¿Hasta cuándo Globovisión?

El caso de Globovisión y sus abusos, su particular y nefasto estilo de hacer “periodismo”, su enfermiza manera de desinformar, su impecable estilo para envenenar conciencias en masa, no ha sido asumido con la seriedad que merece y mucho menos con la urgencia que reclama una situación que tiene que ver con la salud mental de los venezolanos y venezolanas.

Las muy pocas veces que veo ese canal, por accidente o por la imperiosa necesidad de analizar sus abominables maniobras, no sé si sentirme orgullosa de lo democrática y libre que es la comunicación en nuestro país o salir corriendo a pegar afiches de protesta frente a CONATEL por lo pendejos que somos.

¿Será que algún día alguien va a ponerle el cascabel al gato? ¿Será que alguna vez tendremos sanciones para ponerle coto a la calumnia, la mentira, el saboteo? Y no me refiero a cerrar canales, no creo en ese tipo de soluciones, pero sí creo y exijo como venezolana, que existan instituciones, normas y leyes que nos permitan defendernos de la barbarie mediática.

Las normas están, las leyes existen, solo falta que las instituciones, o mejor dicho, las mujeres y hombres que las dirigen, se pongan las botas, asuman sin miedo, dejen a un lado la comodidad y la sinverguenzura del facilismo y ejerzan las acciones para las que están facultados. De nada nos sirven los llamados de atención del Consejo Nacional de los Derechos de los Niños, Niñas y Adolescentes, que los ha hecho bastantes. Ya me aburren las advertencias de Conatel y a Globovisión le resbalan. La Fiscalía, bien gracias. El Defensor del Pueblo: NPI y mientras tanto las viudas y viudos de la IV República siguen maltratando al pueblo con la deformación y la manipulación psicológica que magistralmente transmite Globovisión, en vivo y directo, las 24 horas del día y sin cortes comerciales, porque hasta las cuñas son terroristas.

Nunca había querido escribir de Globovisión para no caer en el error de hacerle publicidad indirecta, pero en este caso, asume el costo, porque somos víctimas a diario de la enfermiza disociación que ese asqueroso canal siembra en la conciencia de miles de venezolanos y venezolanas. Globovisión me da nauseas, pero más asco me da que la impunidad permita tanta mentira y tanto irrespeto. ¿Hasta cuándo?

natachainatti@gmail.com


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Natacha Inatti


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