El sueldo de los médicos

Puesto que en el entorno familiar inmediato, están varios médicos de vocación que se entregan por entero al noble ejercicio de su carrera, me sentí emocionado cuando el Presidente anunció un incremento de la escasa remuneración que devengan estos profesionales por prestar servicios a nuestra población a través de los centros hospitalarios públicos. Mi entusiasmo no fue compartido por los beneficiarios aparentes, quienes emitieron la misma frase sumida en el desaliento: “Llevamos años oyendo lo mismo; pero, como somos los malos de la partida, no nos lo conceden”.

Entiendo a ambos: al Presidente y a los médicos; Chávez se encontró con un gremio que utilizó la política de manera inapropiada al pretender amenazarlo con paros en los servicios; además de negarse a aceptar cualquier incremento que no estuviera dentro del rango solicitado. La mayoría de los médicos, absortos en su agobiante trabajo cotidiano, ni se enteró, ni acató los llamados a paro; pero igualmente es víctima del “parado” a cualquier incremento de sueldo que el Ejecutivo decidió aplicarles para castigar su atrevimiento.

Quienes acuden a solicitar un servicio público de atención médica y no encuentran al profesional de guardia, no pueden menos que aplaudir la decisión del Presidente: “Si no trabajan, cómo pueden pedir aumento de sueldo”, comenta la mayoría con sobrada razón. Como en cualquier profesión del mundo, en la de medicina también se encuentran quienes están allí con la misma vocación con la que pudieron haber estudiado “zapatería espacial” o “carpintería submarina”, sólo con la finalidad de obtener un título de justificación social, o un medio de realizar una actividad comercial cualquiera; pero, gracias a Dios, en su mayoría no son así.

Antes de colocar a todos los médicos en la misma cesta, sería conveniente enterarse de cuánto y cómo trabaja un médico especialista y cuánto gana; después, usted mismo saca conclusiones. Cuando me refiero a un especialista señalo a quien, después de seis años de pregrado; un año en un ambulatorio rural; dos años como interno; por último, tres años como residente de postgrado –dedicando la mayor parte de este tiempo a la atención de pacientes–, sale a devengar dos salarios mínimos; en la mayoría de los casos, mucho menos que algunas profesiones con un tercio de tiempo de exigencia académica.

La acusación de que los médicos no trabajan el tiempo reglamentario, deriva de una confusión que en nada han contribuido ellos mismos a aclarar. Un tiempo reglamentario, según la Ley del Trabajo, sería cuarenta horas semanales; aparentemente, cinco jornadas de ocho horas cada día; pero, ¿es así? En cualquier centro hospitalario, el especialista trabaja tres jornadas de seis horas, atendiendo pacientes regulares; más una guardia diurna y otra nocturna, cada una de doce horas, atendiendo emergencias; para un total aparente de cuarenta y dos horas semanales. En una semana regular pudiera atender hasta ochenta pacientes.

Cuando hablo de apariencias, es porque los números suelen engañarnos, como en este caso. El Artículo 195 de la Ley del Trabajo señala que la jornada diurna no debe exceder de ocho horas, ni la nocturna de siete; el 154, que los días feriados se cancelarán con el cincuenta por ciento de recargo; el 155, que las horas extras se pagarán con el cincuenta por ciento de recargo; el 156, que la jornada nocturna se cancelará con el treinta por ciento de recargo.

De la Ley del Trabajo se deduce que en una guardia diurna, un especialista trabaja cuatro horas extras, equivalente a seis horas normales adicionales, para un equivalente diurno de catorce horas; en la nocturna trabajaría siete horas “normales”, equivalente a nueve horas diurnas, más cinco horas extras nocturnas que equivaldrían a diez horas normales, para un equivalente total nocturno de diecinueve horas; es decir dos guardias de veinticuatro horas son el equivalente de treinta y tres horas; todo ello lleva a un total real de cincuenta y una horas semanales.

Si se le agrega que para ellos no existen días feriados; que los bonos nocturnos, con los cuales se les pretende compensar el 195, no son considerados como merecidos, sino como un regalo que la institución cancelará cuando crea conveniente; que sus sueldos les son suspendidos durante un lapso del año, por aparente falta de presupuesto; que la presión del trabajo y la mala alimentación dentro de él, les producen enfermedades características de la profesión; que cualquier solicitud de reivindicación muere inmediatamente a causa de un enfrentamiento mal planteado; ¿no merecen los médicos que trabajan ser vistos de manera diferente?

luiserangel@hotmail.com


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Luis Rangel


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