Carta a Mónica Spear por amar tanto a Venezuela

Muchos piensan que te has ido…

Pero que va muchacha, no poco sabemos que no es así…

Tu sonrisa danza orgullosa por toda Canaima, para alegría de todas las aves

Los viejos pescadores por oriente dicen que te han visto pactar con las gaviotas…

para que ninguna tortuguita se quede entre la arena y la mar…

Las orquídeas prometieron, que desde aquel día de tu suave caricia, florecerán con tu aroma inconfundible muchacha que dejaste en ellas impregnadas…

Nuestro poeta Luis Mariano Rivera me conto en mis sueños…

Que le murmuraste descalza en la arena de sus playas…

Que las treguas a veces son necesarias…

Será por eso que un día vuelas con los turpiales, y al siguiente amanecer lo haces con las guacamayas, para evitar los disputas entre los unos y los otros…

Que los vientos de nuestro suelo han dejado se mecer las copas de los arboles, porque se la pasan día a día soplando tus cabellos…

¡Ríe muchacha!

Que tu bien sabes que Venezuela es toda tuya…

Y su amor es para siempre………………………………………………..

 

() Aquí te dejo un humilde regalo, por tu infinito amor a nuestra tierra, y por nunca renunciar a ella. Un humilde regalo que un día a solas con mis locuras, decidí ofrendárselo a tu amada tierra Venezuela muchacha:

 

VENEZUELA

Quisiera escribir un verso de amor.

Quisiera, pero no puedo, mis limitaciones (que son muchas) frenan mi mano.

Pero mi corazón ayuda a mi pluma y le da vida a mi pensamiento.

Pienso en Neruda… ¡Ayúdeme maestro!...

me digo para mis adentros y comienzo mi travesía.

¿Qué es Venezuela para mí?

El sentimiento más puro que florece en el alma.

La razón de mi vida, mis dos hijos.

La que me divisó un día viéndome como perdido...

Me susurró al oído: Vente José, yo seré tu amiga.

La que me enamoró como la primera novia.

Jamás puso piedras en mi camino, sólo amor y ternura.

Con mi juventud a flor de piel, el turpial me dio la bienvenida.

Venezuela le regaló a mis ojos, tratando de enamorarme, todo lo que ella tenía.

Me tomó de un brazo y paseó conmigo, me acarició con el Ávila, me cautivó con el Salto Ángel, me regaló los Llanos, la Sabana y me besó con las aguas del Mar Caribe.

Cuando por momentos yo desfallecía por la nostalgia, por la que me dio la vida….

Ella me abrazaba diciéndome: “No lo olvides, soy tu amiga”.

Cuando a veces lloro, ella logra que la lluvia llore conmigo....

Pero sin yo casi notarlo…

Me regala un puñado de guacamayas, para que todas juntas formen el más bello arco iris… Porque sé que ella hace lo imposible para que vuelva mi alegría.

Por momentos pienso, ¿qué viste en mí, tierra querida?...

O será que lees mi mente y sabes que cuando soy amigo, lo soy para toda la vida…

Todo me lo has dado tierra amada… Quisiera ser Miguel Ángel…

para dibujarte con mi mente, el infinito amor que mi pecho siente.

Quisiera robarles a Romeo y Julieta… el amor eterno… para dártelo a ti tierra mía…

Con nostalgia y tristeza, comprendo que soy un simple ser humano, que sólo puede decirte: Te quiero Venezuela… Tierra de mis hijos, tierra mía (porque tú sabes que te siento mía).

 



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José Varela


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