El estado brasilero es un rehén manipulado a través del Síndrome de Estocolmo

Un país como Brasil tendría condiciones para protegerse de los efectos de la crisis financiera global. Esto sucedería si no fuéramos gobernados por una alianza entre banqueros, transnacionales y políticos profesionales dotados de un alto grado de certidumbre ideológica en el gerencialismo del tipo salvaje. El Ministro de Planeamiento, el Sr. Paulo Bernardo, un hombre ligado en teoría a “la izquierda” anunció a finales de enero un corte en el presupuesto del orden de los R$ 37,2 millardos. Para el gobierno de Lula y Henrique Meirelles, el corte fue “preventivo”. Lo que no puede interrumpirse es el flujo de caja del Tesoro Nacional hacia la Banca. Las inversiones y los costos de manejo pueden y deben –siguiendo el manual de la dependencia- ser efectuados.


Los efectos de la crisis global, fruto de la mega estafa financiera están siendo aplicados en base al apoyo y al refinanciamiento de aquellos que nos endeudaron: los bancos privados y las empresas que jugaron a la especulación con el dólar derivado. Para quebrar la Constitución Federal se inventó una medida, una sigla, al final del gobierno de Itamar Franco (1992-1994): La DRU (Desvinculación de Recursos de la Unión). En vez de decir que están robando la riqueza colectiva, expresada en forma de moneda digital corriente y manipulada por la tecnocracia de la Unión, el término aplicado es “contingenciamiento”. Veamos que interesante incongruencia. El corte se da en los ministerios de Defensa y de Ciudades. Respectivamente desaparecen de los presupuestos previstos, R$ 5,6 millardos y R$ 11,1 millardos para costos e inversión militares y en el de Ciudades “temporalmente”, R$ 3,8 de R$ 9,7 millardos.


A mi modo de ver el caso es grave, por dos motivos. En Defensa, pensamos en los militares semi-profesionales y su poca o ninguna actividad en tiempos de paz. Y con razón, allí le damos poca o ninguna importancia. Pero nos olvidamos de la misión tecnológica, en el absurdo del abandono y la privatización parcial del parque agroindustrial del Vale de Paraiba (SP) y para priorizar, el hecho de que nuestras investigaciones aeroespaciales están entregadas a una muerte lenta. No nos asociamos a Venezuela para el lanzamiento del satélite, tenemos ocupación gringa en Alcántara (curiosamente desaparecida de los medios y vehículos) y dejamos menguar la Agencia Espacial Brasilera (AEB). Si eso no es entregar soberanía ¿qué es?


Ya el corte en el Ministerio de Ciudades, comandado por un político de carrera en la leyenda de la dictadura, Márcio Fortes (del PP, ex-PPB, ex–PDS, ex-ARENA) será “quirúrgico”. En la brega por la prebendas, el Ejecutivo vacía el poder del bajo clero, cortando las partidas parroquiales. Así, este año habrá menos inauguraciones de puentes y obras circunstanciales y más lanzamientos pre-campaña de una de las candidatas del presidente. Los recursos del PAC (Plan de Aceleración del Crecimiento) y de la posibilidad de mantener el grupo de poder, son “inmezclables”. ¿Por qué? Porque la Ministra Jefe de la Casa Civil, la exguerrillera Dilma Roussef, sucesora de Golbery do Couto e Silva y José “Galimberti” Dirceu, es una de las candidatas de Lula para permanecer en Planalto. El otro es el nieto de Tancredo Neves, el gobernador Aécio, que para más datos juega de disidente anti-paulista en la pelea interna tucana. Bajos márgenes de variación en semejante modelo.


Como el gobierno muerde y resopla al mismo tiempo en que Paulo Bernardo anuncia el corte inicial de R$ 37,2 millardos, también “señala” (es la maldición de los eufemismos sin fin) que el corte definitivo podría quedar en R$ 26 millardos. Esto implica intentar pactar con los parlamentarios y las oligarquías estatales, porque las enmiendas del corral del noble y elevado Congreso Nacional pueden arreglar el fondo del PAC. Esto significa no hacer obras superpuestas –lo cual es hasta de aparente racionalidad- y compartir acuerdos entre políticos locales y “Doña Dima” capitaneada por el Ministro de ARENA, Márcio Fortes y posiblemente secundada por otro histórico arenista, el Sr. Geddel Vieira Lima, ilustre ministro de la “Integración Nacional”. Se trata de la superposición de funciones ministeriales: infraestructura, ciudades, integración y etc. El modus operandi refleja el modus vivendi. Se divide el pastel del presupuesto, fruto de la extorsión impositiva, devorando aquello que la Banca deja de resto para ser roído por las ratas.


El Poder en Brasil, el Estado al servicio de ese Poder y la disputa que resta


Del lado de allá, de la cima de Planalto de São Paulo de Piratininga, está una articulación clásica de retoma del poder que está en disputa. En lo alto de la pirámide tupiniquim, todo corre en santa paz, al ritmo de los Orleans & Bragança. El reino unido de las elites políticas con los agentes económicos y los medios, sigue tranquilo. Poco hay para disputar, porque el conflicto entre estos sectores es secundario. La Banca sigue feliz con el “inmezclable” funcionario del Bank of America al frente del gobierno del Brasil, en la función de primer ministro del Banco Central. Las operadoras de telecomunicaciones expresan confianza en su intermediario Ronaldo Sardenberg; el capital “insolente y aventurero” que anda por ahí arriesga lo que tiene y lo que debe en la ruleta de derivados, teniendo su cabeza de playa en el ex–ministro de Desarrollo Económico Luiz Fernando Furlan (Grupo Sadia). Juegan, pierden y reciben el auxilio sin hacer esfuerzos. ¡Qué lo diga el grupo Votorantim! Sector por sector, ramo por ramo para todos los agentes de envergadura nacional, existe la mano amiga del banquero que gobierna en nombre del ex- operador y que determina el rumbo de la 11ª economía del mundo y líder en América Latina.


Lo que más impresiona es saber que estos datos en bruto, de números presupuestarios, son leídos y difundidos en lenguaje “técnico” en las editoriales de los periódicos de “economía”. ¿Podrían decir acaso “apropiación privada de recursos públicos manejados por el Estado patrimonial-financiero”? Pues no, ¿por qué esperara transparencia en el reino de los eufemismos? ¿Por qué preocuparse de la verdad de los hechos, si basta con la apariencia de gobernar como derecha con un leguaje de izquierda?


Para corroborar lo que digo, basta con contraponer los recursos e inversiones directas aplicadas a redistribución y promoción social durante el gobierno de Lula y el 20% de los recursos provenientes del petróleo e inyectados por Chávez en la base de la sociedad venezolana. Llegan por gracia divina los cuarenta millones de votos. Es muy poca inversión para una popularidad que pasa el 80% de apoyo al gobierno del ex-sindicalista que hoy dice: “nunca fui de izquierda ni socialista”. Por lo visto no es el mismo. Si el Brasil pusiese el 10% de los recursos líquidos que el Estado traspasa y financia a los agentes económicos (transnacionales y locales) que se manejan teniendo al país como mecenas, nuestras realidades cambiarían en forma sustancial. Bastaría una década. Aunque es cierto que la poliarquía brasilera correría el riesgo de estremecerse y tal vez caer.


No estando en juego aquello que valdría la pena jugar, tenemos la situación insólita de ver a la izquierda reformista parlamentaria todavía auténtica, comportándose como jacobina, republicana radical y teniendo como ícono de la brasileridad a más de un Serpico de los trópicos. Es cierto, para los parámetros de legalidad y moral de la res publica, el delegado federal Protógenes Queiroz es un ícono. Pero no se cambia la sociedad a partir del aparato represivo, judicial o investigador. No es con la basura janista que se barrerá la suciedad de la politiquería controlando la economía brasilera. Y, para quienes piensan de manera maniquea, tampoco creo que el economista de Princeton (José Serra) sea una alternativa al mandato del sponsor de Harvard (Mr. Meirelles).


Anticipándose a las articulaciones contra la etiqueta desarrollista-prebendaria (Dilma e Geddel, hasta el momento), Lula invita a los grandes capitales de la industria a dialogar. El capital insolente y transnacional brasilero, ardorosamente defendido por el Foreign Office tupiniquin (Itamaraty) en la contienda con Ecuador (Odebrecht) y Bolivia (EBX, Eike y Dirceu) tiene sus asientos reservados en el co-gobierno con la Banca. Una posición subordinada pero respetable. El Planalto puso alrededor de Lula a sus ex-enemigos de clase como Olavo Monteiro de Carvalho, Jorge Gerdau Johannpeter y Sérgio Andrade. Conversaron en forma reservada y su prosa fue convenientemente “envasada”. El recado llegó al Palacio de Bandeirantes, marcando el límite de la parcela de poder que le cabe al Ejecutivo, cuando el Estado es manejado como un rehén con Síndrome de Estocolmo.


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Bruno Lima Rocha

Politólogo, periodista y profesor de relaciones internacionales

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