María y José… Albornoz

Las bases de los partidos agrupados alrededor del proceso bolivariano están respondiendo satisfactoriamente al histórico llamado unitario; la cifra parcial de un millón setecientos mil aspirantes es de por si envidiable para cualquier organización política seria del orbe y es muy probable que se superen los tres millones en la definitiva. Nada mal para empezar.

Quienes sí van de mal en peor son las cúpulas clientelares del chavismo sin Chávez, definitivamente perdieron el chivo y el mecate; el chaparrón de la política real les lavó el camuflaje hasta desnudar el accionar secreto de su oportunismo y dejarles como otra chiripa más de la variopinta seudo izquierda reformista que viene a sumarse a una oposición que contiene la respiración con su presencia. La verdad es que después de la mojada el parecido es notorio, comparten visión ideológica, estilo y últimamente algunos hasta se atreven sin miedo. Si no es temor, ¿Que será entonces lo que le produce a los gobernadores y alcaldes de Podemos la posible materialización de referendos revocatorios?, porque esa risita con que aparecen en la foto del cuarto aniversario es igualita a la que ponen los boxeadores cuando el golpe es noble.

Lo cierto es que luego de tanto fanfarroneo, se hubiera visto como feo que la acción contra los revocatorios ante el Tribunal Supremo la introdujera el “Centro Caltel”. Para ello estaba presto el PPT, haciendo gala de su autonomía introdujo de manera inconsulta la demanda que muestra con exactitud cuan perdida tienen la brújula Albornoz y compañía.

Así las cosas, José picó adelante y María se sumó a su encuentro al día siguiente, avalando la moción con impresionante coincidencia de criterio. De no ser por el selecto buen gusto que derrocha la Cori, podría pensarse en María y José, el idilio de la antipolítica venezolana en lo que va de siglo.

Como en el Quijote, si los pérfidos ladran a nuestro paso es porque estamos en el camino, muy a pesar de los antiguos compañeros que se convirtieron en parte de la jauría con el mal andar.

Que buena vaina les echaron José, ahora, cuando pasen por el escualidómetro van a romper las agujas del sensor.

Perro de agua, tanto nadar para morir en la orilla, ciao Albornoz.

cordovatofano@hotmail.com


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Daniel Córdova Tofano


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