La Bachelet y Tabaré Vásquez: Dios los cría y el diablo imperialista los junta

Hace poco, los gobiernos de ocho países que se han caracterizado por su feroz hostilidad hacia el nuestro, han suscrito un documento infame en el cual, con una desvergüenza propia de los que viven de rodillas ante un amo opresor, distorsionan por completo la verdad acerca de los hechos de violencia que bandas de terroristas han venido sembrando en nuestro país. Esos países son: Argentina, Paraguay, Brasil, Colombia, Costa Rica, Honduras, Guatemala y México. Es de destacar, que en esta oportunidad, por primera vez, países como Perú, Chile y Uruguay, que venían firmando todo lo que se redactara contra Venezuela, en esta oportunidad, repito, se han abstenido de hacerlo. Sin embargo, una de esas abstenciones se produjo de una manera tan forzada, tan a disgusto, que de hecho significó un solidario aval al documento de marras que supuestamente pretendía rechazar

Se tata de Uruguay ¿Por qué en esta ocasión este país se negó a firmar un documento que no se diferencia en nada de los anteriores, llenos de falsas imputaciones y mentiras contra nuestro gobierno? ¿Qué excusa utilizó el veleidoso y sibilino gobierno de Tabaré Vázquez para no suscribir formalmente esa declaración contra Venezuela? Bueno, dijo que: "reiterar o repetir comunicados hace que este documento pierda fuerza y tenga el efecto contrario al que se busca". ¡Qué molleja, hermano!, ¡increíble!, lo quería todavía más calumnioso y agresivo contra nuestro país . Es decir, no lo firmó no porque en ese bodrio, injerencista, por lo demás, se hacían acusaciones contra nuestro gobierno falsa e injustas, sino porque no era lo suficientemente demoledor contra un gobierno que, aparte de los caídos del campo civil, ha sido el que, producto de las acciones terrorista de la derecha, el que ha puesto los heridos y los muertos.

Ahora, ¿qué tiene que sentir Uruguay de Venezuela para que su Presidente aliente esa rencorosa posición contra un país del cual sólo ha recibido afecto y solidaridad? ¿Que siempre ha permanecido con su mano extendida, como lo ha hecho también con los otros países que hoy alevosamente lo agreden, para ofrecerle su amistad y su ayuda en caso de necesitarla? Y miren que no sólo la ha necesitado, sino que también se ha beneficiado de ella. Como ha sido, por ejemplo, el caso del petróleo, que se lo ha vendido a precios preferenciales y en condiciones de pago tan ampliamente ventajosas, como ninguna de las empresas gringas se las podía conceder. En relación con este tema, creo, si no estoy equivocado, que Uruguay tiene pendiente una factura que aun no nos ha cancelado. Por otro lado, está el caso de una fábrica de botellas o vidrio, no recuerdo bien , pero que con la ayuda de Venezuela pudo ser rescatada de la quiebra, impidiendo que un crecido número de trabajadores quedaran desempleados. ¿Y entonces? ¿Por qué tanta hostilidad y tanto desagradecimiento?

Otro caso que sorprende es Chile. Y no porque haya recibido mucha ayuda nuestra como fueron Uruguay y Paraguay, que es otro que también tiene una factura petrolera pendiente con nosotros, y que su gobierno de malhechores y malvivientes se ha negado a cancelar. En realidad, que sepamos, la nación austral no ha recibido ninguna ayuda de nosotros. Aunque no está demás recordar la que a través de Andrés Bello, nuestro insigne gramático, le ofrecimos en el campo de la cultura, que por supuesto, no es menos significativa e importante. Para los que no lo sepan, Andrés Bello fue el fundador de la Universidad de Chile.

Y decíamos que la posición cerril y hasta virulenta que el gobierno de la Bachelet desde hace tiempo ha venido asumiendo contra Venezuela, es cuando menos sorprendente. Y lo es, porque ella había sido desde su juventud militante del Partido del recordado Salvador Allende, que pensaba en un país muy distinto del que la antigua revolucionaria está gobernando ahora. Sin embargo, la voltereta que ha dado la Bachelet en relación con su pasado progresista ha sido tan espectacular, que la hecho asumir posiciones de extrema derecha, muy cercanas, incluso, a posiciones pinochetistas. Ha reprimido brutalmente al movimiento estudiantil, que reclama una educación como la que existe en nuestro país y que constituye un derecho inalienable, es decir, pública y gratuita. Ha perseguido ferozmente a las etnias mapuches, al extremo de encarcelar a sus guías políticos y espirituales, y ello, por reclamar derechos ancestrales. Nadie más dueños de esos territorios que los nativos originarios de esa nación.

Y todo lo anterior, enmarcado en la traición a principios y valores que definen la sensibilidad social y humana de un régimen. Pero no sólo la traición a estos valores trascendentes, porque la Bachelet ha hecho de la traición su marca de fábrica, su carta de presentación. Y a tal punto cumple con este infame designio, que ha traicionado a su pueblo, a quien continúa negándole la devolución de todas aquellas conquistas que la dictadura le arrebatara. Traicionó también a quien alguna vez fuera su líder, al siempre recordado Salvador Allende. Traicionó a su padre, víctíma de la vesanía del lombrosiano dictador, al poeta eterno y a la causa latinoamericana.

Pero tan repudiable como lo anteriormente dicho, si eso fuera posible, es el desprecio que la Bachelet siente por todo aquello que signifique legalidad, norma o reglamento. Porque ella, como Tabaret y todos los demás que ilícitamente promueven la aplicación de la Carta Democrática contra Venezuela, saben que lo que han estado haciendo contra mi país viola descaradamente la Carta Fundacional de la OEA; carta que prohíbe a todo lo largo de su texto y con una marcada insistencia, la no intervención de los estados miembros en los asuntos internos de otros estados. Por lo que, desde el punto de vista de la normativa interna de la organización, todos estos gobiernos desalmados e inescrupulosos se han convertido en unos fuera de la ley, prácticamente en unos maleantes. Esta sujeta, en su desmedida obsecuencia hacia el imperio, llegó al extremo de dirigirle, junto con Macri, un mensaje alentador a las bandas de terrorista que que han estado asesinando a mansalva a gente inocente en nuestro país. ¿De cuánto sería la recompensa?

Y apropósito del documento que mencionamos al comienzo de esta nota, ¿por qué los países integrantes de la OEA que no forma parte de la feroz jauría que acosa a Venezuela en esa organización, no publican también algunas declaraciones en las que se desmientan las infame mentiras que esos gobierno inescrupulosos han estado difundiendo contra nuestro país? Es lo mínimo que en un gesto de solidaridad debían hacer. Porque derogada de facto la Carta de la OEA y convertida ya de hecho la organización en un instrumento al servicio del imperialismo, lo que debían hacer estos queridos amigos de Venezuela, por aquello de "cuando veas las barbas de tu vecino arder pon las tuyas en remojo", es salirse de ese antro de malhechores. Entre otras razones, porque no tendría nada de extraño que contra ellos, en cualquier momento, se hiciera lo mismo que se está haciendo contra la patria de Bolívar.

NOTA: Trump, acaba de declarar: "debemos hacerle frente a la crisis interna de Venezuela". ¿Por qué mejor, señor Trump, en lugar de estarse entrometiendo en los asuntos internos de los demás países y estar provocando matazones y derramamientos de sangre por el mundo, no se ocupa en resolver los graves problemas sociales en los que se encuentra sumido su país? ¿Por qué no tratar de resolver, por ejemplo, el angustiante problema del desempleo, que según usted mismo alcanza la astronómica cifra de los 40 millones de desocupados? La verdad es que usted no quiere enfrentar positivamente la crisis de nuestro país, una crisis inducida desde afuera. En primer lugar, porque las transitorias dificultades por las que estamos atravesando, han sido provocadas, precisamente, por gobernantes norteamericanos como usted; gobernantes que a lo que se han dedicado es en tratar de derrocar un gobierno legítimo, incluso, mucho más legítimo que el suyo. En segundo término, porque un país como el estadounidense, que tiene un amplio prontuario de intervenciones y crímenes atroces, que ameritarían un juicio como el de Nuremberg, de destrucción de países enteros y asesinatos de millones de seres humanos, la mayoría seres indefensos, como niños, mujeres y ancianos, que ha bombardeado hospitales y usado armas químicas contra civiles, un país, así, señor, Trump, con tan negro historial de de saqueos, intervenciones y masacres, ¿qué podría importale las dificultades por las que podría estar atravesando nuestro país, dificultades provocadas por las bandas de terrorista financiadas tanto por su gobierno como por los anteriores? Vamos, seamos sinceros, señor Trump, usted lo que quiere es robarnos nuestro petróleo, no importa la destrucción y muertes que para lograr ese macabro objetivo se tengan que provocar.

Estas declaraciones del presidente Trump vienen a darle la razón a Corea del norte al querer esta nación producir más y mejores armamentos. Armamentos capaces de disuadir a una bestia que no cesa en sus perversas intenciones de agredirla y acabar con su revolución. Lo mismo debían hacer todas las naciones si quieren verse libre del ataque de un gigantesco e inescrupuloso leviatám, que no renuncia tampoco en su empeño criminal de someter y sojuzgar a los pueblos indefensos del mundo.



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Alfredo Schmilinsky Ochoa


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