Manual para ser ministro

Sin alardes de falsa modestia admito que he conocido y compartido con personas que fueron ministros de algo durante la triste época (que no época triste para algunos y para muchos, a expensas de la corrupción) de la Cuarta República, porque la vida nos lleva por tantos rumbos que esas personas se aparecen ante nosotros por cualquier vía. Sin embargo, durante estos catorce años del proceso revolucionario me intriga muchos los medios o modos como algunas personas que no conozco se hacen ministros. Pero sucede igual que en el pasado: he conocido a varios ministros durante la V República y he compartido en algún momento con ellos y hasta con sus viceministros. Al mismo Comandante Eterno lo conocí en 1994 en la isla de Margarita y desayunamos juntos. Ese mismo año firmé junto a otros cuarenta intelectuales del país una carta pública de una página entera, dirigida al Presidente Interino de Venezuela Ramón. J. Velásquez, que se publicó en El Nacional, solicitando la liberación de Chávez y los demás comandantes sublevados presos en Yare, la cual fue redactada y promocionada por el joven abogado TarekWiliamSaab, a la postre conocido como “El Poeta de la Revolución” y hasta gobernador de mi estado natal, Anzoátegui. Otros amigos han sido o son alcaldes bolivarianos, diputados y legisladores, concejales, directores y presidentes de instituciones públicas. A algunos les pregunto lo mismo: ¿Cómo hiciste para llegar a ese cargo?
Las respuestas tienen diversos matices. Yo estaba en una concentración con el Comandante Chávez y mi hermano que era general me recomendó y a los pocos días me llegó el nombramiento. Asistí a una fiesta donde estaba Chávez y me hizo unas preguntas y los pocos días me llamaron de Miraflores. A mi me llamó fulano de tal que era viceministro y me puso como director, luego cuando él pasó a ministro yo quedé de viceministro y al ser cambiado de ministerio o propuesto para gobernador yo heredé el ministerio de mi amigo.
Yo tengo veintidós años dando clases de lingüística en una universidad pública que me ha hecho pasar el hambre hereje. Recuerdo el inicio de año de 1998 cuando pasamos cincomeses sin cobrar sueldos en esta institución, a la que se le endilgan no pocos supuestos actos dolosos en el manejo de los dineros de la academia desde los tiempos de un rector de apellido Figueroa y otro de apellido Vallenilla y de una rectora de apellido González y así sucesivamente. También tengo treinta y dos años dedicado a la literatura, escribiendo cosas para salvaguardar la dignidad del país y preservar sus tradiciones, su cultura, su gentilicio y promover el acervo cultural y ni el PSUV ni ninguno demis tantos conocidos me ha propuesto ante el gobierno ni para barrendero de un ministerio que me garantice al menos el salario para la papa, que tan menguado ymaltratado ha estado en mi ejercicio de docente. A cambio del favor político-económico no recibido, pero que sí han recibido muchos de mis exalumnos (alguno de ellos es hoy viceministro de algo y ostenta buena fortuna material), me conformo espiritualmente por muchas pequeñas batallas sumadas al alma, digo yo, en paráfrasis de un verso del poeta Gustavo Pereira, cuya obra he estudiado durante veinticinco años, precisamente porque arremete contra las injusticias humanas, la invisibilización de lospueblos y sus culturas y porque combate ideológicamente la imbecilidad, la usura, la ineficiencia, el mal uso del poder y toda forma de expolio y mezquindad. También he estudiado la del joven luchador político margariteño Luis Castro, malogrado por los gomecistas a los 24 años. De igual modo he estudiado al gran poeta José Lira Sosa, al poeta trujillano Ramón Palomares, al poeta de Carora Luis Alberto Crespo (hoy embajador en la Unesco) y tantos y tantos poetas amigos y tantas poetisas que ni siquiera conocí personalmente. Como se ve, un ejercicio nada monetario como el ejercicio político pero que deja una honda huella moral.
Entre lectura y lectura sigo hurgando papeles y bibliotecas para dar con algún manual para ser ministro de algo aunque con la desventaja consabida de que quienes tienen control sobre los medios televisivos y mediáticos me llevan una pequeña ventaja. Ellos se ven y yo no me veo. Así de simple. Bueno, en realidad no me importa ser ministro de nada, pues para luchar por esta Patria Grande y por la memoria grande y el legado grande de nuestro Comandante Eterno un papel, un lápiz y este tajode conciencia que Dios me dio creo que bastan. Aunque otros piensen distinto y se armen de mil malabarismos para ser ministros del proceso bolivariano a cualquier precio. O gobernadores. O alcaldes. O diputados. O Legisladores. O Cualquier cosa roja rojita sin importar para nada la vocación de servicio, el ideal del compromiso efectivo ni la eficiencia en la gestión pública. Y por supuesto, sin importar la inteligencia.
Así es la vida, compatriotas.
elpoetajotape@gmail.com
Poeta y escritor.
Profesor universitario.
Doctor en Filología Hispánica.
Promotor Cultural



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José Pérez

Profesor Universitario. Investigador, poeta y narrador. Licenciado en Letras. Doctor en Filología Hispánica. Columnista de opinión y articulista de prensa desde 1983. Autor de los libros Cosmovisión del somari, Pájaro de mar por tiera, Como ojo de pez, En canto de Guanipa, Páginas de abordo, Fombona rugido de tigre, entre otros. Galardonado en 14 certámenes literarios.

 elpoetajotape@gmail.com

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