Remembranza:
Puerto la Cruz, La ciudad otrora perla del oriente venezolano, se había sumido en un letargo profundo. sus calles, antes bañadas por el sol y la brisa marina, ahora se veían opacadas por un manto de desidia. El mar, que había sido su principal atractivo, lucía enfermo y contaminado. Puerto La Cruz, en su decadencia, parecía un personaje de una novela de García Márquez, esperando su resurrección.
El agua, ese elixir de la vida, se había convertido en un lujo. Los grifos, antes fuentes de un líquido cristalino, ahora escupían un agua turbia y amarillenta, las tuberías, corroídas por el tiempo y la falta de mantenimiento goteaban como lágrimas amargas sobre el suelo agrietado; La salud de sus habitantes se veía comprometida por la falta de un sistema de agua potable eficiente.
La ciudad, en su agonía, también sufría de un malestar constante:
La basura: Las calles, antes limpias y ordenadas, ahora estaban repletas de desechos de todo tipo. Los malos olores se mezclaban con el aroma del mar, creando una atmósfera nauseabunda. La disposición final de los desechos sólidos se había convertido en un problema urgente que amenazaba con sepultar a la ciudad bajo una montaña de basura.
El mercado municipal, antes un hervidero de vida y color, ahora era un lugar lúgubre y descuidado. Los puestos, otrora llenos de productos frescos y variados, ahora estaban tristes y exhibían mercancías que nadie podía comprar.
La vialidad, en pésimas condiciones, dificultaba el tránsito y aumentaba el riesgo de accidentes. Sin embargo, en medio de esta decadencia aún latía un corazón que anhelaba volver a latir con esperanza y fuerza. Los habitantes de Puerto La Cruz, a pesar de las adversidades, soñaban con una ciudad revitalizada, una ciudad que recuperara su esplendor y se convirtiera en un referente de progreso y desarrollo. Una Nueva Aurora Para lograr esta transformación, para eso era necesario un plan integral que abordara los problemas de manera multidisciplinaria. Se requería una nueva visión de futuro, un nuevo enfoque que transformara 25 años de atraso en 25 años de avances, con inversión significativa en infraestructura, tanto nueva como recuperada. Las tuberías debían ser reemplazadas, las plantas de tratamiento construidas y ampliadas, y se debía implementar un sistema eficiente de recolección y disposición final de los desechos sólidos.
El mercado municipal debía ser remodelado y equipado con las mejores tecnologías para garantizar la calidad y seguridad de los alimentos. Las vías debían ser reparadas y ampliadas para facilitar el flujo vehicular y peatonal. Se debían construir nuevas áreas verdes y recreativas, y se debía fomentar la práctica del deporte y las artes. Generar nuevos puestos de trabajos estables, dignos y con salarios ajustados a la realidad económica; En la zona rural del municipio Sotillo, era necesario impulsar la producción agrícola y pecuaria, creando así una economía más diversificada y sostenible. Se debían construir nuevas escuelas, hospitales y centros de salud para garantizar el bienestar de la población.
El futuro que yo sueño:
Puerto La Cruz, como un fénix renaciendo de sus cenizas, tiene en este 2025 la oportunidad de comenzar a convertirse en una ciudad moderna y sostenible; Una ciudad que pueda ofrecer a sus habitantes una mejor calidad de vida y que se convirtiera en un motor de desarrollo para toda la región.
Un llamado a la acción: todos saben que la recuperación de Puerto La Cruz no será una tarea fácil, pero es una tarea necesaria, la cual exige el compromiso de todos los actores involucrados: el gobierno, las empresas, la sociedad civil y los ciudadanos.
Es hora de dejar atrás el pasado y construir un futuro mejor; Es la hora de que Puerto La Cruz vuelva a brillar con luz propia. Y así, Puerto La Cruz se levantará de sus cenizas, como un ave fénix que renace de sus propias llamas. La ciudad que otrora estaba dormida y olvidada, despertara con un nuevo aliento, un brillo renovado que deslumbrara a propios y extraños; hay que comenzar a ver ese futuro en nuestros propios ojos y así imaginar Las calles, antes desiertas y llenas de escombros, se convirtieron en un hervidero de vida, un crisol de culturas y tradiciones. La Bahía de Pozuelos, antes un espejo sucio y contaminado, recuperó su transparencia cristalina, convirtiéndose nuevamente en el hogar de una multitud de criaturas marinas y un espacio para toda la familia portocruzana y el turismo en general.
La gente de puerto la cruz, con el sudor de su frente y la fuerza de su espíritu, lograran transformar su ciudad en un paraíso terrenal. Las casas, antes deterioradas y abandonadas, serán restauradas con colores vivos y alegres, llenando las calles de alegría y esperanza. Los negocios florecerán, generando empleo y oportunidades para todos. Los jóvenes, antes desanimados y sin futuro, encontraran en su ciudad un lugar donde desarrollar sus talentos y construir un porvenir prometedor. La pesca, otrora fuente de sustento para muchos, volverá a ser una actividad próspera y sostenible; los pescadores, con sus redes llenas de peces, regresaban al puerto con la satisfacción del deber cumplido. Los turistas, atraídos por la belleza natural y la calidez de su gente, llegaran en masa a disfrutar de las playas, los parques y los monumentos históricos. Y así, Puerto La Cruz se convertirá en un ejemplo a seguir, una ciudad que demostrara que con esfuerzo, unión, esperanza y buena gestión es posible superar cualquier adversidad. La gente vivirá en armonía, trabajando juntos para construir un futuro mejor. Los niños jugaran en las calles, riendo y disfrutando de su infancia. Los ancianos, sentados en las plazas, relataban historias de la ciudad, transmitiendo a las nuevas generaciones la importancia de preservar su patrimonio y su identidad. Y en las noches, cuando las estrellas brillan en el cielo, los portocruzanos se reunirán en la plaza principal del barrio para celebrar sus logros. Bajo la luz de la luna, compartirán sus sueños y sus esperanzas, convencidos de que el futuro les pertenecía. Y así en este sueño, Puerto La Cruz se convirtió en una ciudad mágica, un lugar donde los sueños se harían realidad.
Es simplemente un sueño, pero es mi sueño y por ahora no nos han prohibido soñar; juro que no descansare hasta verlo cristalizado para el bien colectivo y así darle sentido a nuestra historia, la cual hoy es triste y oscura debido al desamor que se instauraron durante 25 años en nuestro terruño y pedacito de cielo oriental.