Donald Trump exclama “¡Vladimir, pare!” en su red Truth Social. Así el presidente de los Estados Unidos se involucra en el conflicto entre Ucrania y Rusia, guerra que prometió acabar en 24 horas si llegaba a ser presidente.
Hoy es presidente y la guerra sigue detonándose con mayor estruendo. Rusia acaba de realizar el mayor ataque a Kiev, según analistas: 70 misiles, 145 drones…
Hace un mes Trump medió y logró que las partes no atacasen sus respectivas infraestructuras energética. Durante la pausa, de acuerdo con Rusia, Ucrania atacó veladamente, evidenciando su escaso interés en respetar nada, deseosa de proseguir, apoyada por los halcones militaristas de Europa (Alemania, Francia e Inglaterra).
Todo esto en medio de un contexto lesivo para sí misma, dado que Ucrania pierde a diario territorio y rotundamente la guerra, dosificadamente como se la administra Rusia. La proyección es una victoria imposible, así como una derrota segura. Se suma el reclamo de Trump para cobrar sus 500 mil millones de dólares de asistencia tomando las minerías raras del territorio. El mismo presidente gringo le dijo a Volodímir Zelenski que, de seguir en “combate”, pronto no tendrá país que defender.
Molesto por el ataque, que contraría su palabra empeñada en terminar esa guerra, el presidente estadounidense amenaza veladamente a Rusia con que “pasarán cosas” si continúa con los ataques, horrorizado por los 12 muertos y 90 heridos resultantes. Para, Vladimir, “Mueren 5000 soldados a la semana. ¡Logremos el acuerdo de paz!", completa Trump el mensaje en su red social.
Entonces parte un emisario de Trump a Rusia a conversar con Putin, pero ocurre lo imponderable, producto del genio de Zelenski, ansioso de proseguir destruyendo su propia patria: hoy (viernes) muere Yaroslav Moskalik, un teniente general, alto mando del Estado Mayor ruso, víctima de la explosión de un carro bomba. El hecho augura el fracaso de cualquier conversación por los momentos y un seguro redoble en los ataques contra Kiev.
Paré, señor presidente, clama Trump, aureleándose de un espíritu pacifista y conciliador ante el mundo, sin mirar en su propio plato político. Trump, mientras pide paz para otros, lleva la guerra a Yemen, matando a decenas de civiles con bombardeos; Trump, además, apoya a Israel en su masacre contra Gaza, aspirando a erradicar étnicamente a los palestinos.
¿De qué moral habla el gringo?