El país no está “polarizado”

Podemos decir que un país está “polarizado” cuando está dividido en dos bandos opuestos con igualdad relativa de fuerzas políticas y militares. Ese no es el caso de nuestro país en este momento. Eso fue así en la época de la IV República, donde AD y COPEI tenían más o menos la misma fuerza política y compartían el control de las Fuerzas Armadas (como se les llamaba entonces). Otro aspecto de la polarización es que existan dos bandos que sostengan prácticas y políticas opuestas, claramente diferenciadas, y que las fuerzas que promueven esas prácticas y políticas sean equiparables. Ese no era el caso de la IV República, porque excepto ciertos matices de forma no había diferencias importantes entre las prácticas y políticas de AD y las prácticas y políticas de COPEI. Las diferencias se fueron haciendo cada vez menores en la medida que aumentaba la hegemonía del neoliberalismo. Soy de la opinión que la Venezuela de hoy en día no está polarizada en ninguno de los dos sentidos arriba señalados.

Primero, el oposicionismo no cuenta con una fuerza política y militar similar a la fuerza política y militar con que cuenta el chavismo. La minusvalía de la fuerza política de la oposición ha quedado demostrada en las sucesivas derrotas que ha sufrido durante estos últimos catorce años. La más reciente les ha resultado la más dolorosa. Pensaron que con la ausencia física del Comandante Supremo Hugo Chávez, tendrían el camino real abierto para retornar al poder. Al ser derrotados una vez más, ahora por el primer candidato chavista, sienten que sus posibilidades de llegar a Miraflores se alejan considerablemente. Por otro lado, el chavismo, al tener el control político del Gobierno, tiene control de los aparatos del Estado por la vía constitucional. Entre ellos incluimos a la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB). Sin duda alguna, Nicolás Maduro es el Comandante en Jefe de la FANB. Como tal, la FANB le debe obediencia. El oposicionismo seguramente cuenta con elementos militares que le son afectos. Seguramente que entre los miembros de la FANB hay un número de efectivos que no están a favor del socialismo. Sin embargo, no tendrían suficiente influencia como para desviar la ruta del proyecto socialista por la vía militar. Además, no tendrían ninguna justificación para hacerlo porque la Revolución Bolivariana ha caminado siempre por la senda democrática tal como está establecida en nuestra Constitución. Dicho sea de paso, la única Constitución aprobada por el pueblo en un referéndum popular. En definitiva, el chavismo cuenta con una fuerza política y militar, por razones constitucionales, mucho mayor que la del oposicionismo.

Segundo, aunque los resultados electorales de la recién elección presidencial puedan confundir a los desprevenidos, la propuesta socialista cuenta con un amplio apoyo de la población venezolana. Tanto así, que el dos veces derrotado candidato de la derecha tuvo que ir haciendo ajustes a su oferta electoral hasta el punto de asumir que daría continuidad a las políticas sociales iniciadas por la Revolución Bolivariana. Por otro lado, ocultó totalmente su verdadero programa económico, evitó referirse al neoliberalismo y fustigó las recientes medidas económicas tomadas por el Gobierno Bolivariano, las cuales denominó como “Paquetazo Rojo”. Además, designaron como Jefe de Campaña a un Gobernador que saltó la talanquera para abandonar el chavismo y sumarse al oposicionismo. Aunque este Gobernador no puede ser considerado realmente como socialista, tampoco puede incluirse en los grupos de extrema derecha. Su posición más bien socialdemócrata es una muestra del giro hacia el centro que le dieron a su oferta electoral los sectores del oposicionismo. El acompañamiento de este Gobernador ayudaba a reforzar la imagen de centro del candidato Enrique. Tal fue el cambio de imagen, que se levantaron voces en contra de ese cambio de apariencia, sectores de la extrema derecha le reclamaban a Enrique por no declarar abiertamente sus verdaderas ideas en materia económica. Lo cierto de la historia es que este pasado 14 de abril se le presentaron al electorado venezolano dos propuestas muy parecidas en la superficie, en lo que respecta al llamado mercadeo electoral. Digo parecidas, porque la derecha en su esfuerzo por atraer a personas que habían votado anteriormente por Chávez maquilló su programa de gobierno para hacer ver que continuarían con las mismas políticas. Se declararon prácticamente admiradores de Chávez, Enrique lo reconoció ayer como un líder político nacional e internacional, y ofrecían llevar adelante las misiones, es más, ofrecían mejorarlas. Ofrecieron aumento general de sueldos y otras medidas demagógicas, con la única finalidad de confundir y ocultar su verdadero programa. Por algo se ganó Enrique el apodo de “copión”.

Puedo concluir de lo anterior, que los votos de Maduro indudablemente que son votos a favor del proyecto Socialista Bolivariano y que una buena parte de los votos nuevos que capturó Enrique, con astucia y engaño, también apoyan una cierta versión del socialismo. Tendríamos así una mayoría aplastante de venezolanas y venezolanos que apoyan el proyecto de construcción de una sociedad de justicia y de derecho para todas y todos, una nueva sociedad que ha sido bosquejada en buena medida en nuestra Constitución. La mayoría contundentemente apoya la propuesta socialista, todavía vagamente definida, entendido el socialismo como un estado de justicia y de bienestar, de felicidad, donde todas y todos gocemos de los mismos derechos. Por lo tanto, no hay una polarización en el país. Sucede que la derecha sigue en píe y tiene capacidad para hacer ruido, actúa con astucia y se mantiene al acecho, pero es una verdadera minoría.

julio_mosquera@hotmail.com


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Julio Mosquera


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