Trincheras de Ideas

A propósito del cambio del nombre del estado Vargas

Hace 39 años, cuando el pueblo guaireño estaba enfrascado en la lucha por la autonomía, la figura de la creación del Estado se oponía a la de formar el concejo municipal, propusimos por la prensa de entonces –y después lo recogimos en un libro que titulamos: "Un Programa y una Conciencia para el Estado Vargas"– que el nuevo estado debía llamarse Estado La Guaira, capital Vargas; por esos años 80 reivindicamos la bandera de Gual España como la bandera regional, hecho que finalmente fue aprobado por la primera Asamblea Legislativa que se eligió en 1999 en el nuevo Estado.

El presidente Chávez propuso, en el marco de la toma de posesión del nuevo gobernador, General García Carneiro, que se le debía cambiar el nombre al Estado Vargas y sugirió el nombre de José María España o el de algún líder indígena de los muchos valerosos guerreros que en el territorio guaireño enfrentaron la invasión y agresión español, pero esa propuesta no prosperó.

¿Por qué propuse, junto a un conjunto de guaireños, para el debate en aquella década de los años 80’ que el nuevo Estado debía llamarse La Guaira?

En primer lugar por ser éste el nombre originario que los habitantes originarios, los caribes de la región que ancestralmente le habían dado. "Guaira, viento veloz de fuego", "amigo","canoa" en lengua caribe. Ése fue el nombre que aquí encontraron los españoles, el nombre más extendido, el nombre histórico, patronímico tan válido como Maiquetía, Naiguatá, Macuto, Caruao, pero más universal que ellos, sitio donde se impuso por la fuerzas la primera villa española, primero, después la ciudad española refundada por Diego de Osorio en aquel junio de 1589, después del batallar incansable de Paisana, sucesor de Guaicaipuro, en su enfrentamiento al colonialismo español.

La fuerza de la palabra Guaira es tan grande en el ideario colectivo que cualquier venezolano, de cualquier latitud, población, Estado, cuando va a venir para esta región, dice: "Vamos para La Guaira", "Voy para La Guaira".

Si los argumentos anteriores no son suficientes, debo decir que el nombre Guaira traspasó los siglos venezolanos y la historia y luchas de su pueblo están poderosamente vinculadas al nombre de la región, sin contar que el guaireño desarrolló una identidad y un sentido de pertenencia, un conjunto de rasgos culturales, una idiosincrasia que lo definen como guaireño, no como varguense, sin quitarle méritos al Dr. Vargas.

El nombre del doctor José María Vargas se lo ponen a la región los godos, los oligarcas caraqueños, porque la región guaireña fue siempre, históricamente, un apéndice comercial y político de Caracas. Desde el nombre de Departamento Vargas hasta el Municipio que crean los adecos para frenar la creación del Estado expresa el conservadurismo de la derecha oligarca.

Vargas, el sabio, el científico, el ilustre primer Rector de la Universidad Central de Venezuela que crea el Libertador Simón Bolívar, el mismo que se enfrentó a uno de los asesinos del mariscal Sucre, Pedro Carujo, que le dio el primer golpe de Estado después de la independencia. Vargas se inmortalizó con la frase: "El mundo es del hombre justo", para responderle al golpista Carujo, que justificaba su acción diciéndole: "El mundo es de los valientes". El bolivarianismo de Vargas era débil, se opuso débilmente a la disolución de la Gran Colombia por parte de Páez y de la godarria valenciana y caraqueña. Su origen de nacimiento, es altamente sabido, es guaireño, como lo fue también el prócer Carlos Soublette y Andrés Narvarte (ambos presidentes de Venezuela), el general zamorista Pedro Aguado, José María España, Joaquina Sánchez, Manuel Gual, Eloy Escobar (dilecto amigo de José Martí durante la estancia de éste en Venezuela), Juan José Breca, Pedro Elías Gutiérrez y un sin fin de personajes relevantes en las letras y las artes.

El debate tanto para quitarle el nombre al Estado como para escoger uno nuevo, no parece haber sido fácil, como no lo fue, por ejemplo, cuando la primera Asamblea Legislativa que dirigió nuestro apreciado amigo basquetero Gabriel Estaba, convocó al concurso del himno del Estado, llegaron decenas de hermosas composiciones y un grupo de tirapiedras, exaltados que nunca faltan, montoneros, impidieron que se escogiera algunas de las piezas como por ejemplo la carmañola española que formaba parte del programa de la Revolución de Gual y España u otra. ¿No está el Estado Vargas, sin himno, acaso y el que está es el del municipio, adequísimo por cierto? ¿Quiénes se opusieron al cambio de nombre? La derecha regional y nacional, los grupos vinculados a la oligarquía que siempre temen perder sus privilegios de comerciantes.

Creo que es justo reivindicar las intensas luchas políticas que emprendimos un grupo de guaireños –nativos o venidos de otras regiones de Venezuela que allí se habían asentado– por la autonomía regional, comenzando en la década del 80 del siglo XX hasta los años 90’. Estudiosos como hemos sido de la historia, la geografía, la literatura y la cultura popular guaireña, nos pareció entonces válida la lucha por el Estado Vargas porque, dentro de las luchas revolucionarias, era una forma de enfrentar el estatus quo, de enfrentar el partido más peligroso, negativo y reaccionario, AD, quien buscaba monopolizar todo el poder político con su propuesta de la creación del consejo municipal. Al final la cobardía política del entonces presidente Luis Herrera Campins, de Copei en el parlamento, en Vargas mismo, cedieron al chantaje y a la presión de la oligarquía caraqueña que no quería todavía desprenderse del comodín que era Vargas. Aquellas luchas donde se embarcó mucha gente valiosa como Pedro Chinchilla, se creó la Coordinadora Popular por el Estado Vargas que hizo estudios muy serios y presentó incluso un programa de gobierno y un proyecto de ley que creaba el Estado Vargas y dio muchas batallas de calle se fueron apagando porque los factores de poder le dieron la espalda y el pueblo no tenía, pese a su organización, fuerza suficiente para que se aprobara el Estado en el Congreso Nacional, las organizaciones de izquierda en general nos dieron la espalda. En 1987 AD, bajo el gobierno de Lusinchi, AD impuso el consejo municipal, eligió a dedo todos sus integrantes, y su primera medida "administrativa" fue sacar por la fuerza policial de la Casa Guipuzcoana a 25 instituciones culturales que allí funcionaban.

El nombre de Estado Vargas había tomado cuerpo, y para finales de 1997/1998 resurge con fuerza la propuesta de crear el Estado Vargas. El presidente Caldera no está muy de acuerdo, pero el oportunismo y las ambiciones de los dirigentes adecos se activa y cambian su criterio y ahora si están de acuerdo en crear el Estado Vargas, ¿pero qué tipo de Estado? Un estado corporativo, un Estado para desarrollar un inmenso negocio. Los adecos juraban que ganaban las elecciones de ese año 98 y el sórdido y gris José Rubín, secretario general de AD, se veía ya como gobernador del flamante Estado. Se crea, entonces, primero el Territorio Federal Vargas (1997, siguiendo el mismo patrón que convirtió a los Territorios Federales Amazonas y Delta Amacuro, sin la tradición de lucha que históricamente tenía La Guaira, pero concebidos por la oligarquía como estados negocios por las inmensas riqueza minerales que atesoran, entes corporativos ideados por el neoliberalismo para extraerles todas sus riquezas en sociedad con empresas transnacionales) y luego el Estado Vargas (1998).

Pero llegó el comandante Chávez y mandó a parar y a Rubín y a los adecos de Vargas se les cayó la sopa del plato a la boca. La vorágine revolucionaria llevó a Laya a la gobernación del naciente Estado Vargas, cuando se estaba proclamando en su primer discurso le agradeció su triunfo a un empresario que había financiado la campaña del PPT en Vargas y olímpicamente, deliberadamente ignoró a los muchos que habíamos luchados durante años por la autonomía regional, y que fuimos echados a un lado. El sórdido Pablo Medina y otros dirigentes pepetistas monitoreaban aquel torpe y sectario gobernante Laya, que pretendió establecer relaciones con la China de Formosa pasando por encima del Canciller José Vicente Rangel y de los intereses del país, creyendo que ser gobernador era tener autonomía plena para hacer del Estado que se gobierna, prácticamente otro país. Por cierto Laya tuvo que regresar desde las Islas Canarias regañado.

Vino el deslave, el desastre, los 50 mil muertos de la tragedia, el éxodo y el comenzar de nuevo con el gobierno revolucionario la reconstrucción de Vargas. El espacio no da para hacer un balance de los tres gobiernos regionales habidos desde el año 2000: Alfredo Laya, el Mayor Antonio Rodríguez San Juan, que gobernó 8 años, y el del general García Carneiro que va para su tercer mandato. En los dos primeros gobiernos poco se avanzó en el desarrollo de la identidad y en el desarrollo espiritual de Vargas, en varios aspectos de la cultura incluso se retrocedió. No se resolvieron seculares problemas como la escasez de agua, el problema del transporte y el de la producción alimentaria. El Gobernador García Carneiro ha impulsado, a nuestro juicio, políticas que pueden considerarse audaces para la modernización de La Guaira, eso es notorio en el área de la construcción, pero no suficiente, el general tiene retos de mucha monta que deberá afrontar definitivamente en su nuevo mandato.

Chávez, como siempre, puso las ideas para el debate, propuso cambiarle el nombre al Estado pero entonces no se concretó, ¿por qué? Pienso que poderosos y silenciosos intereses oligárquicos conspiraron y detuvieron el cambio y a la vanguardia política guaireña le faltó fuerza para adelantar y conquistar por la vía del derecho lo que se había ganado por la vía de los hechos. Imagínense el propio Presidente Chávez estaba de acuerdo, ¿por qué no se actuó? Hubo una conformidad absoluta con los alcanzado, es decir, el Estado Vargas y se subestimó darle fuerza al nuevo nombre.

El Presidente Nicolás Maduro si estaba claro en que se debía producir el cambio del nombre del Estado y no dudo que eso lo haya conversado con el Presidente Chávez en vida, que era partidario del cambio del nombre como señalamos. Igual el Gobernador García Carneiro y la Asamblea Legislativa estaban claros y ganados para generar una política, en primer término legal con la reforma de la Constitución regional. Desde el poder se impulsó el cambio del nombre, que estimo se pensó no se podía retardar más y las condiciones estaban suficientemente maduras para dar el paso. Pero no fue del todo impuesto el cambio desde arriba, pues durante varios meses se hizo una amplia y exitosa consulta al pueblo guaireño y se debatió en comunidades e instituciones sociales y educativas, lo que permitió refrendar el cambio del nombre de Estado Vargas a Estado La Guaira.

Viene, con este cambio, una nueva fase política y social, con ese enorme y significativo paso. No es, como dicen algunos, un simple cambio de nombre, es el principio del rescate pleno de la identidad guaireña desde la base popular, es el proceso de decolonización. Es un inmenso, diría que descomunal, acto de justicia histórica con aquellos heroicos y valientes indios caribes que defendieron hasta con las uñas este terruño que tanto amamos y que forma parte fundamental de nuestra no menos amada Venezuela.



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Humberto Gómez García

Director de la revista Caracola. Pertenece al Movimiento de Medios Alternativos y Comunitarios (MoMAC). revistacaracola.com.ve

 humbertocaracola@gmail.com      @hgcaracola

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