Turismo de aventura o la desventura del turismo en Mérida: caso de motorizados/as

La ciudad de Mérida se ha caracterizado por mantener un ambiente de relativa tranquilidad y sosiego, una salida a la escandalosa urdimbre de producción incesante de ruido de la región central y otras ciudades, atrayendo no sólo a turistas sino a compatriotas interesados en la paz y a cierto misticismo bucólico. Asimismo, los habitantes de la ciudad han ofrecido a visitantes y residentes oportunidades para el desarrollo de actividades socioproductivas articuladas a la protección del ambiente, la educación y los servicios. No obstante, desde hace varias décadas el ambiente está transformándose ya sea por factores globalizadores que responden al incremento indiscriminado en el uso-explotación de los recursos naturales cuya consecuencia inmediata son los cambios climáticos, y en particular por factores educativos-culturales como la carencia de una profunda sensibilización de respeto hacia la vida.

En particular, el turismo de aventura en Mérida ha estado acompañado por prácticas tradicionales de conocimiento sobre el ambiente en senderos y caminos de la cordillera, con sus riesgos pero con una visión integral, manteniendo algunos sectores con cierto equilibrio ecológico. Se frenaban los rallies de motorizados en áreas vulnerables, siendo una tarea corresponsable entre los habitantes de las localidades visitadas y los Guardaparques. Actualmente, esta aventura turística ha sobrepasado los límites de lo tolerable porque la locura desenfrenada de algunos pocos ha sucumbido en los intereses mezquinos de los devoradores de dinero en una ciudad que está creciendo rápidamente, la cual expande los efectos de la ya existente contaminación (acumulación de desechos sólidos, focos de violencia, entre otros). La desventura empieza por tomar la ciudad de Mérida, en donde un determinado tipo de turistas actúan en desmedro del orden público producto de su insensibilidad e ignorancia, so copia de malos hábitos de la irreverencia y el vagabundeo de sus lugares de procedencia. ¿Qué les importa molestar y atinar en el desorden si el ente competente no aplica el instrumento legal que los detenga explícitamente? (Ver Gaceta Municipal Extraordinaria Nº 9 del 04 de Abril de 2008, del Municipio Libertador del estado Mérida sobre Reforma de la Ordenanza sobre Ruidos Molestos y Nocivos), ¿Qué puede importarles la convivencia, si el sinónimo de convivencia que los mueve es la alteración, el bochinche y que los otros se “acostumbren”?

Lo triste es que esta desventura está enmarcada a otros procesos como: la excesiva permisividad de la aventura turística motorizada (no hay registro de ello, muy parecido a los rallies que solían hacer en Gran Sabana), la burocratización de los mecanismos sancionadores ante la contaminación sónica o ruido (la ordenanza municipal no se aplica), la pérdida de credibilidad de los entes públicos regionales y locales, y sobre todo, la impotencia de muchos merideños/as que vemos en esa clase de turismo la porquería de sucesos encadenadores que siempre dejan un sabor amargo (alcohol, drogas, accidentes de tránsito, entre otros).

Una propuesta es la urgente adopción de medidas preventivas y jurídicas que deben ser discutidas y debatidas en la colectividad de los Consejos Comunales y organizaciones vecinales, para elevarlo a las respectivas instancias del Estado (comenzando por lo local), el registro e identificación de los motorizados/as para evitar que este tipo de desventura no termine activando una bomba de tiempo de los que vivimos y pensamos que en la ciudad de Mérida aún es viable un turismo sano y responsable, una aventura que vale la pena describir.

tibayre@hotmail.com; tensmar@yahoo.es


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