En una sociedad libre hasta un presidente podría

Invitando a los funcionarios expresarse por Aporrea

Si estamos en un proceso revolucionario, donde supuestamente se
cambian los roles y se revaloralizan las tradiciones bajo una
perspectiva diferente, progresiva, ¿cómo es que los funcionarios
públicos no se expresan libremente, por ejemplo, por Aporrea, este
magnífico y simple instrumento revolucionario de debate y
confrontación? Los funcionarios, ¿son o no son, pues, revolucionarios?
Parecen estar, en cambio, limitados a aparecer, ellos, siempre en
tanto que noticia, nunca como seres normales y críticos. De ello se
desprende que en el fondo opera una lógica según la cual una condición
para ser crítico es, justamente, no ser funcionario, y a la inversa,
que para ser funcionario, no hay que ser crítico. Un poco como en el
apoliticismo sacro de las fuerzas armadas.

En esta revolución, yo tenía entendido, el protagonista era el pueblo.
Ahora resulta que los funcionarios, no son pueblo...

Los únicos funcionarios que he visto que se expresan por aporrea son
aquellos que tienen cargos superiores, por ejemplo ministros o
viceministros. Es decir jefes. El resto, esos que llenan nuestras
instituciones por millares, quedan relegados, por decirlo así, a la
tropa que hace marchar la nave y que supuestamente nada tiene que
decir, sólo ejecutar.

¿Nada que decir? Muy improbable. ¿Fuerza bruta, implacable? Hmm...
tampoco es muy efectiva que digamos. El miedo a expresarse libremente,
a ser sancionado, a ser gente, individuos conscientes, pensantes, a
ser en fin lo que no pueden dejar de ser, he ahí un tema sobre el cual
expresarse, por ejemplo. Por sólo mencionar uno.

La intención del presente texto es un poco liberar esas tensiones sin
respuesta que todos vamos almacenando frente al escenario incompleto
del haber político nacional. El presidente Chávez lleva el record
mundial de pesencia en los medios y en transmisión de información
sobre su gestión, pero aún así la cosa parece seguir reproduciendo los
esquemas de una democracia representativa en la que los jefes están
allá y el pueblo aquí, en dimensiones separadas y donde la información
fluye en una sola dirección. ¿Cuántas veces nos hemos preguntado,
tanto íntima como públicamente, si Chávez lee aporrea?

En una revolución lo primero que debe cambiar son las estructuras
tradicionales que restringen la interacción gobierno-pueblo, de lo
contrario estamos reproduciendo el error que se pretende corregir. Los
funcionarios todos, grandes y pequeños, deberían participar más en el
debate del pueblo, expresarse como tal, más allá de sus funciones, las
cuales en ningún momento deben primar sobre su condición fundamental
cívica, ciudadana, la cual es de hombres y mujeres libres. Lo
contrario es un falso humanismo, y sobre todo un demagogo pragmatismo.

Pero para nadie es un secreto que vivimos aún, al interior de nuestras
instituciones, como en un medio represivo cuasi medieval. Los
mecanismos de chantage son infinitos, haciendo que las intituciones no
constituyan un medio seguro para el desarrollo de la sociedad, sin
hablar ya de la promoción de su transformación. ¿La razón? Una
precariedad ética al origen de todo.

En vista de esto, que es bien grosso, hay que diseñar una política
comunicacional no basada en la promoción, sino en un cambio
estructural intra-institucional que permita la transparencia y el
flujo de ideas, lo cual es un sistema auto correctivo más
revolucionario que cualquier venta publicitaria de consignas
ideológicas, por muy buenas que éstas sean.


xavierpad@gmail.com
www.myspace.com/xpadilla


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Xavier Padilla


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