Es impactante, al leer , escuchar y ver los medios privados de oposición de Venezuela y el mundo occidental, que los períodos gubernamentales de Hugo Chávez, desde el 2 de febrero de 1999 hasta el 5 de marzo de 2013, fechas de de su primera juramentación como Presidente y de su fallecimiento, respectivamente, estuviesen signados por los asesinatos, las persecuciones y encarcelamientos políticos, la ruina de la economía, el desempleo, la pobreza, la miseria, el hambre, el abandono de la educación, de la salud, de la infraestructura física del país, del aislamiento internacional, y muchas otras miserias más. Por eso es que muchos se preguntan, estupefactos, aquí y allende nuestras fronteras, el porqué salió triunfante en 16 de las 17 confrontaciones electorales que se realizaron en Venezuela desde 1999 hasta las dos últimas de 2012, ante el ojo avizor de decenas de organismos internacionales que avalaron, una y otra vez, la pulcritud, transparencia y orden de esos comicios, de los que Chávez y sus partidarios salieron ganadores. Esas prédicas, por demás degradantes y llenas de falsedades, pasarán a formar parte, en el imaginario de estos años, como la historia de colapso un anunciado. Y eso se publicitó en grandes titulares año tras año, mes tras mes, semana a semana, día tras día. Sólo que hay un gran pero, mejor dicho, muchos grandes peros.
Asombran al infinito esas maledicencias, al contemplar expectantes como, desde semanas antes de su desaparición física, decenas de millares de pueblo venezolano y de otras latitudes orasen por su salud y, a partir del 5 de marzo, estén desfilando, en columnas interminables, millones de hombres, mujeres, ancianos y niños de todos los estratos sociales ante su féretro para darle su despedida personal.
Muy al contrario de lo que han estado afirmando los medios maledicentes, durante 10 de esos 14 años de gobierno “Chavista” Venezuela vio crecer su economía, con la curiosidad alarmante que en los cuatro años que decreció, en ninguno de ellos se debió a errores intrínsecos del gobierno. En dos de ellos, 2002 y 2003, se debió al Golpe de Estado de la oligarquía empresarial y los militares traidores y facciosos cuyo balance fueron más de veinte mil millones de dólares de pérdidas; y en los años 2009 y 2010, debido al colapso de la economía mundial provocada por los grandes países capitalistas.
Vale hacer énfasis en que desde 1999, un consenso “espontáneo” de economistas, sociólogos, politólogos, abogados y otros profesionales entre quienes se encuentran colegas que comparten mi amistad en esta región del país, y muchos más allegados al poder multinacional, jefes de Estado occidentales de algunas grandes potencias, medios de comunicación y organismos internacionales con sede en Washington, han pronosticado, “o deseado” insistentemente el inminente colapso del modelo económico venezolano fundamentado en la nacionalización de algunas de las industrias estratégicas, y el desarrollo y profundización de variados programas sociales que han transformado este país, hasta el punto que los organismos dependientes de las Naciones Unidas: UNESCO, PNUD, OMS, OIT, UNICEF, ACNUR, FAO y, muy específicamente la CEPAL, avalan año tras año, con informes positivos de reconocimiento, los objetivos y metas alcanzadas por Venezuela en estos 14 años. Reconocen, de manera muy especial, los logros en los programas sociales dirigidos a los pobres, y el hecho de alcanzar la meta de ser el segundo más equitativo de la región después de Uruguay, según la CEPAL. El Fondo Monetario Internacional (FMI) vaticinaba cada año grandes fracasos para Venezuela, subestimando el crecimiento del PIB entre 4 y 7 puntos porcentuales en sus previsiones para los años 2004, 2005 y 2006, respectivamente”. Vaticinios fallidos, por cierto, todos ellos.
Pero esos “errores” de Venezuela, según esos “análisis de expertos” se deben mas que todo a las “sugerencias” del Departamento de Estado estadounidense, en una abierta campaña al evidenciar que Venezuela encabeza a un conjunto de países latinoamericanos que se están, progresivamente, librando de la soga del FMI y sus programas, alarma que se hace más estridente al comprobar que el apoyo bolivariano está sustituyendo a estos organismos multilaterales como fuente de financiación e influencia ideológica desde Nicaragua a Argentina, atravesando todo Centroamérica y los países andinos hasta llegar a la Argentina de Cristina Fernández de Kirchner.
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