Ya es un certeza. La única campaña que hará el opaco comando tricolor es la de la guerra sucia y sus respectivas operaciones psicológicas, pero debemos aclarar que no estamos hablando de operaciones de poca monta: el terrorismo psicológico al cual nos enfrentamos es de magnitudes insospechadas hasta ahora.

La violencia contra comunicadores en las "caminatas" del candidato suicida o los auto atentados que ellos mismos han venido haciéndose, dejaron paso a operaciones desestabilizadoras de gran envergadura. Hablo, por el momento, de dos.

Por una parte, la operación psicológica que tiene como objeto el tema del agua. (Operación que va muchos más allá de aquellas conocidas en el pasado y que señalaban, por ejemplo, a un gobierno que supuestamente le quitaría al ciudadano su carnicería).

Desgraciadamente nos encontramos frente a un indudable terrorismo psicológico que va in crescendo.

De hecho, jugar con el tema del agua es tocar el campo de derechos humanos últimos y definitivos. Significa utilizar signos y símbolos mayores que en otros países han creado desestabilización que puede incluso derivar en guerra civil o efectos irreversibles en la psique colectiva.

La manipulación en torno al tema del agua borra límites éticos hasta ahora respetados y coloca a la oposición y su campaña en un terreno peligroso, demasiado peligroso.

Pero no contentos con la campaña negra alrededor del agua, se lanza esta semana otra de envergadura igual o acaso mayor a la anteriormente descrita.
Hablo de otra operación psicológica posicionada por la campaña opositora en las redes sociales y medios regionales y que coloca a Venezuela como un país donde existiría un "alto índice de raptos de niñas y niños para tráfico de personas y prostitución infantil".

Así como en el caso del agua, esta nueva matriz creada supera con creces los límites de la ética política que los venezolanos indistintamente del propio tinte político nos habíamos fijado. De hecho, esta nueva operación tiene un doble Target.

Por una parte la población del interior del país, pero también (y sobre todo) un público internacional que la oposición está preparando para una intervención futura contra Venezuela.

Recordemos el impacto que ha tenido, por ejemplo, la campaña mundial kony2012.com con el muy sensible tema de los niños esclavizados en el Norte de Uganda, República Democrática del Congo y Sudán del Sur. Se trata, en fin de cuentas, de posicionar a Venezuela como un país donde no se respetan los derechos humanos de los niños y donde además se somete a la población al consumo de agua contaminada, otro derecho humano fundamental.
Insisto en esto so pena de parecer repetitivo: al mismo tiempo se coloca a la población venezolana bajo un efecto de terror generalizado, mientras se preparan las condiciones para una intervención extranjera.

Todo ello evidentemente en vísperas de las elecciones presidenciales del próximo 7 de octubre donde todo indica un triunfo del Presidente Chávez. Triunfo que en los análisis del Departamento de Estado sólo puede ser revertido con un hecho de violencia espectacular y sin precedentes que, no tengo la menos duda, se está preparando a través de estas operaciones psicológicas de guerra sucia.

No es casual la visita de Zapatero al Estado Zulia quien, recordemos, llegó al poder en España luego del atentado contra un tren en la estación de Atocha en Madrid. Zapatero ya estaba perdido en las encuestas horas antes de la elecciones contra Su adversario Aznar. La explosión de un tren revirtió la tendencia y dio un triunfo inesperado a Zapatero que, SORPRESA, vino de visita a Venezuela.

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Miguel Ángel Pérez Pirela, Ph.D.
Instituto de Estudios Avanzados (IDEA-MPPCTII)
Director del Area de Sociopolitica y Cultura
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