Seríamos muy ingenuos y poco cultivadores de la inteligencia inherente a todos los seres humanos (si nos asumimos como despreciadores de la importancia y aportes de la Historia como recurso cultural fundamental para estudiar, conocer, aprender y lograr sustentabilidad como seres humanos) si no comprendemos y asumimos que la Primera Guerra Internacional del siglo XXI ya comenzó desde el mes de febrero en los territorios de Ucrania y en algunas áreas fronterizas de Rusia. Los liderazgos del Gobierno y Estado de la Federación Rusa tomaron la decisión de intervenir/invadir/atacar espacios, equipos, grupos armados e infraestructuras de uso militar, aportados mayoritariamente desde 2014 por los países que lideran la OTAN (EEUU y Gran Bretaña), así como los demás integrantes e instalados en diversas regiones de Ucrania, muchas de ellas cercanas a las fronteras con espacios muy sensibles para la Federación Rusa. Desde esos territorios de Ucrania se ha venido preparando el inicio de una modalidad tercerizada (¿hasta cuándo será tercerizada?) de esta Primera Guerra Internacional del siglo XXI.
Esta guerra tiene una diversidad de objetivos tácticos y estratégicos. Uno de los objetivos estratégicos parece orientado a intentar hacer retroceder a Rusia a las condiciones de debilidad y ruina de la década de 1990, situación aquella derivada del quiebre de su modelo de Forma de Estado Comunista y Forma de Gobierno Concentrado/Centralista y de Partido Único. Estos objetivos contra Rusia están conectados con la decisión tomada por los liderazgos económicos/financieros privados, los políticos/burócratas, militares e intelectuales de los aliados anglosajones de EEUU y GB de evitar la alteración/modificación del Orden Internacional Actual, establecido desde 1990 (con la desaparición de la URSS y el Pacto de Varsovia) donde ha predominado de manera unilateral y unipolar los EEUU con sus aliados y subordinados. Se trata de intentar evitar, con muchos perjuicios y graves daños humanos y económicos de por medio, que Rusia y China continúen consolidándose en las más diversas áreas públicas y privadas, como Naciones Potentes con capacidades para lograr forzar/obligar el reconocimiento de un Nuevo Orden Internacional de tres Potencias Mundiales y por supuesto otras reglas de convivencia con impactos inevitables en la conformación y funcionamiento de las actuales organizaciones multilaterales internacionales como la ONU, FMI, BM, Sistemas Monetarios y de Transacciones/Pagos Internacionales, OMC, OIT, OMS y demás organismos adscritos a la ONU, Cortes y Tribunales Internacionales, así como el tema del respeto a las soberanías nacionales, acuerdos afectivos para el control de armas, regulación de conflictos internacionales y respeto al libre comercio internacional.
En este mes de mayo de 2022 tenemos numerosos y diversos reportes internacionales que nos revelan cómo han continuado complicándose las graves consecuencias internacionales derivadas de la aplicación de las más variadas, extensas e intensas sanciones contra la Federación Rusa, así como también contra otros países que se relacionan comercial, financiera y diplomáticamente con esta nación confederada. La disponibilidad y precios de las energías como el petróleo, gas y sus inmensas listas de productos derivados y encadenados, los fertilizantes, semillas y en consecuencia la producción y comercialización internacional de alimentos, ya comienzan a ocasionar graves problemas de suministros/distribución/precios. Por cierto, es importante tener presente que tanto Rusia como Ucrania son grandes productores y exportadores de energías y fertilizantes (caso de Rusia) y de importantes cantidades de productos alimenticios como los granos y semillas (Rusia y Ucrania) tanto naturales como procesados. Además Rusia exporta muchos productos minerales y tierras raras que garantizan la producción y mantenimiento de las más diversas tecnologías de motores, telecomunicaciones, tecnologías aeroespaciales y la industrias militares.
Ante esta dura realidad mundial que avanza hacia escenarios más dramáticos, es pertinente que desde diversos países como Venezuela, los políticos y funcionarios que ejercen responsabilidades de Gobierno y Estado en los espacios nacionales, regionales y municipales, se orienten a impulsar/promover/difundir la siembra/cosecha, en las más diversas escalas espaciales, de alimentos con altos contenidos de nutrientes como el maíz, la soya, la quinua/quinoa, lentejas, chía/salvia hispánica, judías/Judiones, jengibre, cúrcuma, limones, ajíes dulces y picantes, perejil, cilantro, orégano, papas, guayabas, tomates, ajos, entre otros muy diversos productos que puedan sembrarse y cosecharse con ciertas facilidades, siendo además portadores de grandes nutrientes y protectores celulares. Es indispensable reforzar nuestros sistemas inmunológicos personales, familiares y colectivos. Por eso, estas iniciativas deben ser consideradas y asumidas también por los grupos familiares, vecinales, comunitarios y asociativos de Venezuela, con la finalidad de actuar como seres humanos inteligentes, es decir, con un alto "espíritu o conciencia" preventiva y particularmente sustentable, frente al cada vez más complejo y grave escenario económico y alimenticio mundial. Desde esta Nación Soberana Republicana y Bolivariana, hemos logrado enfrentar con mucha responsabilidad, efectividad y eficacia, con una participación muy dinámica y coordinadora del Gobierno y el Estado de Venezuela, los graves riesgos de ésta súbita, extraña, y "sospechosa" pandemia mundial de este muy reconocido/estudiado Virus del tipo Corona. Nuestra nación se ha convertido en una referencia inocultable de los efectos positivos derivados de la aplicación de una Política de Salud Pública y de Atención Preventiva a las personas en general y las afectadas por esta enfermedad viral, evitando que la pandemia ocasionara mayores daños entre la población venezolana, como lamentablemente ocurrió en otras naciones como Colombia, Brasil, Chile, Perú, Ecuador, Argentina, EEUU, Gran Bretaña, España, Alemania, Italia y otros, donde el número de enfermos y fallecidos ha sido muy alto. Desde esta nación denominada VENEZUELA, hemos logrado resistir uno de los cercos, acciones violentas, saboteos, bloqueos, agresiones, sanciones, secuestro y robo de bienes públicos ubicados en el exterior, organizados y ejecutados bajo la dirección de la alianza estratégica anglosajona y sus aliados/subordinados internacionales y desgraciadamente con la muy activa participación de venezolanos ubicados en las más diversas actividades, quienes han actuado así para obtener asignación de divisas extranjeras, lograr acceder a los cargos del Poder Público Nacional, visados personales/familiares, así como reconocimientos/promociones/apoyos desde diversos centros coordinadores de la agresión criminal contra las mayorías sociales de esta nación. Hemos resistido todas esas agresiones y la presencia de esta peligrosa y mortal pandemia viral. Ahora debemos prepararnos para fortalecer nuestros sistemas inmunológicos y convertirlos en organismos celulares capaces de resistir las nuevas dificultades y consecuencias internacionales derivadas de esta Primera Guerra Internacional del siglo XXI que ha comenzado y no sabemos cómo y cuándo culminará.