y David Concepción vendrían en mi ayuda…

Me metería a escondidas una noche, en nuestro museo del beisbol, para tocar con mis manos todos los objetos de los muchachos de la gran hazaña del 42…

Para ayudar con ello…

A mis manos…

Para que no se sientan huérfanas…

¿Qué piensan ustedes?

¿Lograre hacer algo que valga la pena?

¿O me quedare paralizado frente a lo que será la escultura de un pueblo para su ídolo?





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José Varela


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