Aún recuerdo vivamente cuando apenas era un joven allá en Cumaná, aquella madrugada de gloria en la que todos en la cuadra nos reunimos para festejar con jolgorio y alegría aquel triunfo! Antonio Esparragoza ganaba entonces el título de la Organización Mundial de Boxeo. Aquel suceso, que quizás no tuvo transcendencia alguna en los países industrializados que contaban con decenas de atletas cada año participando en las olimpíadas, para nosotros era quizás la hazaña más grande que hombre alguno hubiese logrado jamás. Fue igualmente un mar de alegría y de locura frenética, cuando la joven selección de baloncesto de Venezuela, le arrebataba en Portland la medalla de plata a un Dream Team arrinconado por la aguerrida escuadra venezolana, a pesar de que aquellos habían ganado el oro.
Tuvimos el mismo entusiasmo cuando Gouveia ganaba el oro en Barcelona, en un deporte casi desconocido para la mayoría de nosotros; Tae kwon do. Ni hablar de la locura que se desató cuando atónitos presenciamos como las palmeras venezolanas, ganaban la medalla de oro en voleibol masculino en unos panamericanos frente a la selección cubana. O como cuando el tristemente fallecido Polidor daba un palo imparable para que las Águilas del Zulia ganaran la serie del Caribe, o simplemente cada vez que Galarraga sonaba un homerun, en las grandes ligas, y en fin quienes no han llorado de tristeza o de alegría por ver perder o ganar al Caracas o al Magallanes alguna vez?
Cada vez que un atleta venezolano tenía una actuación importante en una competición internacional, aquello representaba una hazaña de grandes proporciones. Esto era producto de que nuestro país casi borrado del mapa de las grandes competiciones, también ganadas por los grandes, lograba algo considerado excepcional! Ni hablar del futbol, donde muchos ya teníamos un equipo latinoamericano de simpatía, ya que carecíamos de futbol propio. En aquel panorama fuimos abriendo paso para la formación de nuevos atletas y fuimos participando cada vez más en grandes competiciones, tanto regionales como internacionales.
Si la llegada del Presidente Chávez al poder ha sido fuente de crítica constante para muchos sectores políticos y sociales opuestos al proyecto bolivariano, seguramente no lo ha sido para la gran mayoría de los venezolanos quienes han asistido con admiración a un reposicionamiento de Venezuela como país deportivo de alto nivel. Desde hace ya casi una década, es un lugar común ver la excelente participación de nuestro país en competencias internacionales y en las múltiples disciplinas deportivas. Cada vez más, jóvenes anónimos convierten sus nombres y el de su país en objeto de discusión y por supuesto de admiración, por parte de una comunidad internacional hasta entonces escéptica frente al rendimiento y la calidad de nuestro deporte nacional.
La reciente aprobación por parte de la Asamblea Nacional de la Ley Orgánica del Deporte y Educación Física, constituye la consagración jurídico-normativa de todas las iniciativas que desde el gobierno nacional, se vienen motorizando con el objetivo de darle un marco de legalidad y un impulso necesario a las expectativas y aspiraciones de atletas y entrenadores del quehacer deportivo nacional. Es también una Ley que persigue un objetivo socialista: La democratización de las actividades deportivas. Es bien sabido que las denominadas “mafias” de seleccionadores y de un cierto lobby deportivo inescrupuloso han excluido de las competencias a diversos deportistas por intereses distintos a los puramente deportivos. Con dicha Ley se prevé poner fin a tales mafias y a las actividades lucrativas que en muchos casos ensombrecieron el porvenir de innumerables atletas.
Parece justo reconocer la labor de la Asamblea Nacional quien avivó el debate necesario para la aprobación del instrumento legal, así como la actuación del actual Ministro del Deporte, quien como buen Abogado que es, literalmente se lanzó en la goma y anotó la carrera que diera un triunfo histórico al deporte nacional. Con este nuevo instrumento, las asignaciones de recursos, la conformación de las delegaciones deportivas de cara a las competencias, la escogencia de los atletas y entrenadores por méritos y rendimiento, gozarán de un respaldo legal necesario para el buen desempeño de sus actividades. Todos los países que gozan de altos niveles deportivos, poseen instituciones y reglas bien precisas dirigidas a regir y ordenar todas las acciones propias de esta área tan importante de la vida social.
Apostar por el deporte es crecer, es apoyar la transformación de nuestra sociedad, es avanzar, como suele decirse, “cuerpo sano, mente sana”. Desarrollar las actividades deportivas y hacerlas públicas en todo sentido, constituye además un arma infalible en el combate contra la delincuencia. Con la nueva Ley Orgánica del Deporte, Venezuela se anota un homerun con las bases llenas! Sigamos construyendo el socialismo con atletas de calidad, sigamos brillando en todo el mundo, seamos ejemplo de dedicación, de logros, de triunfos. Con esta importante contribución al deporte venezolano, probablemente las futuras generaciones de venezolanos nos sentiremos orgullosos, pero no asombrados de los logros de nuestros deportistas, ya no serán hazañas increíbles, sino simplemente logros propios de un país que avanza firme hacia su desarrollo espiritual y humano.
Charles Giuseppi
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