Tibet y Palestina

La hipocresía se exacerba en las declaraciones a favor de los independentistas del Tibet y en el silencio ante la ocupación israelí de Palestina.  Incluso, algunos ingenuamente salen en defensa a ultranza de los alzados en Tibet y nunca se han manifestado públicamente en contra del genocidio en Palestina. ¿Por qué? Hay varias explicaciones para ese comportamiento. Una es el manejo mediático, a través de la propaganda disfrazada de noticia.

El Dalai Lama es un monje que vive en el exilio y que ha sabido enriquecerse con su condición. Lo cual no desvaloriza a la persona, su sabiduría y sus enseñanzas. Más bien habla muy bien de él. Recordemos que el éxito de los hombres religiosos se mide por la riqueza terrenal que logran por medio de la religión. Esa riqueza es una señal de que Dios (quienquiera que sea) realmente está con ellos. Personalidades de todos los campos y actividades visitan a Lama, y pagan grandes sumas de dinero por sus orientaciones y enseñanzas. Bueno, tal vez no lo llamen “pago” sino “contribuciones”, está bien lo acepto. El Dalai Lama es un producto, una mercancía, en el mercado de la autoayuda y de la literatura religiosa. Sus libros son verdaderos best-sellers. Sus enseñanzas han influenciado a miles de personas a lo largo y ancho del planeta. Muy pocos ven al Lama como un magnate y dirigente político. Las estrategias de marketing se han encargado de ello. La propaganda capitalista, disfrazada de noticia, transmitida por medios de comunicación, dominados el Capital, se ha encargado de hacernos ver a los tibetanos como gente pacífica que se la pasa gran parte del día orando en sus templos. La otra parte del día me imagino que se la pasan afeitándose la cabeza, porque siempre están impecablemente rapados. Aparecen siempre retratados como gente pacífica que nunca se altera e incapaz de matar una mosca.

Yasser Arafat fue un guerrillero, un combatiente por la liberación de su pueblo del yugo de Israel. Las agencias informativas lo pintaban como un hombre sin sentimientos, capaz de matar niños y niñas, y mujeres inocentes, sin moral, un despiadado terrorista. Igual hacen con los líderes de la resistencia palestina. La agencias de noticias nos bombardean a diario con imágenes de israelíes victimas de los ataques suicidas o delos cohetes que lanzan los desesperados palestinos en sus esfuerzos por zafarse del dominio israelí. La propaganda israelí, muchas veces disfrazada de noticia, transmitida por medios de comunicación dominados, en su mayoría, por judíos, se ha encargado de hacernos ver a los palestinos como asesinos despiadados, como gente llena de maldad.

Las consecuencias de esa manipulación mediática son claras. Por un lado, tenemos a los despiadados chinos comunistas ocupantes del Tibet quienes masacran monjes pacíficos. Por el otro lado, tenemos palestinos violentos y despiadados atacando indefensos israelíes, lo cual obliga a estos últimos a actuar violentamente en defensa propia. Ante hechos tan claros, la comunidad internacional alza su voz de indignación y condena a China, y guarda un silencio cómplice ante Israel. 

Yo no estoy sugiriendo que nos pongamos del lado de los chinos y que aplaudamos cada vez que apalean a un monje tibetano. Yo estoy llamando la atención sobre la doble moral, el doble discurso de muchos que defienden a los independentistas tibetanos y al mismo tiempo guardan silencio ante la cruel ocupación israelí de Palestina. 

La manipulación mediática nos ha llevado a asociar al Tibet la imagen de monjes rapados enrollados en una sábana que no hacen más que orar y comer arroz. También nos ha llevado a asociar con Palestina la imagen de hombres y niños violentos que atacan a inocentes israelíes mientras asisten a sus escuelas o comparten en un cafetín. Hay que desmontar esas “frames”, como las llama Lakoff, mediante un uso más efectivo de nuestros medios de comunicación e información.

julio_mosquera@hotmail.com



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Julio Mosquera


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