Extraña Juventud

A veces me detengo a preguntar cuáles son los verdaderos motivos de la movilización de la juventud que milita en las ideas de la derecha. Intento hacer un análisis sosegado, sin pasiones. Hago el esfuerzo de deslastrarme, también, del discurso cotidiano que reincide en la idea de que estos jóvenes están pagados por el imperialismo y por la burguesía más rancia de América. Y hago esto último a partir de un buen principio: otorgarles el derecho a la duda y, en este caso, el derecho a expresarse que todos tienen. Me gustaría pensar que estos chamos no son tan bobos como parecen; pero aun y con todo ese esfuerzo expresado para dar con el objeto que los mueve, no logro entenderlos.

Revisando nuestra historia como nación, son muchos los episodios en los que nosotros, como juventud, hemos estado real y verdaderamente acorralados por la acción represiva del Estado. Se podría hablar de Juan Vicente Gómez, de Pérez Jiménez, Betancourt, Caldera, Carlos Andrés, y solo de estos por su acción emblemática en cuestiones de represión, para poder hacer una lista interminable de persecuciones, torturas y desapariciones de jóvenes estudiantes. Y no quiero decir, para seguir con el ánimo de sosiego, que estos fueron atacados por ser como el Che. No, diré que fueron torturados y muchas veces desaparecidos por creer, tan solo, en que un mundo mejor es posible… Un mundo mejor, lejos de la explotación del capital, distante de la realidad opresora de un sistema económico que no valora al hombre, y mucho menos las ideas. Pero esa realidad histórica, ese episodio penoso y reciente de nuestra historia, parece no estar claro o comprendido a cabalidad por estos jóvenes, que hoy se paran a demandar algunas “verdades”, esgrimiendo principios de “justicia” y de “derechos”. Parece que piensan que están absueltos de toda responsabilidad moral ante aquellos que dieron la vida por construir algo que, en el fondo, ellos también aspiran. O por lo menos eso quisiera creer, por amor a la condición de juventud.

Ha sido verdaderamente penoso el sentido vago que estos jóvenes tienen de sí mismos. No ven su posibilidad de crear y transformar, y prefieren quedarse en las postrimerías de una lucha hueca, nacida de los intereses decadentes de una clase en la cual, en la mayoría de los casos, ellos mismos no están inmersos. Es una juventud, esa que hoy se encuentra “protestando” en Chacao o merodeando el Hospital Militar, desorientada, descolocada, profundamente cosificada; y sus reflejos de juventud, de espíritu rebelde y combativo, dan claros indicios de fallecimiento. El bien más preciado de la juventud, el cual se precisa en el amor a hacer y el crear, se les erosiona en un vaivén de incomprensiones coyunturales que, a su vez, les impide una visión clara de su realidad, por demás apremiante.

La anomalía de esa extraña juventud, se encuentra en que no son movidos por los valores excelsos de la juventud misma. Su lucha no responde a la irreverencia de esos tempranos años en los que el espíritu despierto es avasallante y critico; ellos no denuncian, al mejor estilo hegeliano, todo a su alrededor, para que lo que tenga que cambiar cambie, y lo que tenga que nacer nazca. No, ellos se conforman con el insulso proceso de adhesión a una vos gastada por el tiempo, perdida en un eco parco que no encuentra fuerza en el pueblo, porque todo el pueblo canta a otro ritmo, al ritmo del combate y la creación, al ritmo de Chávez y la revolución.

Y ahora que voy entendiendo a esta extraña juventud, me pregunto, ¿Dónde está el combate, que ha de brindarle la otra hermosa juventud?



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@Franc_Ojeda


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Francisco Ojeda


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