Lo que me dispongo a hacer en este momento es, según algunos dirigentes regionales de PSUV y otros funcionarios públicos de nuestra isla, un acto contrarrevolucionario que solo busca desprestigiar a luchadores de toda la vida, a cambio de obtener beneficios personales para ésta pequeño burguesa, hambrienta de poder y sedienta de gloria, escritora.
Adelantándome a las descalificaciones para ahorrarles palabras a quienes se niegan a pronunciarse sobre los males que nos aquejan, con la esperanza de que a la hora de hablar se limiten a lo que nos compete y no se me vayan camino de Guanajuato, les voy a contar por qué ‘’Margarita es una isla toda rodeada de agua’’.
Parece que los margariteños y navegaos tenemos que conformarnos con ver la revolución por VTV.
La semana pasada vimos cómo se celebraron maravillosas ferias del pescado todo el territorio nacional mientras que, en nuestra isla pescadora, nos tuvimos que conformar con velar, desear, y luego comer unas laticas de atún light porque del regulado no hay. Así vemos megamercales, encuentros, exposiciones, conciertos, operativos de todo tipo. Vemos lo que empezamos a ver en la isla el año pasado y que, como por arte de magia, ha ido desapareciendo.
Tuvimos la cruel suerte de saborear la revolución durante la campaña para gobernadores y alcaldes. Recuerdo que en esos días había mercales a cielo abierto por toda la isla, recuerdo que se habló de incluir en ellos entretenimiento para los niños, cantores populares, ferias de artesanía…
Recuerdo también que, entonces, el Súper Mercal de Pampatar estuvo cerrado gracias a un robo multimillonario que hasta el día de hoy no tiene ni culpables ni castigo. Pero trajeron a PDVAL y uno compraba, a precios solidarios, pollo, carne, arroz, leche y todo lo que no había en los supermercados.
La dirigencia del partido notó que teníamos una deuda social con la gente de la isla. Vino el ministro de vivienda y se dio cuenta de que aquí necesitamos casas y las prometieron. Se crearon las brigadas de mantenimiento que generaron 15.000 empleos, que, en su mayoría, terminaron en manos de los margariteños más necesitados.
Recuerdo que se hicieron promesas al viento y que el viento se las llevó con la derrota de nuestro candidato. Pareciera que tenemos que pagar una penitencia por habernos dejado ganar por un adeco.
Perdimos y quisimos hablar de la derrota y sus causas, pero no era el momento, -nos dijeron nuestros dirigentes-, Chávez está en juego y solo tenemos cabeza y tiempo para la enmienda, lo demás vendrá luego.
Pero también perdimos la enmienda en Nueva Esparta, y estoy segura de que fue así porque nuestra dirigencia no estaba dispuesta a corregir los errores que nos mantienen en al bando de los perdedores.
Aquello ocurrió en febrero y todavía de la dirigencia no sabemos ni pío.
Hoy el Súper Mercal está abierto con sus estanterías llenitas de irregularidades; PDVAL es un grato recuerdo que viene de manera intermitente para que el olvido sea más doloroso; las brigadas ya no existen y el mantenimiento ya no importa, como tampoco parecen importar los, digamos que, 10.000 brigadistas que pasaron a las estadísticas de desempleo; las viviendas, bien gracias; los bancos del estado, tal como El Mercantil; Indepabis, ni hablar; nuestros diputados nacionales y regionales, solo en fotos; Morel Rodríguez y su combo a sus anchas…
Si no fuera por mi siempre amada Misión Barrio Adentro, Las Librerías de Sur, y algunas otras pocas cosas, se podría decir que el tiempo pasa en Nueva Esparta y la revolución nos pasa de largo.
Menos mal que, al menos, podemos verla por televisión.
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