La revolución bolivariana ya completa 14 años de transformaciones democráticas y populares. Han sido cambios de orden político/institucional que han hecho realidad elementos centrales de la democracia participativa. También se ha dado una reorientación a la inversión de la renta petrolera para ampliar el gasto social del Estado en salud, educación, empleo, ciencia, cultura, medio ambiente y solución de diversos problemas sociales.
Sin embargo, el modelo de acumulación, las relaciones sociales de propiedad privada de los medios de producción permanecen intactos, con las clases sociales que le son características. En Venezuela, el capitalismo sigue igual y la vieja oligarquía se conserva tal cual. Hay un enorme poder de los terratenientes en las regiones y una voraz burguesia continúa acumulando riqueza con la apropiación de la renta petrolera, mediante las importaciones, la especulación con dolares en el mercado negro y la adulteración de los precios generando una permanente inflación que pagan los agónicos ingresos y las débiles pensiones.
Esa burguesía importadora controla la economía, maneja el mercado, dispone del Estado y su burocracia y moldea la sociedad civil mediante los mecanismo comunicacionales y los sentidos que impone al espacio público.
La corrupción, la especulación y la guerra económica que afecta la sociedad venezolana poniendo en riesgo las conquistas sociales progresistas, se han agudizando en los meses recientes, como parte de una estrategia de la burguesía y del imperialismo norteamericano.
El Presidente Maduro y los demás lideres socialistas del proceso planean utilizar un recurso contra hegemónico para solventar los complicados problemas de la coyuntura que han colocado en serio peligro la democracia participativa y popular. Se ha solicitado la aprobación en la Asamblea Legislativa de una Ley Habilitante que de facultades al Jefe de la Presidencia para que implemente medidas severas y ejemplares que socaven la corrupción, el burocratismo y la especulación, fenómenos en los que están involucrados muchos miembros de las instituciones públicas y que se disfrazan de revolucionarios rojos rojitos.
Es muy probable que en pocos días esa Habilitante esté aprobada y que las normas correspondientes se expidan para adelantar las medidas que el pueblo espera con mucha expectativa.
Pero la solución de los problemas centrales que apalancan la crisis requiere de medidas mucho más radicales. Se requiere que los actos públicos que se aprueben avancen, ahora si, en estrategias que profundicen la revolución democrática y popular dando golpes certeros a las bases del capitalismo rentista que impera en la formación social.
Esas medidas deben pasar de la amenaza permanente que figura en los discursos oficiales, a convertirse en un hecho material que marque un nuevo ciclo de cambios profundos de la sociedad venezolana.
Si las formas discusivas, enunciativas y expresivas de los dirigentes d la revolución venezolana no se convietrten en hechos socialistas, los días del proceso bolivariano están contados, facilitando de esa manera el acceso de la oposición derechista a la dirección del Estado, bien con un próximo triunfo electoral o un derrumbe del gobierno que dejó Chávez.
Nota: en Colombia también hay peces gordos alimentados en el Cavidismo. Han acumulado una fortuna con el tramite de cupos de importación de carne y granos desde Bogotá, contando con el apoyo de funcionarios cercanos a la Presidencia de la República Bolivariana. No tienen inconveniente en aparecer como revolucionarios y patriotas rabiosos no obstante que se disputan espacios en el liberalismo oficialista neoliberal para perpetuar una dinastia imponiendo delfines fanáticos del modo de vida gringo.