El ahora ex gobernador de New York, Eliot Spitzer fue obligado a renunciar a su cargo por sus relaciones con una red de prostitución la cual le "prestaba" servicios íntimos para sus apetitos dionisíacos. Esta noticia ya está muy trillada y harto conocida. Los funcionarios públicos en EE.UU. están sometidos a la inquisición puritana de las policías y llevados al escarnio público si son capturados en sus "andanzas" con la libido que la naturaleza nos proporcionó. En verdad que esa práctica gringa es sumamente asquerosa y repulsiva, la de juzgar la conducta privada de algún político o gobernante. La aberrante saña a la que fue sometido Bill Clinton en su affaire con la Mónica Lewinsky fue la guinda del aquelarre mediático en la época. Y en ese "arte" subterráneo son especialistas los ultraconservadores del Partido Republicano, hoy en el gobierno central. Si revisamos las renuncias por causas similares en Gran Bretaña y el mismo EE.UU. encontraremos a ministros y altos dirigentes envueltos en esos escabrosos asuntos de faldas. Hasta el mismo monstruo de McCain, candidato del diabólico Bush, ha sido señalado de "fugas" amorosas en pasado reciente. Pero ese no renuncia pues pertenece a la mafia de las trasnacionales que gobiernan a ese país. A todo eso yo respondería así: "El que esté libre de pecado que lance la primera piedra".
El problema para el gobernador renunciante de New York es que él se lanzó a la arena política anclado en la moral puritana y en ser un adalid de la conducta incorruptible para llegar a dirigir una región muy importante del imperio norteamericano. Y es que esos políticos gringos son tan sucios que le aplicaron el ácido a ese señor para defenestrarlo de su cargo. ¿Las razones? No nos interesan, allá ellos con su asqueante política de albañal. El tema que quiero plantear no es el calificar o no la conducta personal del fallido gobernador sino el símil con la oposición venezolana. Esta oprobiosa oposición que pulula en los medios privados de comunicación (y desinformación) quiere darnos lecciones de moral, de rectitud, de apego a las normas y a las leyes, de sometimiento a los nobles principios bolivarianos y de amor por la patria. Precisamente hacen exactamente todo lo contrario. Se plegan a los intereses trasnacionales, disfrutan con la posibilidad de un fracaso económico del gobierno actual, traen algunas "figuras" extranjeras para despotricar del presidente Chávez, se alegran por las desgracias de los afectos al Proceso, instan a la violencia, desean el asesinato de nuestro Presidente, aplauden las políticas del lacayo Uribe Vélez, califican a nuestro país de paraíso del tráfico de drogas, defienden a ultranza TODO lo que afecte de alguna manera al gobierno venga de donde venga sin escrúpulo alguno. Son unos vende patria, reptiles de la política, no tienen el mínimo sentido de lo prudente y lo racional. Recuerdo con mucho asco cuando el vomitivo Leopoldo Castillo utilizó a unos niños discapacitados para atacar al gobierno en una de esas tardes de festín macabro de su involutivo programa disociativo.
Esa oposición es un reflejo exacto de lo que es el ex gobernador de New York: Hablan de lo que no son, hacen lo contrario a lo que pregonan, son en suma, unos PUTOS de la política. Pero a diferencia de USA, el libidinoso gobernante salió del escenario público y en cambio en nuestro país las leyes no castigan a esos apátridas que enlodan nuestro suelo patrio con sus pies manchados de sangre y estiércol. No es posible que públicamente se hagan apologías al delito, a la violencia, al asesinato de nuestro presidente y no pasa nada. Tanta impunidad nos irrita y decepciona, y lo que es peor, lleva a miles de revolucionarios a ingresar a la "reserva", a ingresar a la lista de abstencionistas. Que cada quien haga su trabajo o de lo contrario esta revolución se irá al despeñadero. ¿Oyó, ilustre Fiscala General?
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