El chisme es un negocio, invierte tu lengua



Contra el poder

El chisme es un negocio, invierte tu lengua

David Javier Medina

davidjavier18@hotmail.com

davidjavier18@gmail.com

Me pregunto ¿qué interés tendría un colega en destrozar la vida de un amigo a través de su columna?, ¿o qué interés tendría en publicar información incorrecta en torno al estadio Cachamay?, pues bien, se trata de un negocio y aunque usted no lo crea, el chisme en toda la extensión de la palabra es un negocio en la política, pero se debe invertir con audacia la lengua. Si el amigo lector, el profesional que se gana la vida lejos de las arenas políticas presenciara una reunión política, de cualquier ideología, se sorprendería del desperdicio de palabras para decir lo que no se siente.

Las horas pasan y de pronto existe la sensación de haber escuchado la misma reflexión cientos de veces, solo que con adjetivos y sustantivos diferentes. Pero hasta aquí todo es normal, digerible, pues el político se ve obligado a recurrir a una gama extensa de conceptos para describir un pensamiento tan complejo que permita por ejemplo entender porqué un sector minoritario escoge un analfabeta como candidato único de la oposición. El problema es cuando la palabra utilizada como cuchillo en la sombra, penetra los salones del poder y orienta algunas decisiones del alto gobierno.

Las columnas de opinión son un espacio ideal para el negocio del chisme, ¿por qué?, pues se presume que es información y se presume que el autor en cierta forma genera matriz de opinión. Las buenas plumas son tarifadas y hasta el NY Times ha reconocido públicamente que algunas de sus columnas de opinión ofrecieron información errada, que sus autores estaban conscientes de ello, en fin, un vulgar chisme.

No obstante en la fusión política – periodismo, sucede algo más complejo y efectivo, algo que llaman las medias verdades. Ejemplo: el caso más aberrante del periodismo venezolano, cuando varios hombres disparaban desde el puente Llaguno en Caracas, en ese momento la prensa completó la información con una mentira, al esconder a quién y porqué disparaban.

La prensa muestra ejemplos diarios de medias verdades y de cómo el mercado del chisme produce ganancias en todos los sectores. Y es que hasta cuando una telenovela no alcanza la audiencia esperada, la crítica de farándula se deleita en chismes ante su limitado conocimiento sobre dramaturgia.

El chisme se globalizó con la internet y ahora rueda en la red un chisme que todos sabían, y es que el gobierno norteamericano es el responsable del atentado a las torres gemelas, por lo que deducimos que Bin Laden podría ser otro chisme, una media verdad que produjo muy buenos dividendos.

Nuevamente la prensa y las escuelas de comunicación, en donde parecen enseñar un periodismo anacrónico y romántico permiten el irresponsable ejercicio del chisme, media verdad, información no confirmada, alguien dijo, como quieran llamarlo. Y se hace un especial énfasis en la libertad de expresión, más no en el derecho a la información.

Cuando se creó el Ministerio de Industrias Básicas, cuantos chismes rodaron por los pasillos de CVG, cuantos ruedan hoy día con la designación de un nuevo ministro. Programas de televisión se dedican exclusivamente al chisme y hasta el Papa se metió en problemas con los musulmanes por un chisme, ¿o una media verdad, o realmente era verdad?. El chisme ha dado hasta para el guión de una película como Código Da Vinci, alimentó el conflicto de Otelo en la inmortal obra de Shakespeare. El chisme es un negocio y exige invertir la lengua. Así que lo más probable es que el columnista siga atacando a mi amigo hasta sacarle dinero.


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David Javier Medina


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