La pata coja de la comunicación

Partiendo de la importancia fundamental que han tenido y tienen los medios de comunicación para el afianzamiento de cualquier ideología, se comentaba en un programa radial reciente las dificultades que manifiestan los canales estatales para incrementar su audiencia. Es cierto que hay una base comprometida y sólida de usuarios que día tras días sigue y participa de manera constructiva, en los programas de radio y TV favorables al proceso de cambios que vive el país, pero ello no es suficiente cuando se trata de relevar un modelo económico injusto pero afianzado en el poder económico, militar y mediático del mayor imperio que ha conocido la historia. Sin ser especialista en la materia pero sí un oyente cotidiano y crítico de las emisoras de radio estatales, me atrevo a hacer algunas propuestas que quizás puedan aportar algo a la solución del problema planteado.

Está claro que la enorme gama de información que se produce de manera casi instantánea en todo el mundo, es un reto que obliga a una cierta especialización en los medios, no sólo para poder conocer y analizar tal volumen actualizado de noticias, sino también para decodificarlas ya que en su gran mayoría llegan manipuladas por las agencias noticiosas internacionales, que las ajustan a los intereses del imperio y por lo tanto al de las grandes empresas transnacionales que hoy en día se reparten el mundo. Al respecto, es encomiable el esfuerzo y el respeto que Cuba ha ganado a través de Prensa Latina, a pesar del bloqueo inhumano, injusto e interminable que sufre la isla, simplemente por ejercer su soberanía, mientras que iniciativas locales o regionales como la ABN y Telesur deben ser reforzadas para que aumenten su calidad y puedan competir efectivamente con el bombardeo mediático interno y externo.

Pero el cierto grado de especialización antes mencionado, debería ser claramente definido, considerando por ejemplo las categorías de emisoras noticiosas, de entretenimiento, deportivas, de salud y musicales, sin soslayar las posibles combinaciones (emisoras mixtas) que resulten convenientes, como podrían ser aquellas que ofrezcan cultura con entretenimiento o deportes con música. En realidad cultura y educación deberían ser ejes transversales en la misión de cualquier canal del Estado, porque se corresponden con deberes constitucionales inalienables. Una mejor definición del ámbito de cada medio permitiría aclarar para los oyentes el menú de opciones que se les ofrece, y propiciaría el logro de características particulares, que confieran una identidad propia a cada estación, fácilmente asimilable por los usuarios.

El carácter noticioso de la Radio Nacional de Venezuela y de YVKE Mundial debería revisarse, porque en muchos casos se repiten las mismas noticias durante varios días, como si la dinámica estatal no diera para una actualización más frecuente, lo cual es falso, y como si el fin último de la emisora fuera transmitir exclusivamente los logros gubernamentales. Se entiende que el gobierno requiere hacer del conocimiento público las obras que ejecuta, y más aún en un país donde cerca del 80% de las emisoras radiales están en manos privadas y opositoras que aprovechan los aciertos del gobierno al tiempo que los niegan. Pero la frecuente omisión de otros hechos, obliga a los usuarios a cambiar de dial cuando se requiere conocer cualquier evento extraño a la esfera gubernamental, en tiempo real. De igual forma, conviene ampliar el ámbito de las noticias ya que sin necesidad de cálculos puede afirmarse que en su mayoría, las de RNV y YVKE se restringen al Distrito Capital y estados vecinos.

La existencia de una programación que se respete es condición indispensable para garantizar la permanencia y estimular el crecimiento de usuarios de cualquier emisora, porque tanta consideración merece el tiempo de ésta como el de los usuarios que la escuchan. Sobre este aspecto, valdría la pena calcular cuantos de los programas diarios de RNV y YVKE Mundial, excluyendo los de la madrugada y medianoche por razones obvias, logran ser transmitidos completamente, sin que los interrumpan, en muchos casos para transmitir “en vivo” eventos cuya reseña puede ser agregada en la siguiente emisión noticiera, y carecen de una importancia que justifique suspender una entrevista interesante o un valioso programa de opinión. Espacios como los de Hindu Anderi y Angel Arenas en YVKE, o el de Los Robertos y Cristina González en RNV, son buenos ejemplos de lo antes mencionado. Muchas veces los conductores de los programas no pueden disimular el desagrado que les ocasiona la abrupta suspensión de un espacio que ha requerido tiempo y dedicación para su producción, mientras queda en el oyente una sensación de incertidumbre por la improvisación permanente. Si una emisora está concebida como de noticias, podría intercalar avances regulares entre las emisiones noticiosas principales, de manera de dar cabida a eventos importantes del momento, sin necesidad de alterar la programación habitual.

Un factor clave que atenta contra el cumplimiento de cualquier programación que se propongan los medios de radiodifusión estatales, son los frecuentes y largos discursos presidenciales, porque las citadas emisoras han hecho de la transmisión completa de cada uno de ellos, una obligación principal. La verdad es que siendo tan cotidianas y prolongadas las alocuciones presidenciales, no es extraño que en muchos casos se repitan, no sólo los preámbulos y anécdotas, sino hasta las decisiones que ya han sido adelantadas en el discurso precedente. En consecuencia, no sería difícil para quienes cubren tales eventos, editar las partes novedosas o más importantes de cada mensaje del Presidente, y destacarlas en el segmento noticioso más próximo, coadyuvando el respeto a la programación regular. Sin perder un ápice de su esencia, Aló Presidente podría cumplir la misma función que ha desempeñado hasta la fecha, en la mitad del tiempo que normalmente utiliza.

Finalmente, la participación ciudadana es un avance en la programación regular de las emisoras de radio estatales, que ha sido copiada por las de la oposición. Sin embargo, deberían establecerse normas para la participación, que establezcan, por ejemplo, un tiempo máximo para las intervenciones, y un máximo de uno o dos aspectos a ser considerados en las mismas, así como ampliar el espectro de usuarios participantes, de manera que no sean siempre los mismos.

charifo1@yahoo.es


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Douglas Marín


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