Para la gran mayoría de quienes observamos el debate televisivo entre
los precandidatos de la Mesa de la Unidad Democrática fue prácticamente
imposible hallar diferencias concretas en las propuestas realizadas
sobre el modelo de país que ellos aspiran construir.
Los ciudadanos Pablo Pérez, Henrique Capriles Radonski, María Corina
Machado, Leopoldo López y Diego Arria desarrollaron (casi que
idénticamente) un manifiesto de nobles intenciones para Venezuela, pero
de ninguna manera explicaron los elementos racionales que conformen un
programa económico, social, político, o de cualquier otra especie, que
signifique una verdadera innovación o plan coordinado en materia de
políticas públicas.
En un panorama tan vacío en lo que respecta a ideas para gobernar, es
prácticamente una ociosidad discutir quien ha salido victorioso dentro
de un debate inspirado en el formato estadounidense donde simuladamente
se confrontan demócratas, republicanos y unos pocos candidatos de
relleno en representación de las etnias y rara vez partidos minoritarios
sin mínimo chance. Lo curioso es que en este experimento venezolano ni
siquiera se permitió la contradicción directa entre los aspirantes de la
MUD, es decir, todo fue una exposición grupal de bachillerato sin
posibilidad de contrastes entre los participantes.
Es evidente que en ausencia de exposiciones programáticas para gobernar,
sólo el carisma y el histrionismo (o la ausencia de estos) podrían
otorgarle relativa ventaja a algún aspirante en la simpatía del
electorado. Sobre todo, si se tiene en cuenta la existencia de una masa
antichavista (envenenada por la campaña de difamación mediática contra
el Poder Público Nacional) que le daría su voto a cualquier "freak"
(fenómeno extraño) con tal de ponerle fin al actual régimen político.
Es en el escenario de la publicidad y el merchandising (definido por
algunos como la video-política) donde se desarrolla una lucha entre
élites por la conquista de la candidatura presidencial opositora y el
sueño de apoderarse del botín de la nación. Naturalmente, ante la total
ausencia de contrastes ideológicos entre los competidores, todo se
remite a lo funcional y elemental en materia de alegatos populistas que
se repiten siempre, no sólo en el infeliz debate, sino en toda la
campaña opositora.
Entre tales podemos destacar los siguientes: 1) Daremos empleo (no se
precisa si lo harán especulando). 2) Abriremos puertas a la inversión
extranjera (no se revela que esto incluye vender PDVSA a EEUU). 3)
Eliminaremos la delincuencia (no se aclara si ordenarán toque de queda o
plan represivo donde paguen inocentes y pecadores). 4) Garantizaremos
libertad de expresión e ideológica (no dicen si se han arrepentido por
cazar chavistas como conejos en abril de 2002 o si cesará la persecución
política en los estados donde actualmentente gobiernan). 5)
Respetaremos la independencia de los poderes del Estado (pero, bajo la
acusación de "chavistas y comunistas", anuncian que van despedir a miles
de empleados públicos).
En fin, lo visto hasta ahora ha sido un resultado equilibrado entre
consignas populistas, sin relevancia mínima. Simplemente la evidencia
de un viejo modo de hacer política (subestimación a la inteligencia del
pueblo) que se resiste a morir en la nueva democracia popular e
inclusiva que se desarrolla en Venezuela desde 1999.
"Amanecerá y veremos"
jesussilva2001@cantv.net
Constitucionalista. Profesor de estudios políticos e internacionales.
http://jesusmanuelsilva.blogspot.com