Racismo y Ayuda Humanitaria

Las acciones de ayuda humanitaria están mediatizadas por la concepción que se tenga del grupo social objeto de dicha ayuda. Resalto aquí la idea de “objeto” de la ayuda. Sobre eso volveré más adelante. Si el grupo al que está dirigida la ayuda humanitaria no es considerado del todo humano, o como menos humano, esa ayuda llegará tarde y en cantidades limitadas. Esta interpretación se deriva de la extrapolación de resultados de las investigaciones sobre la atención diferenciada que se brinda en los hospitales estadounidenses según las características físicas del paciente y la percepción que se tenga de su valor para la sociedad. Este fenómeno ha sido catalogado como “perdida social”. Si el personal médico de un hospital recibe un paciente grave y tiene información acerca del paciente, la calidad de la atención que se le brinde será determinada por esa información. Por ejemplo, si el paciente es un hombre blanco de 35 años y de profesión ingeniero, el personal médico asume que si ese paciente muere la “perdida social” será alta, entonces se harían todos los esfuerzos posibles por salvarle la vida. Si el paciente es un joven negro desempleado, la atención médica será de menor calidad porque menor sería la “perdida social” según esa lógica. Postulo que algo similar sucede en una escala mayor cuando se trata de prevenir catástrofes y de proveer ayuda humanitaria una vez que estas se producen.

Ejemplos del funcionamiento de la lógica de la “perdida social”, a escala de grandes poblaciones, sobran. Las mayores cadenas de televisión, entre las cuales resalta CNN, se han ocupado muy poco de la tragedia diaria de millones de africanos que mueren de hambre o que son víctima de actos de violencia directa. Dos soldados estadounidenses muertos en Irak ocupan más espacio noticioso que cientos de muertos en Darfur. Esos soldados tienen nombre y apellido, una hermosa familia y unos vecinos a los que le duele haberlo perdido, son humanos. Los muertos en África son anónimos, no tienen rostro, no tienen nombre, no tienen familia, son sólo cifras mencionadas segundos en los noticieros mundiales. Estos muertos no son tan humanos como el soldado. Dentro de la lógica de la “perdida social”, es menos el esfuerzo que se haría por salvar a un africano hambriento que el que se haría por salvar a un soldado blanco matando árabes en Irak.

En lo propios Estados Unidos estamos en este momento observando una de las manifestaciones más horribles del comportamiento que se deriva de la lógica de la “perdida social”. La tragedia que viven miles de negros y latinos en el sur de los Estados Unidos es única en la historia de ese país. Nunca antes habían experimentado simultáneamente la pobreza, la angustia, los efectos de un desastre natural y el desprecio del resto de la sociedad estadounidense. La falta de respuestas del Gobierno Federal para prevenir la muerte de tantas personas, la lentitud en el envío de ayuda humanitaria, la poca celeridad en la movilización de personal y tecnología para facilitar el rescate y la atención de cientos de miles de personas, etc. no son una casualidad. Como se trata de negros, de latinos y de “white trash” (blancos pobres), el sentido de“perdida social” es muy bajo lo cual lleva al tipo de respuesta limitada que hemos visto. La respuesta del Gobierno federal, y del resto del mundo, en el caso del atentado terrorista del 11 de septiembre en Nueva York fue contundente, abundante e inmediata. Las manifestaciones de dolor, de solidaridad, los recursos que se movilizaron fueron todos cuantiosos. Claro, la “perdida social” fue percibida como muy alta. Se perdieron las torres icono del comercio mundial, murieron empleados de grandes firmas transnacionales, etc. pura gente valiosa. La respuesta fue entonces proporcional al sentido de “perdida social”. Todo lo contrario está sucediendo con el caso de Nueva Orleans, centro de la “perdición”, del carnaval, del jazz, hogar de muchos pobres negros y latinos, pura gente de poco valor, casi humanos. La respuesta es también proporcional. Para gente poco humana, poca ayuda humanitaria. No podía ser de otra forma.

Esa lógica es terrible, pero así es. En una sociedad donde algunas personas son vistos como capital humano y no como seres humanos, esa es la respuesta que se puede esperar. Esa es una de las bases del capitalismo. Esta tragedia que viven hoy nuestros hermanos negros y latinos en Nueva Orleans debe llevarnos a reflexionar. Esa tragedia nos golpea la cara con lo más crudo del capitalismo. Esta tragedia nos obliga a pensar y reforzar nuestras acciones por la construcción del socialismo, la única manera que veamos a todas las personas como seres humanos, que valoremos a todos por igual. En el socialismo la ayuda humanitaria sería igual para todos en principio, y mayor para quien más la necesite según la gravedad de la tragedia que experimenta y no según el valor percibido que tengamos de esas personas para la economía.


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Julio Mosquera


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