Hacer política revolucionaria implica un método científico para generar nexos entre sectores sociales que inicialmente han permanecido desvinculados en el plano de su conciencia, pero que estando en situaciones económicas semejantes, deben ser incorporados al proyecto social de liberación contra el capitalismo.En nuestra óptica, el primer deber de la vanguardia es desplegar una política de unión de todas las clases y capas de la sociedad que hoy viven del trabajo propio para convertirlas orgánicamente en el nuevo bloque social que impulse la transición a la igualdad de clases.
Entendiendo el
objetivo estratégico, ninguna táctica o maniobra debe ser valorada
aisladamente, pues la dialéctica científica nos exige analizar los escenarios
globalmente y enmarcar nuestras conclusiones en la cosmovisión de finalmente a
quién beneficia una determinada política. En efecto, el
partido, las acciones y las alianzas de una revolución socialista, lejos de ser
calcos dogmáticos de valiosas gestas del pasado, deben representar la
interpretación dialéctica de las circunstancias y correlaciones de fuerzas del
presente.
Tal como Lenin realizó la mejor revolución posible en 1917, hoy nos
toca emprender la nuestra con el material humano disponible. Definitivamente, contra la
ideología capitalista que manipula a los explotados bajo el yugo de las élites,
debemos profundizar la propiedad social como eje del progreso colectivo, ya que
el avance de la revolución económica en paralelo con la revolución ideopolítica
son las que garantizarán nuestra base social de apoyo y la mayoría patriótica en las elecciones presidenciales del 2012.
(*) Abogado constitucionalista y penalista. Profesor universitario.
jesussilva2001@cantv.net
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