Cuando pequeño, siempre quize tener unas chancletas nuevas para poder correr más rápido… con el tiempo, supe que las chancletas no me permitirían correr más rápido, pero si proteger mis pies.
Cuando chico, hacía papagayos que nacían de mi imaginación… algunos volaban, otros no, recuerdo correr con mis chancletas en los sitios espaciosos que utilizábamos para volar los papagayos y como los veíamos ir arriba, conquistando el cielo, en las nubes, donde los ángeles, cerca del sol.
A veces, poníamos unos papeles en el "guaral" del papagayo y lo veíamos subir hasta allá, hasta el cielo, y cada vez que lo hacíamos decíamos que estábamos enviando mensajes a Dios, a los ángeles… lo malo es que nunca obteníamos respuestas y muchas veces el papel se rompía y se perdía en la inmensidad, situación ante la cual gritábamos de alborozo ya que esa era la señal de que algún ser celestial había leído lo que escribíamos en el papel, escritos simples acerca de la niña que queríamos que fuese nuestra novia, los zapatos nuevos para navidad, el cuaderno con bastante hojas, el mejor papel para forrar el papagayo…
La cosa se complicaba cuando los papagayos se enredaban y se formaban las tánganas entre todos los que estábamos allí, entre el fragor de la pelea, las mentadas de madre y las manos llenas de tierra, se nos olvidaba la paliza que nos esperaba al llegar a casa.
Con el tiempo, los papagayos se olvidaron, dejamos de usar chancletas y nos tuvimos que poner zapatos, con el tiempo dejamos de pisar la tierra y ya nuestros píes se amoldaron a unos seres extraños que lo cotidiano nos exigía usar.. con el tiempo se nos olvidó que nuestras esperanzas vuelan como los papagayos, y que los sueños son papagayos y que lo que podemos dar es un papagayo ansioso de volar libre en el cielo.
Alegria ante el lanzamiento del satélite
Todo esto lo recordé viendo el lanzamiento del satélite: todos allí, en la plaza Bolívar de Mérida, frente a un televisor enorme, ansiosos de ver un gran papagayo, que le llevaría mensajes no a Dios sino a otros compatriotas, un papagayo no forrado de papel, sino de metal, un papagayo con una cola de fuego, un papagayo que subiría alto, muy alto, que conversaría con los ángeles, que estará 15 años por allá arriba en el frío.
Este papagayo no fue lanzado en un patio como el usábamos para nuestros papagayos sino lejos, en la China, donde todos hablan chino, donde te quedas chino… alguno de los próximos que vendrán dicen que los volarán desde acá, mientras tanto, ¿cómo hablamos con este papagayo chino?
Nuestros papagayos servían para divertirnos, para conversar con el cielo, eran pretexto para caernos a golpes, para reirnos, para llorar, para sentirnos libres… el papagayo satélite, ¿para qué servirá? Muchos dicen que para la telemedicina, otros que si la educación, otros más para Internet… yo creo que este papagayo servirá para sentirnos libres, para que podamos compartir todos, para que aprendamos a usarlo, para que el próximo papagayo de este tipo lo hagamos nosotros.
Y así, volverán las alegrías, volverán los sueños, volverá la esperanza, aprenderemos a volar papagayos, sonreiremos y aunque no veamos el papagayo en las nubes, sabremos que está allá.. arriba, muy alto, volando, esperando por los mensajes que le querramos enviar.
Y así esperaremos que el próximo papagayo lo lancemos desde acá, desde esta tierra, que sea hecho acá, con guaral, con "veraras" que cortemos en el monte de acá, con papel de acá, con cola de acá y que el fuego sea un tricolor, gigante, enorme, que cubra todo alrededor y que en su subida vaya dejando estrellas, una lluvia de estrellas que nos devuelva la esperanza.
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