La doctrina Monroe fue el pretexto para el despojo. Una doctrina que decía que América era para los americanos, pero no para los americanos de abajo, sino para los de arriba, los que mandaban, los que tenían el poder, el dinero, las armas, los medios, los jueces. Una doctrina que decía que América era el patio trasero de Estados Unidos, y que nadie podía meterse en sus asuntos, ni siquiera los que vivían en él.
Bajo esa doctrina, Estados Unidos apoyó el laudo arbitral de 1899, que le dio al Reino Unido la mayor parte de la Guayana Esequiba, pero el laudo fue una farsa, una trampa. Fue el resultado de una conspiración entre las potencias imperialistas, que se repartieron el mundo como si fuera un pastel, sin importarles la historia, la cultura, la identidad, la voluntad de los pueblos.
En 1966, se firmó el Acuerdo de Ginebra, que reconocía la existencia de una controversia territorial entre Venezuela y el Reino Unido, y que establecía la búsqueda de una solución pacífica y satisfactoria para las partes, con el buen oficio de las Naciones Unidas. Pero al año siguiente, el Reino Unido le dio la independencia a la Guayana Británica, que pasó a llamarse República Cooperativa de Guyana, y que heredó el reclamo británico sobre la Guayana Esequiba, como si fuera un regalo envenenado.
Desde entonces, Guyana ha adoptado una posición intransigente y hostil hacia Venezuela, negando la existencia del reclamo y desconociendo el Acuerdo de Ginebra. Guyana ha permitido la presencia e injerencia de Estados Unidos y otras potencias extranjeras en su territorio, que han venido a explotar sus recursos naturales y a amenazar la paz y la seguridad de la región. Guyana ha sido un instrumento del imperio, un peón en el tablero de ajedrez, un aliado en la guerra contra Venezuela.
Por su parte, Surinam cuyo idioma oficial es el neerlandés, el otro país que conforma las Guayanas, también ha desafiado la soberanía de Venezuela, al reclamar una parte del territorio oriental guyanés, conocido como la región de Tigri, que también forma parte de la Guayana Esequiba. Surinam, al igual que Guyana, han sido un paises sometidos al imperio, al capital transnacional, a las multinacionales, que han venido a saquear sus riquezas y a sembrar el caos y la división.
Guyana y Surinam desafían la soberanía de Venezuela, desconociendo el derecho internacional, que pretenden ignorar el reclamo legítimo, histórico, irrenunciable, de Venezuela sobre la Guayana Esequiba. Guyana y Surinam son países que se han alejado de su origen bolivariano, son países que deben rectificar su posición y respetar la soberanía de Venezuela, que es la soberanía de América, que es la soberanía de los pueblos.
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