Cuando el petróleo mata y no es buena noticia

¿Buenas o malas noticias? Venezuela acaba de ser certificada como el principal reservorio de petróleo no sólo de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), sino del mundo, como es conocido ya. La OPEP, así sola con su decena de países miembros, toda golpeada y mermada por los ataques imperiales a sus integrantes con el objeto de “ponerla de rodillas” (como dijera una vez Ronald Reagan) para que regale su producción, atesora el 80% de las reservas mundiales de petróleo del planeta, de cuyo porcentaje Venezuela representa el 20%. Superó a Arabia Saudita recientemente (que alberga 264.mil millones de barriles), y roza ya los 300 mil millones.

Toda una marca, si de lideratos hablamos; y toda una gesta, si consideramos que antes de la revolución Bolivariana el país sólo registraba 77 mil millones barriles de petróleo, ocupando el octavo lugar. Pero, también, todo un peligro, para no quedarnos con esto de celebrar ingenuamente una buena noticia que, en teoría, debiera traducirse en bienestar para cada venezolano.

Para los que recuerden, mientras EEUU controlaba nuestro petróleo, allá en los tiempos de la IV República, Venezuela era sólo un país petrolero más, con grandes reservas, sí, de un petróleo dizque en extremo pesado como para sacarle provecho comercial. La Faja Petrolífera de Orinoco dizque contenía ingente cantidad de petróleo, pero inservible casi, según ellos. Cuando llega la revolución y EEUU pierde su patio trasero, junto a sus esbirros petroleros escondidos en Petroleos de Venezuela (PDVSA) (Luis Giusti), además de su empresa INTESA, la mentira sale a flote. Venezuela estaba llena de petróleo hasta los tuétanos, y de un buen petróleo, realidad que los estadounidense escondían al mundo y se reservaban sólo para sus calculadores planes, esto es, que el país no supiera lo que ellos desde entonces se habían apropiado en conocimiento y, con toda probabilidad, se reservaban para futuras acciones militares de saqueo y pillaje.

Pero ahora que se corre el manto de su maquiavelismo, y cada vez más se ven urgidos del petróleo, y Venezuela ya no es su panacea petrolera, vengo y digo que la buena noticias de las mayores reservas de nuestro país se pueden convertir en una maldición. La necesidad de petróleo, la perdida de geoestrategia de los EEUU respecto de Venezuela (o mejor dicho, la pérdida de su esclavo y socio cuartorrepublicano), generan la imaginación de “botín perdido” en los EEUU y, con seguridad ─que nadie lo dude─, ha acarreado que cambien su óptica y planes imperiales a nuestro respecto. Es decir, sus inconfesables planes de guerra y pillaje, de un más rápido ataque a nuestro país, de la maldición de ser objetivo militar de un conglomerado de ricachones de mierda que se creen dueños del mundo.

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Oscar J. Camero

Escritor e investigador. Estudió Literatura en la UCV. Activista de izquierda. Apasionado por la filosofía, fotografía, viajes, ciudad, salud, música llanera y la investigación documental.

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