Es urgente desmontar el actual estado burgués en Venezuela antes que la voracidad capitalista destruya lo que queda de nación. De tal manera, liquidar las nefastas instituciones burguesas como gobernaciones, alcaldías, asambleas legislativas y concejos municipales, entre otras, debe ser el primer punto de su agenda política popular revoluvionaria. Además, tener claro, que el nacimiento del nuevo estado comunal no puede ser bautizado por el estado burgués sino nacer a contracorriente de este. Por ejemplo, en el mismo momento que el ministerio de las comunas se creó, ese fue el día en que la utopía comunal dejó de tener viabilidad.
Ahora bien, comunalizar la producción a partir de una planificación democrática de todo el pueblo, así como la distribución de los bienes y sevicios para satisfacer las necesidades elementales del estómago y del espíritu de la sociedad, implica que esta esté acompañada de la edificación de una nueva institucionalidad fundamentada en valores de lo común para que le dé coherencia ética e ideológica a la nueva economía de las clases trabajadoras. Vino nuevo ha de beberse en odre nuevo.
Creemos que Venezuela tiene hoy las condiciones para desarrollar una revolución socialista comunal verdadera. Sin embargo, no sorprende que los únicos enemigos de esta revolución comunal, son los mismos que hoy usurpan cargos públicos ilegítimos de gobernadores, alcaldes, concejales y diputados ya que no recibieron el apoyo popular a través del sufragio, por el contrario el pueblo los repudió con el voto de la abstención masiva, no obstante a pesar de ese masivo rechazo, se han erigido como obstáculos de la emergencia del nobel estado comunal.
Si el pueblo venezolano entonces decide anular la actualidad de las inservibles instituciones burguesas antes mencionadas y sustituirlas por comunas, ciudades comunales y confederación de ciudades con total seguridad, que la salud, la educación, los servicios públicos, la seguridad ciudadana, la economía, la paz y el trabajo comenzarán a funcionar efectivamente en beneficio de todo el pueblo trabajador.
En conclusión, el nuevo estado comunal deberá nacer sin pedir permiso al estado burgues.
