La OTAN repite el mismo error que el pacto de Varsovia

Transitando la década de los noventa, durante los períodos presidenciales de Bill Clinton, la OTAN, de manera incesante e inexorable, se extendió a través de Europa Central. Hoy en día, la expansión hacia el Oriente de aquella alianza continúa—rodeando a Rusia en un cerco de feroces regímenes ruso-fóbicos—desde un paisito tras otro y también Ucrania que de ningún modo es un país pequeñito.

Esta expansión de la OTAN –que el legendario George Kennan, visionariamente denunció, pero en vano—continúa su intento de poner al mundo cada vez más cerca de la amenaza de una guerra termonuclear. Lejos de brindarle a Estados Unidos y a sus aliados occidentales de la OTAN una mayor seguridad, los despoja de la certidumbre de la paz y la seguridad que disfrutarían si de otro modo ellos buscaran una sincera, constructiva y sobre todo estable relación con Rusia.

Se sostiene que el ingreso a la OTAN de los estados miembros del antiguo Pacto de Varsovia de Europa Central ha fortalecido dramáticamente a esta y gravemente debilitado a Rusia. Sin embargo, eso no es verdad.

Se trata de un supuesto universalmente aceptado tanto en Estados Unidos como a través de Occidente durante el último cuarto de siglo. No obstante, sencillamente eso no es cierto.

En realidad Estados Unidos y sus aliados de la Europa Occidental están ahora descubriendo por la vía dura la misma lección que socavó y agotó a la Unión Soviética desde la creación del Pacto de Varsovia el año 1955 hasta su disolución 36 años más tarde. La fracción de países de la Europa Occidental siempre ha carecido de coherencia, base industrial y la combinación de infraestructuras económicas para producir un desarrollo industrial y financiero y sobre todo un poderío estratégico militar.

En realidad, la actual y frustrante experiencia de la OTAN y las prolongadas y frustrantes tribulaciones que enfrentaron los generales y los diplomáticos soviéticos durante tantas décadas es completamente consistente con el registro del anterior período histórico que se inicia por lo menos el año 1718.

Desde el año 1718 hasta 1867 –lapso de un siglo y medio—la mayor parte de Europa Central incluyendo regiones de Polonia a fines del siglo XVIII estaban consolidadas dentro del Imperio Austro-Húngaro. Sin embargo, aún entonces, el imperio multinacional de los Habsburgo siempre fue militarmente débil y recibiendo golpes bajos. Luego que el emperador Franz Josef insistentemente proclamó su famoso Compromiso del año 1867 la efectividad del ejército imperial se redujo casi a cero. La autónoma y caprichosa conducta de la aristocracia húngara aseguró cierto nivel de confusión, división, incompetencia e ineptitud cosa que quedó revelada por el colapso total del ejército en las grandes batallas contra Rusia y Serbia en el año 1914 al inicio de la Primera Guerra Mundial.

Alemania se desplazó para ocupar y consolidar la región en ambas guerras mundiales. Pero lejos de hacer de Alemania un gigante y capacitarla para conservar su dominación sobre Europa, las regiones de la Europa Central –ya sea como partes del Imperio Austro-Húngaro durante la I Guerra Mundial o como naciones-estado aliadas de los nazis durante la II Guerra Mundial—demostraron ser minúsculas e inservibles contra la alianza de Rusia, Estados Unidos, Gran Bretaña y Francia contra las cuales Alemania luchó en ambos conflictos mundiales.

Luego que la Unión Soviética destruyera al genocida poderío militar nazi en la II Guerra Mundial –la Gran Guerra Patria—la consolidación de la Alemania Oriental y Polonia fue estratégicamente necesaria para la seguridad de Rusia, pero ocupar y organizar el resto de la región no lo fue.

Lejos de fortalecer a la Unión Soviética, esas naciones la debilitaron y la distrajeron. Actualmente la OTAN está repitiendo el error soviético y aquella fatal movida que de manera inexorable está vaciando a la alianza de toda su fortaleza y credibilidad.

La OTAN también está repitiendo el desastroso error que cometió Francia cuando creó la "Pequeña Entente" con Checoslovaquia, Yugoslavia y Rumania supuestamente para contrarrestar la recuperación de Alemania. El plan falló por completo.

Hoy en día, esas mismas naciones –entusiastamente apoyadas por Hungría, Polonia y los tres pequeños estados bálticos—están de manera incesante distorsionando tanto a la OTAN como a la Unión Europea. Generan debilidad y caos en las alianzas donde participan –pero de ningún modo producen unidad y fortaleza.

Como lo he señalado otras veces en estas columnas, el gran historiador británico, Lord Correlli Barnett, señaló la importante diferencia entre naciones militarmente poderosas que generan y exportan seguridad y aquellas pequeñas o desorganizadas, pacifistas y débiles naciones que tienen que importar su seguridad desde estados más poderosos.

Uno podría denominar a aquellos estados como "forraje" o estados "parasitarios". Esos estados succionan la energía y fortaleza de sus estados protectores. Más bien debilitan que fortalecen a sus socios de la alianza.

Las pertinentes lecciones de más de trescientos años de historia de la Europa Central son del todo claras: organizar y liderar la fracción de países de la Europa Central en el Pacto de Varsovia no fortaleció a la Unión Soviética, todo lo contrario, esas actividades la debilitaron incesantemente.

La incorporación de la mayoría de los pequeños estados de la Europa Central dentro de cualquier imperio o alianza nunca ha sido causa o generación de poderío militar o nacional al margen de la ideología o la fe religiosa participante. A lo sumo se trataría de un barómetro del poderío nacional.

Cuando naciones tales como Francia, Alemania la Unión Soviética o Estados Unidos han sido vistas en el mundo como potencias en alza, los pequeños países de la Europa Central se apresuran para aliarse con ellas, según el caso. Por lo tanto adoptan y descartan al imperialismo otomano islámico, al imperialismo cristiano austríaco a la democracia y al nazismo, al comunismo y van de nuevo a la democracia con tanta facilidad como cambiarse de atuendo para asistir a un baile en Viena o Budapest.

Así como Rusia se alza una vez más como potencia nacional y global, apoyada por sus genuinamente poderosos aliados, China, la India y Paquistán y por la Organización de Cooperación de Shanghai, las naciones de Europa Central seguro que una vez más y en consecuencia, reorientarán sus lealtades.

Nota.- Sus comentarios y opiniones acerca de este artículo serán bienvenidos en

www.strategic-culture.org

Traducción desde el inglés por

Strategic Culture Foundation Sergio R. Anacona

 



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