La máxima que da título a este artículo es usada en el medio empresarial; muy acertada, por cierto, y aplicable a la actual discusión sobre VTV. Cuando alguien se empecina en sólo ver lo negativo, pues ni modo. A mí particularmente, no me produce nada el nuevo logotipo de VTV. No es la gran cosa, es verdad. Pero no porque “no signifique nada”, argumento que sería atribuible al muy desacreditado “realismo socialista”. La función de un logo no es significar, sino posicionarse en la mente del público (pasé más de 20 años trabajando en publicidad, conozco el asunto). Fíjense ustedes en el logo de Nike, no significa nada, pero todo el mundo lo recuerda ¿Su fortaleza? Su simpleza, esa especie de línea continua y suave, que entra por los ojos y no vuelve a salir. Eso es lo que no me gusta del nuevo logo de VTV: es un tanto pesado, como grueso, poco potable. Me hubiera gustado a mí solamente las siglas tal como aparecen junto a él, con un excelente manejo entre lo sugerido y lo real. Pero bien, a lo hecho pecho. Nadie puede pensar que a estas alturas se cambie el logo. Tal vez más adelante lo versionemos, lo suavicemos, lo mejoremos. Lo más importante es la programación, tema difícil pues no veo ni una sola idea de programas en las críticas y para nada se habla de nuevos espacios como Poder Popular (Pedro Lander), o espacios con gran prsencia del pueblo, como Coversatorio Vecinal, Al soberano y otros. O nuevos programas políticos de opinión, por ejemplo Como ustedes pueden ver (los Robertos) o La Réplica (Néstor Francia y Eileen Padrón). En cuanto a programas que ya no están como La Lámpara de Diógenes, no sé que pueda haber ocurrido. Sería bueno que tanto Diógenes o VTV dieran alguna explicación, pero eso depende más de ellos que de mí. Tampoco está La Hojilla diaria. Es claro que La Hojilla mantiene el mismo nombre pero no es el mismo programa, pues dos de sus conductores ya no están. A mi particularmente me gusta la mayor diversidad que hay ahora con los Robertos, Earle, Mario, Eileen y Néstor. Porque la función principal de un canal del Estado no es divertir o acumular raiting, sino educar. La diversidad educa y no estoy de acuerdo con una visión unilateral día tras día. Por ejemplo, la visión mía de la televisión, del país y del mundo no es exactamente igual a la de Mario Silva ni a la de Eileen, lo cual no tiene nada de raro, porque somos personas diferentes. De todas formas es claro, todo el mundo lo sabe, que Eileen y yo tenemos visiones más cercanas en muchos sentidos que con la de Mario. De modo que está muy bien que todos tengamos nuestros espacios y se expresen nuestras visiones con independencia y eso es más educativo, más completo, más pertinente. De hecho, hay gente del público que prefiere a Mario más que a mí y viceversa. Igualmente unos adoran a los Robertos y a otros no les gustan. Esa es la democracia, una sola visión sería autoritarismo intelectual.
Para contribuir a las soluciones: pienso que a VTV le vendría bien una especie de discusión compartida en torno a su programación. No creo que esta discusión pueda ser asamblearia (entre mil personas, por ejemplo), eso sería un atajaperros inútil. Pero si se podría hacer una especie de seminario con participación de especialistas, representación de los usuarios, anclas del canal, directivos, CONATEL y otros entes. Se abriría un correo y/o una línea para las opiniones del público y se daría una discusión fraterna, constructiva. Mientras tanto, felicito a Pedro Lander por la excelente idea que es Poder Popular, programa hecho con las comunidades, al profesor Arenas por su combativo programa de este sábado en una asamblea popular de productores de cacao, al programa que le siguió, sobre Barrio Adentro y la medicina comunitaria, así como “nos” felicito a todos los que tenemos espacios de opinión. Vamos a usarlos con conciencia, con cuidado del lenguaje y las actitudes, con respeto a la Ley Resorte, con intención de educar. Yo seguiré con mi joda política los domingos con La Réplica, junto a Eileen, a las 5 de la tarde (o después que termine el “programa anterior”).
Una cosa final: dejemos de batir en el aire nuestra defensa de VTV el 13 de abril, como si eso fuera un carnet de revolucionario. En primer lugar, ese era nuestro deber y simplemente lo cumplimos. Luego, precisamente a partir de aquellos hechos mucha gente que estaba confundida cambió de parecer. ¿Qué hacemos, les tiramos la puerta en la cara? Eso se parece al argumento que leí el otro día en un lamentable artículo que apareció en Aporrea, según el cual no podía ser revolucionario quien ni hubiese tirado piedras y quemado autobuses en los 60. Esto es arbitrariedad, sectarismo, exclusión, mezquindad en nombre de la Revolución.
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