Bingos y casinos en el planeta damnificado de Chávez

Damnificado significa condenado. La palabra viene del latín damnō (condenar) y damnum (daño, costo, pena). El verbo damnare, en derecho romano, significa pronunciar una sentencia, condenar. El título original en francés del famoso libro de Franz Fanon “Los Condenados de la Tierra” es Les Damnés de la Terre”.

A lo largo de la historia los “damnificados”, como los leprosos, sólo inspiraban lástima. La solidaridad nacional e internacional estaba reservada para grandes catástrofes, y se limitaba a evitar que el número de víctimas aumentara debido al hambre, las enfermedades o la exposición a la intemperie. Después, adiós luz que te apagaste, Estado y sociedad se desentendían de las víctimas y sus destinos. En el mejor de los casos los abandonaban en contenedores como mercancía sin dueño.

TECHOS DE CARTON

En Venezuela llegaban las lluvias del “invierno” y unos iban alegres, otros iban llorando: y las lágrimas eran de los pobres, los pobres damnificados. Todos los años se derrumbaban los ranchos, y todos los años los cerdos burgueses y sus medios se preguntaban por qué esos ignorantes irresponsables construían ranchos en zonas de alto riesgo y por qué el gobierno se lo permitía. Y no sólo ellos, porque la segregación del damnificado es vieja como la sociedad de clases. 

Razón tiene Chávez cuando declara a Venezuela en estado de “emergencia social” y en considerar que la mayoría somos o estamos damnificados. Y no sólo los venezolanos, también los compatriotas de América y del universo mundo. La humanidad es una especie damnificada en emergencia social y el planeta en que vivimos un satélite damnificado en emergencia ambiental. Cada vez más la tan esperada revolución mundial se parece a la aplicación planetaria de una ley habilitante.

DAMINIFICADOS DE BINGOS Y CASINOS

Mucho hemos aprendido con el Comandante sobre las fronteras ampliadas de la solidaridad, y mucho nos falta por aprender sobre nosotros mismos. Hace poco la televisión nos mostró el triste diálogo de sordos entre los “damnificados laborales” por el cierre de bingos y casinos, y una periodista fuera de contexto, no sólo en el caso puntual de los casinos sino en todo el proceso bolivariano.

Aclaro que apoyo la campaña de Mario Silva en La Hojilla contra la inmunda mafia de bingos y casinos, y aplaudo el cierre definitivo de todas las casas o instituciones de envite y azar existentes o por existir en esta República y en el mundo entero. Pero la periodista en cuestión demostró una pretenciosa falta de humanidad y solidaridad. Me gustaría señalar:

VOY JUGANDO A ROSALINDA

Durante un siglo el Estado Venezolano ha tolerado, legalizado y auspiciado loterías, carreras de caballos y otras formas de juego organizado, limitándose a reprimir las que no pagan impuestos. Los gobernadores, alcaldes y funcionarios que autorizan casas de juego son tan responsables, sino peores, que los mafiosos que los administran. Y las leyes que las autorizan son leyes contra el pueblo. Pero no es lo mismo quien se juega hasta la madre a un par de dados que una abuelita que distrae horas y monedas esperando llenas su cartón; ni el modesto hípico que semanalmente jugaba su “5 y 6” que los apostadores ilegales de la “Banca Suiza”. La infame industria de la fortuna es profundamente capitalista. Supe que la Unión Soviética había fracasado cuando me enteré de la aparición de la lotería en Rusia. Los jugadores son los ingenuos de la injusticia, confiando en el milagro divino o estadístico que les otorgará lo que, de alguna manera, creen merecer. Como en la religión pero al contado…“el dado en la noche linda me devolvió mis corotos”.

¿QUIEN ES INDIGNO?

Decía Andrés Eloy Blanco que no se debe cobrar al hijo las cuentas del padre ruin. Menos castigar al explotado por los crímenes del explotador. La mayoría de los terratenientes del Sur del Lago eran y son, directa o indirectamente, asesinos. Pero la primera preocupación de la Revolución fue asegurar la estabilidad laboral de sus trabajadores. Lo mismo debe ser con los bingos y casinos clausurados: los trabajadores cesantes son damnificados y su suerte es responsabilidad de todos y cada uno de nosotros, especialmente del Gobierno Bolivariano.

Arturo Uslar Pietri dijo una vez que éramos una sociedad dominada por el juego y el diario “El Nacional”, que para entonces no era entonces la cloaca nazi-anal de ahora, publico como mancheta: “¡Doble a sencillo a que no es cierto!” Tenemos que apoyar la lucha contra el juego organizado y estar alertas por aquello de: “El Comandante dijo que hay que luchar contra la corrupción. –Si va. ¿Cuánto hay pa’eso?”. A la orden del día: cierre irreversible de todas las casas de juego y solidaridad con los damnificados de bingos y casinos.

¡Todo al rojo!”


rotheeduardo@hotmail.com


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Eduardo Rothe


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