Esa patria que es el hombre: Hugo Chávez Frías

Estuvimos un tiempo compartiendo el alma

H. Chávez
(en alusión sus conversaciones con Fidel)


No hay afuera en este dolor; era un continente, un océano, una cordillera, un viento. El dolor está en el aire, en la respiración, en la mirada, en la montaña, en todo uno. El sol no mostrará su cara a causa de su duelo (W.S). Las nubes no surcarán los cielos por el dolor que las aqueja y el cielo estará entonces sin sol ni nubes.

Escribo en uno de esos momentos tristes, en donde la tristeza no encuentra fondo posible; tratando de hilvanar sobre ese gran hombre que compartimos en una época nueva. Cada letra es un desgarramiento, en ellas se filtra más de un recuerdo. Alguien dijo que en Venezuela se estaba gestando un movimiento de militares progresistas que parecía una gran contradicción pero en realidad era como él mismo lo dijo, el inicio de los sueños azules para toda América Latina y el mundo. No era fácil de creer en este continente en el que los militares (salvo algunas excepciones como Torrijos y Velasco) se habían caracterizado por reprimir. Pero fue el premonitorio por ahora que ya vaticinaba su compromiso invencible. Su aparición, luego, en medio de la "nada" luego del neoliberalismo y del pensamiento único. Y ya, en su condición de Presidente, su sabiduría e inteligencia para hacer frente a las adversidades como en esa secuencia de ataques a partir del momento en que todo iba en serio. Los sucesos golpe de Estado (apoyado por la Israel de Latinoamérica), el paro petrolero, el referendo revocatorio y los demás ataques del imperialismo y sus lacayos. Reverdecía en cada encrucijada, regresaba de cada ataque con más energía.. Alcanzó a decirlo, sin aire jactancioso: tengo más vidas que un gato.

Encendió una mecha que prendió todo el continente. Logró lo que la burguesía criolla había impedido; que los pueblos y sus gobiernos se miraran unos a otros. Desde cuando comenzó esa valiente gesta libertaria de integración hasta sus momentos últimos en que quería retenerlo como dijo Miguel Hernández, "escarbando la tierra con los dientes, apartar la tierra parte a parte, a dentelladas secas y calientes, minar la tierra hasta encontrarte y besarte la noble calavera y desamordazarte y regresarte", resucitarte o reencarnarte. Había resistido, como un bambú las tormentas, y seguía en su raíz; era invencible. Esperábamos que ocurriera lo mismo en medio de esa penosa enfermedad.

Por eso está uno frente a la pantalla de un computador, una máquina de escribir, un papel, atrapando lágrimas y guardando la distancia de este, a veces, sentimiento insular en esta tierra a veces inhóspita, estéril para el acto solidario. Llevando ese dolor del vacío, tan inmenso cuando se pierde alguien que fue importante para la vida del mundo, que renovó la esperanza y nos transformó hasta el último segundo. Hizo, como el Che, el tránsito hacia la eternidad, a la galaxia. Perdemos eso que lo componía como una sinfonía: su mirada, su voz altiva, su hermoso ser caribe, su valentía contra el imperio, su visión y su horizonte. Como dijera Berthol Brecht, esos son los imprescindibles... Está en el lugar más vivo, en el aliento, en la esperanza, en la dignidad....

jfromerot6@gmail.com
Bogotá.


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