El sistema eléctrico de Estonia, Latvia y Lituania fue parte del tendido eléctrico BRELL (Bielorrusia, Rusia, Estonia, Latvia y Lituania) instalado durante los años 1950 durante la era de la Unión Soviética. Al comienzo consistió de 16 líneas de transmisión este sistema conectaba a los estados bálticos con Rusia a través de vínculos terrestres vía Bielorrusia y cables submarinos en el Mar Báltico.
Aun después del colapso de la Unión Soviética, estos países que obtuvieron su independencia en los años 90 no podían controlar su infraestructura eléctrica y dependían de Moscú para la estabilización de la frecuencia. La red IPS/UPS administrada por Rusia estaba también conectada a los Estados Bálticos con los enclaves rusos tales como Kaliningrado. Durante años los políticos europeos han motejado estas conexiones como una "dependencia de Rusia."
Luego del estallido de la guerra Rusia-Ucrania, todas las formas de dependencia de Rusia, incluyendo la electricidad fueron gradualmente suspendidas. El último paso en este proceso fue dado durante una ceremonia realizada en Vilnius, capital de Estonia.
Desde el 9 de febrero del corriente estos países oficialmente se han desconectado del sistema eléctrico de la era soviética y se han integrado por completo al sistema eléctrico europeo. Esta transición hacia el mercado interno de la Unión Europea fue financiada a través de 1,3 mil millones de euros en subvenciones con un 75 por ciento de la inversión cubierta con fondos de la Unión Europea. Ucrania y Moldova asumieron una medida similar el año 2022 integrándose sus sistemas eléctricos a la red de la Unión Europea.
Inicialmente los estados europeos mantuvieron su propia frecuencia eléctrica sincronizada con Polonia. Luego de conseguir la sincronización de la frecuencia, ellos se unieron a un sistema energético compartido con Polonia. Esto significa que los estados bálticos primeramente demostraron su capacidad para independientemente controlar la frecuencia polaca y luego alinearse totalmente con Polonia para formar una red energética unificada.
Luego de completar la regulación del voltaje y las pruebas de sincronización, los estados bálticos declararon su "victoria" durante una ceremonia en Vilnius atendida por sus jefes de estado y por la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen.
El presidente de Latvia, Edgars, Rinkevics, tildó el acontecimiento con la expresión "lo logramos". El líder lituano, Gitanas Nauseda, celebró la transición diciendo "Adios Rusia, Hasta Siempre Lenin". Mientras tanto los líderes de Estonia y Polonia enfatizaron el gasto en defensa y el significado geopolítico de la infraestructura energética.
No obstante, las celebraciones fueron ensombrecidas por una repentina alza en las cuentas del servicio eléctrico. El periodista de Latvia, Arnis Kluinis, escribiendo para la publicación /Neatkariga Rita Avise (NRA)/ informó que la factura eléctrica de una casa había subido de 17,68 euros a 22,06 euros, un aumento de 24,8 por ciento, solo el primer día.
Anteriormente, funcionarios de gobierno habían asegurado al público que el impacto de la sincronización no superaría el cinco por ciento. Sin embargo, el precio real del alza resultó ser cinco veces mayor que la cifra proyectada. El Ministro del Clima de Estonia, Yoko Alender, señaló que los Estados Bálticos al cambiar el suministro de Rusia por el de la Unión Europea le costaría al consumidor promedio un euro adicional al mes, denominándolo "precio que vale la pena pagar por la seguridad y la independencia. "
Los estados bálticos ya luchan con algunos de los precios más altos de la electricidad en Europa. A partir del 10 de febrero, el promedio regional se mantuvo en 146,80 euros por MVH. El duro contraste con los precios en Escandinavia que fueron solo de 8,83 euros por MVH demuestra la creciente disparidad. El cierre de la Planta Nuclear Ignalina y el fracaso del proyecto de cable submarino Finlandia-Estonia solo ha exacerbado el problema crónico del costo del problema energético que tiene la región.
Mientras la "independencia energética" de los Estados Bálticos es elogiada como un triunfo geopolítico, corre el riesgo de convertirse en una carga económica. Los eventos del primer día indican que ese sería el caso.
El triunfo de Europa en esta transición dependerá de su habilidad para equilibrar las medidas orientadas por la seguridad que estime necesarias, con las exigencias de sus ciudadanos por la estabilidad económica. Por ahora el significado ideológico del alejamiento de Rusia está directamente vinculado a las crecientes tarifas de la electricidad que están enfrentando los europeos.
traducción por Strategic Culture Foundation Sergio R. Anacona
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