El siniestro se produjo de madrugada, poco antes de las 6.00 de la mañana, por lo que la recepción y la calle del hotel se encontraban prácticamente vacías. La construcción, con una altura total de 25 metros y que reproducía un mar tropical coralino, permitía introducirse en por arriba o por abajo en un segundo cilindro interior del acuario para tomar un ascensor de cristal y apreciar los peces desde su interior. El acuario estaba considerado la mayor pecera cilíndrica del mundo.
«Hemos tenido suerte en la desgracia. Si hubiese habido gente en el lugar en ese momento habríamos tenido que lamentar muertos», dijo la alcaldesa-gobernadora de Berlín, la socialdemócrata Franziska Giffey, al visitar el edificio siniestrado. «El nivel de destrucción es increíble. Parece que ha pasado un tsunami», comentó la máxima autoridad local, que elogió la rápida actuación de las fuerzas de rescate. Más de un centenar de bomberos y otros tantos policías intervinieron en la operación. Sus peritos atribuyen provisionalmente el accidente a un cansancio de los materiales de construcción del acuario, que acababa de ser renovado y abierto al público el pasado verano, tras dos años y medio de obras con un coste de 2,6 millones de euros.
La detonación del gigantesco depósito de cristal, con una altura de seis pisos, reventó ventanas y puertas y lanzó escombros hasta la calle. Las grandes y pesadas jardineras a la puerta del hotel salieron disparadas hasta la acera de enfrente. El agua arrasó toda la planta baja del edificio, destruyendo la recepción, el restaurante y la cafetería, entre otros locales. «Cuando un acuario revienta, lo hace de manera repentina. Estalla y se derrama completamente», explicó un bombero. Y explicó que todo duró unos pocos segundos. La ola, tras barrer todo a su paso en los bajos del hotel, reventó las cristaleras de la fachada, inundó la calle y acabo despareciendo por el alcantarillado.
«Escuchamos un crujido fuerte y luego una gran explosión y al abandonar la habitación para ver que había sucedido vimos que la enorme pecera había desaparecido. Parecía que había explotado una bomba», explicaba un huésped del hotel, que fue evacuado del edificio por los bomberos al igual que los restantes 350 clientes que pasaban la noche en él. A media mañana pudieron retornar a sus habitaciones. La Policía procedió a su vez a cerrar la calle, impracticable para el tráfico al encontrarse llena de escombros y cadáveres de peces. Más de 1.500 peces de más de 100 especies, entre ellos varios tiburones, acogía el acuario. No sobrevivió ninguno. La explosión fue tan potente que quedó registrada en dos sismógrafos de la capital alemana dedicados al control de terremotos.
