Los movimientos masivos de ciudadanos en diversas partes de Europa y Estados Unidos resultan novedosos. Levantar la voz para protestar la excesiva y grosera ganancia que obtienen las grandes corporaciones, pareciera la moda en estos momentos. Pero vale la pena preguntarse si es ahora que descubren que la globalización de la economía sólo favorece a un grupo minúsculo de personas. Durante siglos el hombre ha sido explotado por sus congéneres. La riqueza ha estado capitalizada en pocas manos.
Las crisis económicas son recurrentes y cíclicas; por supuesto generadas por quienes se encargan de expoliar a los trabajadores. Los capitalistas ganan aun en las peores condiciones en que se encuentre la economía mundial. Negocios son negocios por lo tanto, poco les importa jugar con la miseria humana.
Los países europeos aplican desde hace algún tiempo los modelos impuestos por el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial. El neoliberalismo arrasa con los derechos prioritarios de la gente. El pago de pensiones y jubilaciones tiende a desaparecer; la privatización de los servicios públicos deja en el aire a infinidad de trabajadores. El derecho a un ingreso mínimo se ha minimizado; el tiempo para optar a una jubilación fue aumentado. En pocas palabras el FMI y el BM con sus políticas denigra de la condición económica y social de los individuos.
Más que manifestar públicamente y salir a la calle a reclamar los derechos conculcados, los indignados deberían tomar conciencia de su protagonismo histórico; su deber prioritario es asumir el poder para garantizar la equitativa distribución de las riquezas. Consideramos que con crearse movimientos inéditos, pasearse por algunas plazas, vocear consignas y cargar pancartas se hace muy poco. La verdadera presión la ejerce el pueblo haciendo valer su soberanía. No basta con indignarse para luego cruzarse de brazos. Hacer valer los derechos es imperante, acabar con los emporios comerciales sanearía la economía mundial.
Sierra Nevada/ Mérida
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