El Mundo cambia según hablamos

La dinámica del planeta en el comportamiento de cada uno de los elementos bióticos (seres vivos) y abióticos (recursos no renovables) han experimentados en los últimos tiempos acciones cambiantes e impredecibles, podemos señalar las siguientes: eventos naturales de magnitudes a gran escalas producto del cambio climático y procesos naturales propios de los agentes naturales, relaciones políticas que generan desencuentros entre naciones propiciando guerras y muertes innecesarias, nuevas formas financieras que develan patrones que hacen variar las ecuaciones clásicas de la economía y a los ojos de los expertos son muchas las interrogantes, el desarrollo de nuevas tecnologías asombrosas que desplazan al hombre como un factor en los medios de producción, desabastecimiento que conllevan hambrunas reseñadas y comprobadas en algunos países del mundo, mercados monopolizados por grandes corporaciones donde prevalecen sus indicadores y proyecciones de expansión o regulación comercial, pandemias, virus y vectores de nuevas enfermedades a nivel global, ejercicios nucleares para medir fuerzas entre las naciones, el desconocimiento consiente de la existencia y magnificencia de Dios, así como el egoísmo manifiesto de algunos habitante de este planeta al tratar de no hacer nada para cambiar esta triste realidad, obliga hacer un alto a la conciencia de la sobrevivencia en el tiempo y el espacio.

Pareciera un recetario de lamentaciones, pero lejos de ser un recetario es un llamado a la razon de los habitante del planeta, estamos fabricando con nuestros actos la extinción del planeta, evitamos frente a interese particulares y colectivos reconocernos como parte de un todo. Desde nuestra realidad, ¿que estamos haciendo por cambiar este escenario?, ¿por qué insistir en romper los procesos que se generan en las cadenas naturales?, aceleramos el no permitir que las generaciones por venir puedan tener la posibilidad de disfrutar lo que nosotros disfrutamos. Nuestra actitud egoísta está llevando al planeta a un eminente caos, que quizás sea irreversible y lamentable, solo se trata de tomar y respetar las acciones pertinentes que se derivan de estudios realizados, en donde muchos de estos alertan de los diversos peligros eminente en las persistencia de algunas acciones con dirección fatalista para la vida y las distintas formas de relacionarse en el planeta.

El renombre, la gloria terminan siendo una pobre cosa pequeña cuando los intereses particular, de manera egoísta y desenfrenada liberan una batalla de todo por el todo, negando todo alrededor. Los conceptos de sustentabilidad y sostenibilidad se hacen inoperante frente a las grandes apetencia de acumular riqueza con el manejo del poder, se asoma un juego de aliados y enemigos contra los elementos abióticos y vemos como son alterados sus ciclos naturales en su conjunto, no importa explotar hectáreas de bosques a fin de conseguir a cambio un puñado de oro o desarrollar un ejercicio atómico en el océano con una bomba que impacta de manera negativa la vida marítima, o quizás realizar un artificio financiero que lleve a la ruina a una corporación y con ellos el despido de una gran masa de trabajadores.

Pareciéramos estar en un todo contra todo, lo extraordinario en todo esto que por más que se quiera negar, la Santas Escrituras denotan en su contenido el desenlace de todo este proceso que el hombre desarrolla en los actuales momentos. Se pinta a Dios como un Dios de amor y si lo es pero con quien le aman y obedecen a él, olvidamos lo reseñado con Noé, Moisés y su salida de Egipto y otros tantos otros episodios, que dejan al descubierto la ira de nuestro Dios. ¿Por qué dañar lo que con tanto amor creo Dios para nosotros, sus hijos? ¿Hasta cuándo tanta intolerancia y añadidura a nuestra destrucción?, es hora de reflexionar.



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Joselino Serrano


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