El Cacique Guaicaipuro, puro, puro...macho

Que Cristóbal Colón siga siendo el gran almirante descubridor de la América, ha estas alturas del proceso revolucionario no es de extrañar, si por tantos años hemos estado negando inclusive en nuestras canciones infantiles, los valores de la memoria ancestral.

El cacique Guaicaipuro, puro, puro, ha matado a su mujer, jer, jer, porque no tenia dinero, nero, nero para irse al café, fe, fe. El café tenia una vieja, vieja, vieja, que llevaba un loro verde, verde, verde, el lorito iba diciendo, ciendo, ciendo viva España, Venezuela y yo también, bien, bien. (Canción Infantil que se juega con las palmas de las manos)

Así hemos conocido los niños venezolanos por lo menos los de mi generación (años 60), quienes fueron nuestros personajes aborígenes más notorios. Por ello no ha de extrañarnos el desapego, la desmemoria, pues la cosa no sólo quedo en los cantos infantiles, quedo en lo poco que estudiábamos en los libros de historia, en el mundo audiovisual tanto de la televisión como del cine (salvo Jericó de Luis Alberto Lamata, a mi criterio una de las mejores películas realizadas en el país), en la comida, etc.

La historia de Andresote, del Negro Miguel, de Tamanaco, del valle de Caracas y la lucha contra la invasión española, entre otras importantes historias de nuestro acervo, no han sido contadas, o han sido medio contadas, en el mejor de los casos. Y lamentablemente en boca de muchos de los mas reconocidos escritores de nuestro país, esta historia ha sido omitida, para mostrar superficialmente la historia desde el vencedor, desde la oligarquía, que nunca pensó realmente en liberar la Patria, ha excepción por supuesto de nuestros héroes libertadores y el pueblo alzado que los acompaño, para luego ser defraudado.

La memoria ancestral es el gran compromiso y la gran deuda que ha mi muy personal y humilde opinión tiene la revolución bolivariana, ya comenzamos con Bolívar, a Dios gracias, quien encabeza el modelo propuesto para el país: modelo de desarrollo endógeno y bolivariano. Pero todavía queda mucho por hacer, especialmente en cuanto al reconocimiento del universo simbólico que nos constituye y nos explica en muchos casos, el porque somos de alguna manera, y que no comprendemos a veces, o no sabemos explicarlo o explicarnos.

No comprendo por ejemplo, si decidiremos cambiar algunos nombres de avenidas, plazas y autopistas como la Francisco Fajardo, que deshonra el esfuerzo emancipador que llevamos adelante. Los nombres de tantos lideres “democráticos” que todavía engalanan públicamente espacios gubernamentales, cuando no poseen meritos de ningún tipo, pero especialmente meritos morales para estar allí, engalanando los espacios que duramente estamos tratando de transformar y conquistar para la causa revolucionaria: La Biblioteca Raúl Leoni del Ministerio del Trabajo por ejemplo, y que ubicada en la Plaza Caracas, exhibe generosamente el nombre del Presidente venezolano que cuenta entre sus logros más significativos detentar el mayor número de desaparecidos, torturados y muertos de la democracia representativa.

¿Qué estamos haciendo por esa memoria, por ese reconocimiento de los saberes y poderes creadores del pueblo, cuando el poder popular sigue siendo postergado en la cotidianidad de la democracia participativa que estamos construyendo?

¿Se nos ha hecho participar en las decisiones de como queremos nuestro hábitat, nuestros alimentos, nuestro sistema de producción y de relaciones sociales y de producción? No, definitivamente no quieren que despertemos para hacer uso de ese poder, a excepción del Presidente y algunos otros pocos dirigentes, no abundan quienes realmente crean en ese poder popular, pero no lo dicen.

Tienen miedo de los Guaicaipuro, de los Migueles, de toda esa resistencia de 200 años que le puso las cosas difíciles a los españoles, hasta que aparecieron los criollos revelándose, como nuestro Simón Bolívar, por doscientos años más. Así la cosa, la historia hoy día es un peligro, y como bien decía el maestro Alí Primera: En un solar de capachos la historia dormía, y se despertó, despertó. ... Estamos todavía despertando, todavía nuestros ojos no se han acostumbrado a ver, todavía nos acomodamos para oír, pero estamos despertando, y el despertar de la historia deberá acompañar este despertar, para que nos inunde del valor que nuestros abuelos tuvieron para hacer frente al imperio, a ese imperio que al igual que ahora, no quería nuestro despertar, nuestra liberación.

El cogobierno es una necesidad del salto adelante, en todas las instancias, en todos los organismos, en todo espacio público deberá instalarse, y la participación deberá constituirse en rutina diaria, en práctica cotidiana. Hemos sabido luchar por generaciones, y la historia nos lo demuestra, luchemos por la participación real, conquistemos nuestro derecho a la participación, el pueblo unido jamás será vencido.

La historia nos guiará hacia nuestro triunfo, los saberes de nuestro pueblo, negro, indio, mestizo, nos insuflarán de valor, y la mirada puesta en el futuro del hombre y la mujer libre, nos abrirá las anchas alamedas por donde caminaremos con nuestros hijos en la patria nueva.


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Tibisay Maldonado Lira


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