Globomalula

No la perdones Señor porque, aunque ya no sabe lo que hace, sí sabe lo que quiso decir. Le escribieron el libreto por si acaso no escucha bien. Además, Santo Dios, es lamentable que uno vea y oiga a una de las mujeres de nuestra coetaneidad que todavía, a esta distancia en el tiempo largo que nos separa de la juventud, (¿o será por lo mismo?), esté tan obcecada por las 100 caras del diablo, que no le dejan lugar para pensar y asimilar la bondad y la verdad de nuestro Señor Jesucristo Redentor. Lo del poco cerebro y menos olfato es comprensible. El mismo maligno se los queda siempre y cuando logra pleitesía sumisa, degradación esta del vasallaje, aún cuando éste se desviva por el oropel en vitrina cara, y por el canto de sirena como esas que pululan en las riberas de Caruata, aledañas a Bárcenas.

Pero en fin, por qué extrañarse, si la señora Marta Olivo (Marta tenía que ser, como « la tuya » amigo Mario Silva), es la mujer de las añoranzas fallidas, como toda esperanza de los inocentes. Malula, de una debilitada memoria desde que la reclutaron para que se doblara en torpe y cautiva morisquetera, por lo que despreció su cuerdo personaje para el que vino al mundo, devino en presa fácil para pregonar la insidia. Lo que da lugar para parodiar a la crueldad, en su caso por supuesto, con el viejo dicho que expresa: « no tiene la culpa el ciego, sino el que le da el garrote ».

Y lo de poco olfato, lo demostró Malula cuando la entrevistaron en Globovision. Se le olvidó que: « me crié en el cerro; me desvulvaron en el cerro, pero con cuántas ganas me mudaría p'al Country Club ». No escarmienta la doña. Todavía delira en sus añoranzas. Ella sí debería meditar respecto a lo que le sucedió a Lila Morillo, cuando se atrevió a mudarse a esa población de los escogidos, que se llama Country Club. A la dama del « cocotero » sí le pegó el tufo del azufre y se devolvió a tiempo. En cambio, la Malula se sentó en el sillón de Mezerhane con el olfato inutilizado. No se dio cuenta que la diablera de ese canal le estaba midiendo un mecate parecido a la soga de doble v Bush, con un letrero que ella no pudo descifrar pero que era una « sentencia » macartista contra la gran mayoría del pueblo venezolano que apoyamos a Hugo Chávez Frías en su decisión de no renovarle la concesión radioeléctrica al canal de Marcel Granier una vez vencido el plazo, a finales del mes de mayo del año en curso.

No se percató la doñita humilde de aquel cerro colorado, que los mismos que le exprimieron lo poco que le quedaba del buen humor del venezolano, todavía se atreven a ridiculizarla por las pantallas del « huésped alienado », como alguna vez la otra Marta, catalogó a Radio Caracas Televisión. No se da cuenta Malula, que le están utilizando la ñinguita de nombre que le dejaron, después que la botaron como un trasto inservible, por la misma puerta trasera por donde sacaron, como si fuera una piltrafa, a Kico Mendive.

No se dio cuenta la señora Marta Olivo (¿pero cómo, si era que la tenían en una encerrona?) que, mientras ella servía de voz parlante de lo que le decían que dijera, Marcel Granier y su títere mañanero, estaban profanando la memoria de Renny Ottolina. La memoria de ese gran locutor en boca de los prevaricadores de oficio que jamás se ocuparon por rendirle honores después de haber sido uno de los pilares de RCTV, cuando todavía la televisora de Bárcenas no había pasado a las manos temblorosas de Granier, quien medra la jefatura del canal, valido de su matrimonio con la heredera; después que acabó con el Diario de Caracas, los derechos adquiridos de los periodistas y los puestos de trabajo de centenares de venezolanos.

Pues mal, ese mismo personaje quien le echó tierra a las causas del accidente aéreo en el que perdió la vida Renny Ottolina, es el mismo que hoy pretende utilizar como escudo a los trabajadores de su planta televisiva. Es el mismo malvado que no tiene contemplaciones hacia la moral del venezolano, hoy ganada con valentía, después que ellos, los dueños de RCTV y sus vasallos, quisieron mancillar el 11 y 12 de abril de 2002, con su silencio sepulcral y luego con la tergiversación de los hechos.

Por todo lo dicho, y algo más que no cabe en un artículo de opinión y aclaratoria, señora Malula, no se deje utilizar una vez más para hacer amenazas veladas. Piense que los cuellos donde se apretará la soga no están en Venezuela; en todo caso, los que a usted utilizan, tendrán los dormitorios cinco estrellas que dejó Carlos Ortega, ahora con rejas eléctricas y a control remoto, controladas desde la Av. Urdaneta por Pedro Carreño.

pedromendez_bna@yahoo.es


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Pedro Méndez


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