La memoria de la lucha de clases que la burguesía venezolana no pudo borrar

En la memoria del pueblo venezolano siempre ha estado presente el recuerdo de Ezequiel Zamora. A pesar de todos sus intentos la burguesía nunca pudo borrar la memoria de la expresión violenta de la lucha de clases de 1846-1847 y la de 1859-1863, que representa la raíz histórica del socialismo en Venezuela, y que fueron dirigidas por Ezequiel Zamora, quién mejor representa individualmente nuestra tradición revolucionaria.

Hubo muchos intentos para que olvidáramos las luchas de nuestros abuelos y abuelas explotadas y oprimidas. Desde el golpe pre-petrolero de diciembre de 1908, el silencio oficial sobre el Jefe del Pueblo Soberano fue absoluto. En 1941-1945 se eliminó la plaza Ezequiel Zamora que existía en la Parroquia San Juan de Caracas. Más tarde Rómulo Betancourt eliminó el nombre de Zamora de la División Política Territorial de la República, a proposición del Hermano Nectario María.

Pero que va, en el campo Zamora siempre estuvo vivo. En 1940-1945, Federico Brito Figueroa se encontraba reunido en una hacienda con unos peones agrícolas, y uno de ellos, inteligente y leído, hijo de esclavos, le mostró el libro de Laureano Villanueva sobre Zamora, publicado en 1898, y lo motivó para escribir su libro Tiempo de Ezequiel Zamora. Luego este libro, odiado por la burguesía parasitaria y terrateniente, cayó en las manos del comandante Chávez y constituyó una de las orientaciones espirituales de la rebelión militar y democrática del 4 de febrero de 1992.  

Ahora bien, ¿por qué la burguesía tiene tanto miedo a que los trabajadores entiendan el carácter dialéctico de la historia? ¿Por qué a las operadoras y a los operadores políticos de Globovisión los entrenan para que distraigan a los trabajadores con los males de la basura, la corrupción y la inseguridad, que son propios del capitalismo? ¿Por qué una operadora política de Globovisión dice en su programa: “aquí no hay ninguna lucha de clases, aquí lo que hay es una lucha de pobres contra pobres que se matan todos los días en los barrios”? En definitiva, ¿Por qué ocultan la lucha de clases?

Sencillo, los burgueses no saben vivir sin poder, y tiemblan de pavor cada vez que piensan en el día cuando los trabajadores tomen todas las empresas y los campesinos rescaten todas las tierras. Y lo ven venir. Ya hemos rescatado el 40% de los latifundios y aumentamos la producción de alimentos. Ahora, en revolución, 96 mil campesinos de todo el país poseen la titularidad de sus tierras. Parece mentira, pero la burguesía venezolana ni siquiera fue capaz de hacer su Reforma Agraria, tarea que es propia de la Revolución Burguesa si tomamos en cuenta que el latifundio no solo es contrario al socialismo sino también al capitalismo. De manera que no nos queda otra que transitar del feudalismo al socialismo, y esto le aterra a la burguesía.

La burguesía parasitaria teme volver la cara al pasado porque necesariamente lo tiene que conectar con el presente. Saben que la insurrección antiesclavista y campesina de 1846-1847 y la insurrección antiesclavista y campesina de 1859-1863 tuvieron un carácter de clase. Y que esta última eliminó definitivamente los restos de esclavitud que aún permanecían en la Venezuela post-colonial, a pesar de su abolición legal en 1854. Fue la lucha de clases, entre otros factores, la que suprimió definitivamente la esclavitud.

Ezequiel Zamora, actuando en el mismo medio social donde lo había hecho José Tomás Boves, fue considerado como un llanero más. Zamora  arrastraba las masas consigo igual como lo hacía Boves. Cuenta Laureano Villanueva que su ambición constante consistía en servir al pueblo, a la manera de Tiberio Graco, con ciertas ideas utópicas de socialismo y de igualdad de bienes. “No habrá ricos ni pobres, ni esclavos ni amos, ni poderosos ni oprimidos”, exhortaba Zamora. De tal manera que la guerra es a muerte entre las clases explotadoras y las clases explotadas.

Esta lucha de clases aterrorizó tanto a la oligarquía que el 22 de noviembre de 1861, una comisión formada por Manuel Felipe de Tovar, Pedro Gual, Pacífico Gual, Nicomedes Zuloaga, Juan José Mendoza, Francisco La Madriz, Federico Núñez de Aguilar y Aureliano Otáñez redactó un documento implorando la intervención de Gran Bretaña para que impusieran orden y respeto a sus propiedades amenazadas por la guerra social. Estos arrastrados, a cambio por los favores, le entregarían a Gran Bretaña nuestro territorio de La Guayana.[1] ¡Que bolas!

En esta guerra social están presentes los intereses y aspiraciones políticas de los explotados del campo, especialmente de los peones y los libertos, descendientes de los antiguos esclavos, que constituyen las masas de la Guerra Federal (1859-1863), conjuntamente con las capas sociales oprimidas de los centros urbanos y los intelectuales que propugnaban reformas más substanciales que las expresadas en el Programa Federal. El verdadero programa de esta vertiente de la revolución, lo expresa el postulado de Igualación Social: la liberación de los esclavos y la democratización de la propiedad territorial agraria. En síntesis, se aspira a la eliminación de toda forma de explotación social y discriminación racial.

Escribe el historiador y militante Federico Brito Figueroa, que en Venezuela, de modo significativo en 1846-1847 y en 1859-1863, las masas populares asimilan el lema político de la democracia burguesa: libertad, igualdad y fraternidad,  y le imprimen un contenido económico-social que sí refleja sus aspiraciones de clases explotadas y oprimidas: “igualación social”, refrendado en las primeras proclamas, sobre todo en los llanos de Barinas y Portuguesa, son el grito de guerra “libertad o muerte”, sustituido posteriormente en los textos oficiales por “federación o muerte” y finalmente por Dios y Federación. [2]

De tal modo que la Guerra Federal es una guerra campesina y también una revolución democrática burguesa, agraria y antilatifundista. La guerra campesina, que se desarrolla en el contexto de la Guerra Federal, es una lucha con ideas políticas que superan los límites ideológicos del liberalismo, y se aproximan a ciertas ideas utópicas de socialismo, e igualdad de bienes.

Lamentablemente, vino el magnicidio. A pocos días de su llegada triunfante a Caracas asesinan a Zamora y nuevamente se truncan los intereses populares. La autocracia liberal persigue a los zamoristas y hostiliza a los familiares del Jefe del Pueblo Soberano. No se cumplieron las exigencias de los campesinos y peones. Sin embargo, se le dio una lección a la burguesía. Ahora saben de lo que es capaz el pueblo venezolano cuando toma las armas. De ahí la política de Globovisión de ocultar la lucha de clases.

[1] Federico Brito Figueroa, Tiempo de Ezequiel Zamora. Universidad Central de Venezuela, Ediciones de la Biblioteca, Caracas, 1996, págs. 462-465

[2] Ibídem, p. 504

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Fernando Saldivia Najul

Lector de la realidad social y defensor de la sociedad sin clases y sin fronteras.

 fernandosaldivia@gmail.com

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