La violencia inducida un producto ideológico

Cada vez que ocurre un evento de notoriedad comunicacional, relativo a la violencia activamos el circo de opiniones, de condenas, de proyectos para acabar con el flagelo, pero nadie hace el mea culpa. Lo que es peor, vemos rasgándose las vestiduras y condenando la violencia a quienes son los primeros apologistas del mal, que nos amenaza a todos y cuya responsabilidad no es solo del Estado y su gobierno, sino de todos quienes ocupamos espacios sociales en esta patria.
El lamentable suceso de la Miss Venezuela y actriz Mónica Spear, su esposo y la niña producto de esa unión, trajo al tapete nuevamente la violencia, pero no porque preocupe a muchos desde el punto de vista humano y social, sino por el interés político-electoral y mal poner al país allende sus fronteras.
Cuando el presidente obrero Nicolás Maduro, trajo el problema y lo colocó sobre la mesa como política de Estado, con el plan de espacios para la paz, ofreciéndolo a todo el país nacional, recibió como respuesta veladas burlas y denuestos, porque “ese es un problema del “Chavismo” que trajo el malandraje a este planeta.”
Pero bastó con que cayera una víctima de peso comunicacional, para que se activaran los pacifistas y solidarios, increpando al gobierno a cerca de las medidas que debe tomar para combatir la violencia” que está acabando con nuestra juventud”.
Artistas del espectáculo claramente identificados con la derecha golpista hicieron de esta tragedia un festín y hasta una marcha convocaron para reclamar responsabilidad al gobierno culpable.
Pero no vimos a nadie renunciando a su condición de ícono para la siembra de los antivalores, la violencia y la apología del delito que
son el fuerte en las tramas de las mal llamadas telenovelas, producto de la “creatividad de los escritores que llegan al corazón”.
Tampoco los hemos visto apoyando la batalla contra la guerra económica decretada por la oligarquía parasitaria contra el pueblo venezolano y su gobierno bolivariano, lo cual es una forma de violencia y de apología del delito. ¿Porque? Se preguntaran muchos. Muy sencillo, porque quienes abultan los precios de los alimentos y bienes y servicios hasta el mil por ciento, están golpeando al consumidor mas vulnerable, sembrando en ese segmento de la sociedad, angustia, rabia y zozobra, pero al mismo tiempo están dando como ejemplo, como mensaje a ese mismo sector que la mejor manera de vivir bien, más no de buen vivir, es robar al prójimo aprovechándose de sus necesidades. De allí la proliferación de buhoneros de los alimentos en todo el territorio nacional.
Todo lo contrario la mayoría de los pacifistas y solidarios, que “luchan contra la violencia” desde los medios impresos, las pantallas y los micrófonos de la TV y Radio privadas, han condenado la acción del gobierno contra la especulación y se han solidarizado con los ladrones que desde la comercialización y distribución de alimentos, bienes y servicios estafan al público.
Los periodistas y analistas, de los medios privados, jamás hacen mención a la apología del delito, que desde los diversos frentes de la comunicación industrial, se hace bajo la fachada de la información, donde la competencia está basada en, cual es más sensacionalista y amarillista, porque para los dueños de medios eso es lo que vende. Por eso en el medio televisivo se ha llegado a la desfachatez de presentar la información de una tragedia como espectáculo, mientras mas cruel sea la realidad, mayor énfasis ponen en la narración e ilustración de la tragedia.
Aunque parezca mentira esos reflejos de la mediática insensibilizan al televidente o al oyente y, condicionan su comportamiento, que puede perfectamente llevarlo a cometer hechos de violencia, como algo natural. Los más vulnerables, son precisamente niños, niñas y
adolescentes.

Son tantas las las fuentes del caldo de cultivo para la violencia; que debiera ser un tema de discusión científica, por parte de las universidades, como representantes de la academia, de los órganos de seguridad de estado, de los diferentes colectivos profesionales, culturales, comunidad organizada y de manera especial por parte del gobierno parlamentario, porque se hace urgente una ley que regule con mucho rigor los contenidos de los medios en los espacios de diversión y entretenimiento, informativos y de otra índole, para evitar los códigos y mensajes encubiertos generadores de cultura de la violencia y la muerte, como producto de la ideología capitalista, que solo persigue la captura de riqueza individual, sin importar los medios y las consecuencias de la acción.
Otro detonante para este flagelo, es el libertinaje en el consumo de bebidas alcohólicas, libremente en los diferentes espacios públicos, que han hecho del país la cantina más grande del universo. Esto contribuye a la destrucción de valores en la familia. Las llamadas licorerías que abundan en barrios y urbanizaciones, deben ser proscritas y dejar la comercialización de las bebidas alcohólicas a los supermercados, en horarios restringidos. Conste que la eliminación de estos negocios no tendrá ningún impacto social, por cuanto es ínfimo el número de empleos que ofrecen al mercado laboral. Pero es optima la contribución a la violencia y a la criminalidad.
A esto hay que añadir la ausencia de un drástico control migratorio, por cuanto para nadie es un secreto, que el secuestro y el sicariato no son delitos endémicos de Venezuela, sino que han sido sembrados y cultivados en nuestro territorio por actores exógenos, sin que esto pueda tomarse como senofobia o chauvinismo, sino como una realidad.
Por eso desde nuestro punto de vista, creemos que el problema de la violencia debe ser visto desde diferentes ángulos y particularmente desde el ideológico, que tiene su cuartel en el mundo mediático, espacio tomado por el imperialismo guerrerista para fomentar la cultura de la muerte, mediante la violencia como método para resolver las diferencias entre grupos humanos, lo cual le garantiza el mercadeo de las armas y la justificación de las invasiones , ocupaciones y sometimiento de territorios y pueblos soberanos
. Por eso si queremos realmente construir el socialismo, un mundo libre de violencia, tenemos que ir de frente contra la arquitectura social del capitalismo, que tiene sus bases principales en el espectro comunicacional, la libertad de vicios y el consumismo derrochador, que generan la violencia inducida, com o producto de una ideología.
Periodista* CNP 2414 cd2620@gmail.com



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Cástor Díaz

Periodista CNP 2414

 cd2620@gmail.com

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