“Que el fraude electoral jamás se olvide”

Espino arremete contra Chávez

De acuerdo con la nota de la DPA fechada en Caracas el 20 de julio y publicada por LA JORNADA al día siguiente, el presidente del PAN, Manuel Espino, afirmó que el “chavismo” es “riesgoso” para Latinoamérica porque “no respeta a las comunidades de otros países” y realiza una injerencia indebida en las demás naciones. El yunquefacista mexicano aseveró que México ha padecido incertidumbre, odio y resentimiento alentado por esta corriente que hoy se está intentando poner de moda en Latinoamérica. Acusó a los denominados “círculos bolivarianos” de alentar campañas electorales de un partido político afín al chavismo, participando en actos que generaron disturbios, como la toma del Paseo de la Reforma y el Zócalo. Criticó al gobierno de Chávez señalando que no le gusta respetar la libertad de expresión y de opinión. Todo lo anterior, dicho en el marco de la Organización Demócrata Cristiana de América.

No puedo ni quiero negar mi profundo respeto por el proceso emprendido por el pueblo venezolano, conducido por el Presidente Chávez, en la procuración de la justicia, la libertad y el bienestar social, que lo ha llevado al rompimiento de las ataduras que, en el pasado inmediato, los regímenes de la plutocracia corrupta le impusieron, siempre con el beneplácito y la inspiración de la seudo democracia made in usa. No puedo, por lo mismo, dejar de considerar como un agravio a la inteligencia las estúpidas declaraciones del dirigente de la derecha mexicana.

No obstante, reconozco que, en alguna medida, le asiste la razón: en efecto, el por él llamado “chavismo” levanta el entusiasmo popular en el ámbito de la América Nuestra y constituye un grave riesgo para las minorías privilegiadas que, aliadas con el imperio, han medrado secularmente con la entrega de los recursos de nuestros países y con la miseria de los pueblos. Pero el yunquista miente con la mayor desvergüenza al adjudicar al “chavismo” la secuela de incertidumbre, odio y resentimiento imperante en México; la mentira es múltiple al respecto: es absolutamente falso que el Proyecto Alternativo de Nación y la Alianza por el Bien de Todos hayan registrado injerencia alguna del régimen de Venezuela o de los Círculos Bolivarianos; la incertidumbre, el odio y el resentimiento que se registra en la sociedad mexicana, que en verdad existe, solamente es producto del encono de la guerra sucia emprendida por el PAN de Espino en la campaña electoral y, esencialmente, por el criminal fraude cometido contra la voluntad popular.

Ahora que, en materia de intervención en asuntos ajenos, el tal Espino está como el burro hablando de orejas. ¿Qué tiene que estar opinando respecto de la democracia venezolana? Su irresponsable intromisión estaría facultando a cualquiera, incluidos los venezolanos, a intervenir en los asuntos internos de México. Ni qué decir del descarado intervencionismo que significó la grosera intromisión del inefable Asnal durante la campaña en respaldo del candidato del oscurantismo. Menos todavía de las siempre desafortunadas acciones intervencionistas practicadas por la Casa Blanca.

Confieso que lamento que no tenga razón Espino al calificar al Gobierno Venezolano como enemigo de la libertad de expresión y opinión, y lo lamento porque, de ser cierto, él y sus congéneres fascistas ya estarían tres metros bajo suelo lo que, ciertamente, sería una afortunada contribución al saneamiento de la política de México y de Latinoamérica.

Tiene razón Espino al apelar a la soberanía de cada país; me sumo a esa postura para exigirla del régimen de Washington y de los organismos financieros internacionales a su servicio. No puede jugarse con doble moral; esa sí que es intervención, por cierto criminal. ¿Por qué calla ante esa realidad? ¿Es esa la cultura occidental cristiana que pregona y defiende? No hay más ciego que el que no quiere ver y no hay mayor hipocresía que la que pretende ignorar que la hegemonía yanqui sólo ha producido explotación y miseria en nuestros pueblos.

Confirmo lo que siempre he dicho en estas páginas: no hay ningún modelo de país exportable: ni el de la revolución bolivariana ni el de la seudo democracia gringa. Cada historia y cada realidad nacional son diferentes; toca a cada país definir su proyecto de nación de manera independiente y soberana; cualquier imitación lleva directamente al error. Así se observa en los procesos, todos diferentes, que hoy se viven en la América Nuestra. Puede y debe existir solidaridad y mutuos apoyos entre los pueblos y los gobiernos libres; sabemos que quien nos adversa es demasiado poderoso para enfrentarlo solos; sólo unidos podremos avanzar en la procuración de la justicia y la libertad, En ese camino vamos.

gerdez999@yahoo.com.mx


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Gerardo Fernández Casanova


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