Estas líneas
estratégicas, cinco en total, plantean una reinterpretación del contexto
continental de la nueva izquierda latinoamericana. Ya no se trata de
condensar ideas neoliberales con las marxistas, sino, desde ese plano
de la oferta capitalista por un lado y socialista por otro, construir
un nuevo discurso que represente las necesidades del colectivo y que
se traduzca en respuestas articuladas y coherentes con el pleno rescate
de los valores de solidaridad e igualdad que el imperialismo ha inducido
a ser postergado con el uso de un discurso colonialista que destaca
la protección a los intereses de las sociedades democráticas.
No hay interés alguno, sólo la intención de seguir cultivando dominio
sobre la territorialidad que le garantice recursos naturales y materia
prima para alimentar sus ansias expansionistas.
Las líneas
estratégicas de acción política son un indicador de gestión para
las políticas públicas. Su espíritu gravita en el fortalecimiento
del diálogo entre los integrantes del gobierno local y nacional, y
el soberano. Un diálogo activo, constante, que permita la autocrítica
y haga posible la rectificación y reimpulso de aquellos proyectos que
aún se mantienen inertes. A pesar de la campaña que a nivel nacional
ha realizado la diferencia del PUSV, aún se aprecia que no hay una
comprensión del impacto de estas líneas estratégicas en la conducción
de las más importantes oficinas gubernamentales. Se cultiva el error
de que son líneas políticas, sin digerir que la política está en
todo y por lo tanto son líneas que pertenecen a todo ese espectro que
dirige y orienta la política. Tal es el caso de la cultura.
En esos avatares del trabajo legislativo, ya hace algún tiempo, coincidí con el maestro Tomás Montilla en una propuesta de Ley de Cultura para el estado Portuguesa; la maqueta de la propuesta, discutida con Tomás, se enmarcaba en direccionalizar tres estrategias en el ámbito cultural: una estrategia defensiva, manteniendo el equilibrio y buscando brindar mayor flexibilidad a la estructura burocrática cultural; una estrategia ofensiva, que garantizara la innovación y la creación de un concepto de cultura comunal que hiciera de la autogestión una bandera de acción inmediata para la divulgación de los valores culturales; y una estrategia analítica, que conjugara las dos anteriores, pero que garantizara la comunicación efectiva entre la comunidad y los representantes burocráticos de la cultura. Sólo bajo el concepto de un liderazgo compartido y participativo era posible la revolución comunal a través de la cultura.
Aquél proyecto
quedó en el tintero con el fallecimiento de Tomás, y como la
envidia campea en el aparato gubernamental, muchas trabas se fueron
creando. Hoy día aparecen estas líneas estratégicas y vienen a confirmar
que había razones de peso al proponer una ley de cultura que viniera
a reforzar el trabajo de los promotores culturales y de todos aquellos
grupos que bajo la figura del subsidio o apoyo gubernamental, hacen
vida cultural en la región.
Las líneas
estratégicas planteadas por Chávez, para recordárselas, son: 1.-
De la cultura política capitalista a la militancia socialista; 2.-
Convertir la maquinaria en un partido-movimiento al servicio de la
lucha del pueblo; 3.- Convertir al partido en un poderoso medio de propaganda,
agitación y comunicación; 4.- El PSUV como plataforma de desarrollo
y fortalecimiento del Poder Popular; y 5.- La Constitución del Gran
Polo Patriótico: una audaz política de Repolarización.
Llevando estas
líneas estratégicas al ámbito de la cultura sería: 1.- La cultura
es el saber popular, enmarcado en la idiosincrasia, valores y sueños
del pueblo; esa cultura está contaminada por el consumismo de
la sociedad industrial capitalista, hay que motivar la creación popular
y generar paquetes de estímulo a los creadores. Estos paquetes son,
más allá de lo económico-mercantilista, condiciones dignas para que
cada cultor desarrolle su oficio artístico sin mayor límite que el
que imponga su talento. Sólo así cambiaremos esa imagen capitalista
de la cultura y abordaremos una conducta socialista, pero para ello
hacen falta decretos y reformas legales que le den concreción a esta
propuesta inclusionista; 2.- La maquinaria cultural la conforma toda
la sociedad; lo que hay que motivar es un recate real a los valores
autóctonos y de identidad nacional. El trabajo se viene haciendo pero
hace falta profundizar más; 3.- El Instituto de Cultura del estado
Portuguesa y las instancias municipales de cultura, tienen que unir
esfuerzo en publicar los valores del estado Portuguesa. Tiene que haber
una agresiva campaña que proyecte lo cultural en el marco de una sociedad
organizada bajo el ideal socialista; 4.- El poder popular corresponde
a todos los cultores, por ello han de participar activamente el su construcción
y en su fortalecimiento. Las Asambleas culturales deben comenzar a incrementarse;
y 5.- El Gran Polo Patriótico Cultural es el asumir un cambio real
de valores, polarizando el interés colectivo por encima del económico-administrativo,
y haciendo realidad la participación ciudadana y elevando una conciencia
social de respeto al ser humano, que impactará favorablemente el modelaje
de ese hombre nuevo que se aspira crear con el recurso humano valioso
con que ya cuenta nuestro pueblo.
Como se ve,
hay aún mucha tela que cortar, pero hay un horizonte claro, real, con
ideas que es necesario empezar a transitar pero sin improvisaciones,
con el convencimiento de que somos los únicos capaces de crear una
sociedad socialista que responda a los más excelsos intereses de la
mayoría y haga realidad el sueño bolivariano de una consolidación
de la unidad patriótica en Venezuela.