La nueva estrategia desestablizadora

El imperialismo no duerme


Por medio de la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID), el gobierno de George W. Bush distribuirá millones de dólares a la oposición venezolana con la intención de reagrupar y reforzarla en lo que sería la nueva estrategia montada en contra del Presidente Hugo Chávez y del proceso bolivariano. Este financiamiento (que se extiende a organizaciones no gubernamentales aparentemente neutrales o alejados del activismo político, como se evidenció con el “altruismo” desplegado recientemente por el embajador gringo en los estados Mérida y Zulia) está dirigido a lograr la infiltración de partidos políticos, organizaciones estudiantiles, vecinales, religiosas y culturales, medios de información, círculos de profesionales, intelectuales y militares aprovechando las grietas, debilidades y desviaciones a que está expuesto el proceso revolucionario venezolano; todo con el único fin de acabar con dicho proceso y rescatar, así, el dominio perdido.

Tal estrategia tiene mucha semejanza con la puesta en práctica durante la década de los 80 en Nicaragua en plena revolución sandinista. A la par de la Contra –la guerrilla reaccionaria entrenada, armada y financiada por la administración de Ronald Reagan y George Bush, padre- la Agencia Central de Inteligencia (CIA) y la Dotación Nacional para la Democracia (NED) trabajaron activamente por fortalecer el bando antisandinista hasta conseguir la postulación unitaria de Violeta de Chamorro a las elecciones presidenciales; logrando la Unión Nicaragüense de Oposición (UNO) más del 50% de los votos mientras tanto el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) perdía el poder que conquistara diez años antes por las armas. Aunque alguien quizás alegue que los tiempos, actores y escenarios son distintos, no puede descartarse absolutamente que dispositivos desestabilizadores similares ya estén adelantándose en el país. No sería casual, por tanto, que los máximos representantes de SÚMATE sean recibidos con gran despliegue publicitario en la Casa Blanca por el mismísimo Bush y se aúpe en la OEA, al mismo tiempo, el monitoreo de los gobiernos latinoamericanos y caribeños por parte de las ONG´s, obedeciendo a los intereses estadounidenses. De hecho, esto se realiza en Venezuela y en otras naciones del hemisferio (incluida Cuba) sin que exista por el momento algún mecanismo o acción legal que lo impida. Al respecto, vale recordar que la dirigencia sandinista aceptó que el gobierno de EE.UU. le suministrara a la oposición nicaragüense unos nueve millones de dólares con miras a su participación en las elecciones, mientras aquella obtenía la promesa tardía de que la CIA suspendería su programa de ayuda a la Contra. Desde entonces el FSLN ha sido derrotado elecciones tras elecciones en Nicaragua.

Para el sostenimiento y profundización de los avances de la revolución bolivariana es vital el desmontaje de esta estrategia de penetración y división de las fuerzas populares orquestada por órdenes directas del Presidente Bush. Pero lograrlo implica ir más allá del simple y, hasta, bobalicón contentamiento al contemplar las miríadas de simpatizantes del Presidente Chávez desfilar por las calles de Caracas, al igual que colmar todas las instancias gubernamentales o estatales, como parece complacer a la actual dirigencia “chavista”, entretanto la confianza de dichas miríadas está depositada nada más que en Chávez. Un abismo peligroso que pudiera conspirar contra la estabilidad y afianzamiento del proceso revolucionario. Esto sería aprovechado por la CIA y sus organizaciones subsidiarias en vista del descontento generalizado que causaría el comportamiento reformista, corrupto y demagogo de quienes estarían llamados a emprender los cambios estructurales en Venezuela, pero se muestran afanados en la acumulación de poder y riquezas como sus antecesores puntofijistas.

Ahora, cuando la alta jerarquía de la Iglesia católica en Venezuela anuncia que investigará “el trato inhumano” aplicado a los opositores encarcelados, sustituyendo en parte el protagonismo alicaído de los partidos políticos enemigos del proceso bolivariano, no es nada descabellado anticipar que ello forma parte del entramado con que se pretende convencer al pueblo venezolano y a la opinión pública mundial de la veracidad de sus acusaciones contra Chávez, sincronizadas con los informes “fiables” de la CIA que lo vincularían con la red internacional de terrorismo, la cual integrarían Al Qaeda, las FARC, el gobierno cubano y el narcotráfico. Planes semejantes ya fueron activados tanto en Ecuador como en Bolivia con la finalidad de abortar cualquier posibilidad revolucionaria en dichos países. Esta intervención imperialista arropada de legalismo, búsqueda de paz, convivencia política y apego a la democracia tiene que desenmascararse cuanto antes en todos los escenarios posibles y contrarrestarse mediante una permanente campaña informativa, lo mismo que de formación en el plano ideológico, en cada uno de los movimientos políticos y sociales que apuntalan el proceso revolucionario. Hay que tener en cuenta que el imperialismo no duerme, pero como lo indicara recientemente el Presidente Chávez, “no es invencible el gigante imperialista, nos hemos topado con él y sabemos cómo derrotarlo. Moralmente están aniquilados y esa es la primera y más grande victoria de un pueblo, la victoria moral”. Asido de esa convicción, el movimiento popular revolucionario podrá conjurar exitosamente cualquier maniobra del Imperio y de sus súbditos nacionales.-



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Homar Garcés


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