Prostitución de la Técnica

Por qué a los escuálidos les cuesta tanto desescualizarse

Cierto que la fuerza de trabajo es comercializada, el capitalista la adquiere a determinado precio, y su dueño proletario, cuando la vende se convierte en un obrero asalariado. Ahora veremos cómo una buena parte de los proletarios comercian con su fuerza de trabajo y con la técnica adquirida en academias y diversos centros de formación.

Históricamente y como era de esperarse, la evolución de la conciencia proletaria ha tirado más hacia la admiración y el respeto al capitalista (patronos y patronas) que hacia su desprecio. Este último afloraría cuando el trabajador tome en consideración su condición de explotado, económicamente explotado. Mal podría realizarse el contrato laboral entre dos sujetos disgustados entre sí. Las desavenencias contractuales son consideradas por el trabajador como simples actos técnicos de mezquindad o tacañería patronal, más por falta de reconocimiento de cuánto vale el trabajador agraviado que por explotación en términos económicos, según una óptica socialista marxista, vale decir, científica y de la que carece la mayoría de los trabajadores.

La explotación técnica es evidente por excelencia; no es muy difícil percibir y entender cuándo se nos trata mal, cuándo la paga es muy baja y los talleres u oficinas de trabajo no son los más adecuados ni higiénicos, etc. Sin embargo, la connotación económica de explotado cae siempre en el terreno político. Se trata de abstracciones de segundo grado, y ha sido así como se ha prostituido la concientización del proletario ya que los reclamos contra el sistema se han reservado para intermediarios, sindicalistas, gobernantes demagogos (eufemismo de burócratas incompetentes, fuertemente impregnados de lucha contra la pobreza, aunque esta sea la suya propia)

El fomento para la adquisición de una conciencia económica adquirida ha caído también en la esfera de los académicos tarifados o ingenuamente copartícipes del idealismo ora por no entender bien los alcances científicos de la obra y ciencia de Marx, ora por conocer muy bien que su aplicación pondría fin definitivo a los privilegios burgueses a los cuales él serviría y compartiría como furibundo apologista del burguesismo.

No es nada obvio que los efectos económicos del modo de vida reinante terminen reflejados en la conciencia, y es en esta superestructura económica-derivada-donde se lleva a cabo la crítica correspondiente. Recordemos que Marx criticó a los críticos de marras; de allí el título de su primera obra precedente de El Capital2. Resulta oportuno darnos cuenta de que, en buena parte, toda la dificultad de inteligibilidad ofrecida originalmente por esta precipua obra de Marx recae en eso, en que no fue escritica para los proletarios en general, sino para los estudiosos y evaluadores políticos de la problemática socioeconómica creada por el sistema capitalista.

Porque, de Perogrullo, la conciencia y responsabilidad del trabajador burgués dan prioridad a la asimilación y manejo de su penuria, de su pobreza, y a esta suele compararla con la riqueza del patrono a quien termina atribuyéndole unas cualidades que ya aquel quisiera dominar en favor suyo. Por esa razón, en la medida que logra hacerse de pequeños ahorros, su tendencia casi automática es aburguesarse como patrono. Esta nata inclinación es reforzada contantemente por la ideología individualista, por el “sálvese quien pueda”, por la ley del más fuerte y similares apotegmas de dominación que la mediática burguesa sabe manejar desde hace centurias.

Pero hay más: al trabajador le resulta cuesta arriba hacerse de esos ahorros debido a los hábitos de consumo burgués que la misma mediática comercial se encarga de inculcárselo constantemente, mediática que se torna explosiva porque sus vecinos y compañeros de trabajo van adoptando esos mismos hábitos3. Se inicia así una carrera de costumbres presupuestarias consumistas que van elevando su carga de compromisos: bienes de lujo, servicios no menos suntuarios que caracterizan a aquellos trabajadores de mayores ingresos y quienes, a su vez, son los primeros en adoptar todo ese estilo de vida que se traduce en grandes desembolsos quincenales, y para cuya cobertura no hay salarios límites. La crisis que actualmente atraviesa la rancia Europa, con unos indignados que tienen más de 100 años emitiendo loas al capitalismo y odio hacia el comunismo, responde fundamentalmente al elevado estándar de vida que sus proletarios más privilegiados de sus países-los más escuálidos-fueron incrementando y que ya le resulta incosteable al capitalismo4. Allí no se observa una lucha contra el sistema capitalista, sino contra gobernantes burgueses y corruptos y contra la severidad financiera del Fondo Monetario Internacional.

Ese creciente estándar de vida, adoptado por un segmento del proletariado venezolano, empieza a ser una constante, de allí que cualquier salario, por suficiente que resultare para cubrir una digna cesta básica siempre resultará deficitario. En el caso de aquellos trabajadores a destajo, como los comerciantes medios y de corto giro (buhoneros o quincalleros), profesionales y artesanos en general o técnicos varios, todos estos subsegmentos optan por forzar su nivel de ingreso a como dé lugar, comercializan su fuerza de trabajo. Por ejemplo: la mercadean a punta de triquiñuelas y trucos comerciales que les aplican a sus clientes.

No hay transparencia entre un comerciante y sus clientes, tampoco entre los servicios de un médico, un abogado, un plomero y afines, y sus respectivos clientes. Una vez que logran unos ingresos medios que les permitan una casa digna, entonces van por la segunda en la playa, en zonas rurales, etc. Llega un momento en que, ante cualquier conato de merma en sus ingresos mensuales medios, empiezan o adoptan mecanismos que forzarían la contrata: los médicos programan visitas para sus pacientes-clientes-, los plomeros dejan fugas o posibles focos de obstrucción en las cañerías y vasos de aguas potables y servidas. Los abogados, como conocen las leyes, se encargan de descubrir resquicios por donde burlar las leyes con tal de complacer a sus clientes y así facturar honorarios que les permitan no perder su look de aburguesado. Los Contables e Ingenieros se especializan en maximizar los ingresos y minimizar los egresos de sus patronos a fin de ganarse su estabilidad contractual, cosas así. Estos trucos comerciales los aplican mucho los mecánicos de automóviles, de electrodomésticos, tapicería, cerrajería, etc., cosas y casos así.

Abundemos con el caso más ejemplificante: Buena parte de los médicos venezolanos de formación prechavista son de libre ejercicio, y con las poquísimas excepciones de rigor van configurando un estándar de vida de costo creciente: viviendas de lujo, muebles suntuarios, clubes, supuestos congresos que son, más bien, días de descanso ante las jornadas forzadas a las que se autosometen durante el año a fin de redondearse ingresos del orden de 60 MM de BsF/mes de 20 días, y hasta más. Como quiera que sus pacientes-clientes-no son fijos, se ven obligados a forzar ese mercado con magnificación de sus diagnósticos, con alargamientos del número de consultas. De esa forma van llenando su calendario, de tal manera que cada día del año laborable cuenten con un lote de consumidores-pacientes-que les garantice ese abultado presupuesto de egresos que ellos mismos se van configurando en su irrefragable tendencia a vivir como lo hace la alta burguesía.

Razones como esas justifican la ceguera rabiosa que viene caracterizando a los pobres y proletarios medios e inferiores de la escualidad. Gente que sigue viviendo en condiciones indignas, en piezas de viviendas, o alquilados en viviendas de tercera con elevado canon, gente que viste con bluyines baratones, franelitas y sandalitas hechas con sobrantes de calzados verdaderos, y demás bisuterías “made in buhoneros”.

Y hay más: Hay un conglomerado de seudoescuálidos que simplemente conocen muy bien de lo que son capaces los cabecillas del Puntofijismo, de lo que es capaz, criminalmente hablando, la derecha fascista.

Y, finalmente, las Técnica viene siendo prostituida como fuerza productiva porque el empresario moderno, que ya no dispone de mercados estables y su maquinaria puede producir por encima de la demanda solvente, acapara5 parte de la capacidad de producción y opta por mantener inventarios iliquidables en millones de exhibidores de los centros comerciales del mundo burgués. También propende a la fabricación de desechables de corta vida útil, a fin de que los ciclos de rotación de su capital se acorten y hasta se aceleren.

1 En 2 platos: Técnica traduce truco, mismo que el hombre le aplica a la Naturaleza a fin de usarla en su favor, y/o contra sus semejantes-caso de las sociedades clasistas). Como sabemos, el desarrollo de las fuerzas productivas hasta ahora sólo ha servido al capitalista. Las inevitables protestas proletarias responderían más a las presiones del mercado-penuria, depauperación progresiva, etc.-que al mejoramiento de la conciencia o ideología antiburguesa. Véase mi entrega:

http://www.aporrea.org/ideologia/a170415.html

 

La técnica requiere tanto destrezas manuales como intelectuales, frecuentemente el uso de herramientas y siempre de saberes muy variados. En los animales las técnicas son características de cada especie. En el ser humano, la técnica surge de su necesidad de modificar el medio y se caracteriza por ser transmisible, aunque no siempre es consciente o reflexiva. Cada individuo generalmente la aprende de otros (a veces la inventa) y eventualmente la modifica. Es generalizada la creencia que sólo las personas son capaces de construir con la imaginación algo que luego pueden concretar en la realidad, pero algunos primates superiores, aparte del hombre, pueden fabricar herramientas. La técnica, a veces difícil de diferenciar de la tecnología , surge de la necesidad de transformar el entorno para adaptarlo mejor a sus necesidades.”. TOMADO de: http://es.wikipedia.org/wiki/T%C3%A9cnica

 

 

2 Carlos Marx, Contribución a la Crítica de la Economía Política.

 

3 Véase Leon Tolstoi, La muerte de Ivan Ilich.

 

4 Véase mi entrega: http://www.aporrea.org/actualidad/a138993.html , Nota 4.

 

 



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Manuel C. Martínez


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