Por lo único que ruego hoy, es porque esté equivocado

Siéntome apto para entender, que a cualquier mortal o no sé si “mortala” que llegue a Margarita o Coche, y observe, no tanto el saludo que le dispensen los margariteños y cochenses, sino -y sobre todo- las hojas de los cocoteros y las palmeras, que con una brisa como de flabelo pareciera que danzaran en su honor, y luego su admirable cielo azul, que con las cimas de sus cerros singulares pareciera que establecieran como almacenes de horizontes (cuando no tetas), y con esa luz casi siempre de brillo argénteo, que hasta pudiera verse por las noches, y luego esas playas que bien pudieran definirse como sublimes pinceladas del Creador, le provoque quedarse a vivir o al menos planificar irse a vivir allá llegada la hora del “retiro y del pensar profundo” para luego ser denominados “navegaos”; y sin atreverme por supuesto a declarar cuáles pudieran ser los tópicos objeto de esos “pensares profundos”, pero sí aventurándome a decir que muchos de ellos –seguro- serían de naturaleza trapisondista o por lo menos indebida… Es inevitable en cualquier lugar, y menos en uno que resulta tan turístico.

Sin embargo, creo necesario aclarar que Margarita y Coche son escenarios naturales que han venido estando allí (sería interesante saber por cuántos millones de años) no por obra de ningún gobierno en particular… Ningún gobierno anterior, llámese monárquico o republicano, salvo que quiera mentir con rústico descaro como es el caso patológico (sabemos) de Rosales en el Zulia, pudiera atribuirse esa hermosa obra, y menos el nuestro -el de Chávez- al que acusa Rosales y sus “ilustrísimos” forofos y forofas de que todas sus iniciativas vienen de culturas que existieron incluso mucho antes de que Margarita y Coche resollaran con sus respectivas narices en la superficie luego de emerger del fondo del mar a lo Carlos Coste…

Pero me veo obligado a dejar claro, al mismo tiempo, que como nada es definitivo, Margarita y Coche tuvieron también su transición; en este caso geológica, donde en muchas de sus etapas la lluvia -entre otras cosas- brilló por su ausencia, por lo que era muy difícil sobrevivir sólo de la pesca y el contrabando, y por lo que muchos neoespartanos tuvieran que navegar entonces hacia otros destinos más amables, pienso que corriendo también el riesgo de que los llamaran, no sé si en forma despectiva, “navegaos”… Si no, acordémonos no más de aquel famoso verso (yo tuve el privilegio de escuchárselo a Rosales en una de sus tantas lúcidas conferencias políticas): “Navegao, no hay camino, se hace camino al navegar…” al tiempo que la descomunal aglomeración deliraba.

Ahora, hasta aquí presumo que todo está claro, porque al menos lo está para este humilde hombre del pueblo, al que nunca han comprendido.

Donde si tenemos que comenzar a hablar de los “candorosos” gobiernos, fue cuando se comenzara a modificar el medio físico; donde por la decisión de los siempre “geniales” y “honestos” políticos, Margarita y Coche comenzaran a experimentar los otros cambios; cambios que ni aún, con su enorme poder telúrico, han podido evitar.

Entonces, para que los “navegaos” margariteños de antaño pudieran regresar a su adorable terruño acompañados muchas veces de “genuinos navegaos”, hubo que urdir salidas económicas que sus creativos vistieran con reputados ropajes jurídicos que resultarían infortunados y frágiles parcialmente; a saber: la zona franca y el puerto libre, que es el régimen bajo el que se encuentra, supuestamente, aún. Todo esto posterior al huracán que arrasara la costa oriental de Margarita (creo en los años treinta del siglo pasado) luego de haber golpeado con fuerza a Carúpano.

No ha mucho de la entrada en funcionamiento de esos ropajes económicos-jurídicos que traerían como consecuencia una considerable inversión en infraestructura (calles, carreteras, hoteles, centros comerciales y actividad comercial de todo género), además de las perlas, habíanse extinguido ya las tortugas, las cotorras margariteñas y no sé ni cuántas especies más ni de qué. Lo único que nunca llegaría a extiguirse es un ave muy apetecida, cuyo nombre científico en latín es “Aguilis Corruptus”, la cual, sería tan renuente a dejarse extinguir, que ha venido mutando a través de un sofisticado mecanismo que ha desarrollado para no hacerse localizar por los depredadores… Toda esa creación humana matizada de conocidísimas actitudes políticas, traería como consecuencia, incluso, hasta un histórico, invulnerable y por supuesto irrespetuoso monopolio marítimo por lo ineficiente… Y no me crean lo que voy a decir, porque no tengo la prueba física de ello, pero aplicando el método de RCTV y Globovisión diría que, se dice por allí, que en la histórica nómina de ese monopolio dizque ha estado desde su constitución hasta el “gato” (no siendo al Galárraga justo al que me refiero).

Pero para no hacer el cuento tan largo, lo cierto del caso (como solía decir La Topoya) es que en una circunscripción político-territorial tan reducida hay once alcaldías además de un gobernador que no han podido, ni juntos ni separados, entre otras cosas, ni siquiera dar solución a problemas tan elementales como al urbanismo con sus básicos servicios (entre ellos el de cloacas); al servicio de agua potable para toda la población (pero sí a la creación de una sospechosa red de camiones cisternas); al servicio de aseo urbano y domiciliario en una realidad donde a nadie al parecer como que le desagrada la basura; al servicio de luz eléctrica, donde los apagones son tan privatizados y cotidianos como tan cotidiano es el rumor de las olas; a la creación y mantenimiento de los escasos espacios públicos, donde los que existen se han convertido en reductos de basura y descuido abusivo en beneficio de una conocida cadena de centros comerciales; donde el pueblo, que nunca navegara si no para pescar, nada de beneficio obtendría de esos ropajes económicos-jurídicos, salvo recibir lastimosas dádivas de sus gamonales preconcebidos cuando los protegidos de las élites políticas se beneficiaban de sus propias argucias insulares creadas allende los mares; donde la educación pública resultara tan golpeada, que creo es una de las más estériles del país, siendo eso mucho decir; donde el transporte público deja mucho que desear y párese porque se cansa… El debate político, por cierto, nada o quizás casi nada tiene que ver hoy con este voluminoso expediente, si no que se remite en esencia a lo anecdótico y trivial.

Así pues que, producto además del crecimiento vegetativo de la población estrictamente local, los comentarios informan (y además, se nota en la cantidad de gente en la calle cualquier día del año y más grave aún, en la cantidad de carros que forman enormes colas al más depurado estilo caraqueño en perspectiva ya) que además de los turistas hay muchas familias enteras que han escogido a Nueva Esparta (mayormente a Margarita) como destino final. Y eso por supuesto va haciendo cada día más evidente e insoportable el caos que se halla en puerta.

Pues, el debate político público obligatorio, y la información oficial sobre los proyectos que ya deberían estar previstos unos y en ejecución progresiva otros para evitar ese caos casi garantizado, no se ve, ni se escucha por ningún lado, salvo el de un monorriel que se anunciara hace algún tiempo como dentro de una especie de abierta clandestinidad.

Bien, pero si acaso llegara a ser el “alcalde” Chávez el que le diera solución al asunto, prometo que mandaría hacer una estatuilla de él, le colocaría una corona de espinas, le prendería una llama votiva dentro de un pequeño próstilo que construyera al efecto y me prosternaría cada cuatro horas ante su imagen para declamarle oraciones honoríficas de agradecimiento…

Y después, ¡que no hablen paja!..

crigarti@cantv.net


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Raúl Betancourt López


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